Alessandro Ruta

Eurofestival en Turín: espectáculo en el palco y explotación laboral

En vísperas del festival de Eurovisión han levantado mucha polémica las declaraciones de los voluntarios. No solo no recibirán dinero sino que esta vez tampoco comerán junto a los artistas. Pero en Italia no es el mejor momento para demandas laborales.

Entre los 14 millones de presupuesto del evento no hay un euro para sus voluntarios.
Entre los 14 millones de presupuesto del evento no hay un euro para sus voluntarios. (Marco Bertorello | AFP)

Las luces del Pala-Alpitour de Turín atraen la atención sobre el Eurovision Song Festival de este año. Aplausos para los participantes, Laura Pausini presentando el evento para felicidad de sus fans italianos y españoles, un evento que se esperaba desde hace mucho tiempo y que ha abarrotado las calles de la capital del Piemonte.

Para atender a la invasión que presumiblemente iba a llegar desde medio continente, la organización del festival decidió contratar a 600 voluntarios. Sus historias son bastante menos simpáticas, la otra cara de la moneda, la menos brillante. La explotación que vienen sufriendo parece superar el límite de la vergüenza.

Turín internacional

6.000 personas, sobre todo jóvenes, decidieron el pasado febrero inscribirse para este evento histórico para Italia, que gracias a la victoria de los romanos Maneskin en 2021 se hizo con la organización de la cita después de 31 años. Además, Turín se está convirtiendo en sede ideal para grandes citas internacionales, como la final del ATP Masters de tenis en 2021.

El caso es que se presentaron 6.000, 6.000 para 600 plazas de voluntarios. Es decir, para trabajar sin recibir un solo euro, ni siquiera para paliar gastos. No todos son de Turín, muchos solo aspiran a «engordar curriculum» o simplemente participar en primera persona en un evento tan importante.

Una vez ahí los voluntarios tenían que afrontar muchas labores distintas: ayudar a los espectadores a llegar al Pala-Alpitour, controlar las entradas, trabajar en la sala de prensa y en general echar una mano en Turín durante toda la semana que acabará el sábado noche con la gran final.

Un mensaje de los responsables suscitó incredulidad: se instaba a los jóvenes a traerse la comida de casa

Cuando todavía no había arrancado el evento, las polémicas ya flotaban en el ambiente. Quitando la evidencia de no recibir un solo euro por el trabajo realizado, la primera gota que colmó el aviso fue un ‘panino-gate’. Un mensaje de los responsables a los voluntarios suscitó incredulidad: instaba a los jóvenes a traerse la comida de casa porque esta vez no iba a ser posible participar en el catering, limitado solo a los artistas.

La denuncia estalló enseguida vía redes sociales, a pesar de una cobertura muy escasa en los medios italianos. Mientras las evidencias de explotación laboral descarada proliferan, los periódicos han preferido dejar el polvo bajo la alfombra o echar el balón a la grada, al menos hasta el final del festival.

Solo ‘Il Manifesto’ y el local ‘La Stampa’ han escrito algo entre los grandes medios de comunicación. Además, el Pleno del Ayuntamiento de Turín ha rechazado, justo antes del inicio del festival, una serie de medidas para mejorar las condiciones laborales de los voluntarios, tras la denuncia de algunos representantes del Movimiento 5 Estrellas.

Alternancia escuela-trabajo

Las discusiones en Italia sobre este tema tienen largos antecedentes. Hay que empezar por recordar que el primer artículo de la Constitución italiana explica muy claramente que el país es «una república democrática fundada en el trabajo».

La organización ha fichado a algunos trabajadores del espectáculo por 5,40 euros a la hora y turnos de 16 horas

En la actualidad, es patente la difícil situación de los trabajadores del mundo del espectáculo, cuyos ingresos han sido prácticamente nulos durante la pandemia de covid-19. La organización del eurofestival ha fichado a algunos de ellos con contratos precarios de 5,40 euros por hora y turnos de 16 horas con pausas de 10 minutos.  

Se le suma la reciente reforma ‘Alternancia escuela-trabajo’, una idea del gobierno de «supuesta izquierda» de Matteo Renzi en 2015, según la cual miles de estudiantes italianos durante los últimas tres temporadas de escuela superior (entre 17 y 19 años) tienen que participar en algunas actividades laborales, como si fueran empleados.

Según el tipo de instituto, las horas por cada estudiante, sobre todo por la tarde, pueden ir desde 90 hasta 210 al año, y por supuesto no está prevista ninguna retribución. En algún caso ha habido víctimas mortales entre estos chavales absolutamente inexpertos o al menos no suficientemente preparados.

De hecho, el sistema supone un gigantesco ahorro para las empresas a cambio de brazos o piernas o cabezas gratis.  Y Eurovisión parece continuar por esa línea.

«Esta es una gran reunión de aficionados que eligen libremente hacer algo en apoyo a lo que aman», justifica una web semioficial

Volviendo a las polémicas de los voluntarios, todavía más impresionante es la respuesta que ha dado a estas demandas laborales la web eurofestivalnews.com, que se supone es uno de los medios semioficiales de esta edición: «Lo más llamativo es que quienes han organizado estas protestas no tienen idea sobre la maquinaria organizativa de Eurovisión (...) Este evento es parecido a un gran reunión de aficionados que eligen libremente hacer algo en apoyo a lo que aman (...) Y las labores de los voluntarios son realmente mucho menos complejas de lo que estaba escrito en los anuncios».

Explotación laboral a cara descubierta. La región del Piemonte y la ciudad de Turín han invertido 14 millones de euros en este eurofestival y parece que ningún céntimo ha llegado a los bolsillos de los voluntarios, ni para pagar gastos.

Mientras, entre gritos de felicidad y homenajes a los participantes ucranianos sigue adelante el espectáculo. Desde luego, como toda la vida.