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Constatan los efectos de la pandemia sobre la juventud y también su «compromiso cívico»

Más de la mitad de los jóvenes participantes en un potente estudio en Nafarroa indican que sufren más nervios o ansiedad desde el inicio de la pandemia. No obstante, en su mayoría han seguido las recomendaciones y recurrido a información fiable.

Una joven colocándose una mascarilla, en una imagen de archivo.
Una joven colocándose una mascarilla, en una imagen de archivo. (Idoia ZABALETA | FOKU)

Una encuesta realizada por la Universidad de Navarra (UN), la Universidad Pública de Nafarroa (UPNA) y el Instituto de Salud Pública y Laboral de Nafarroa (ISPLN) ha constatado los efectos de la pandemia sobre los jóvenes y también su comportamiento ante ella. El estudio, realizado principalmente entre jóvenes residentes en el herrialde de 14 a 24 años y financiado por el Departamento de Salud, ha sido presentado este lunes en rueda de prensa por cuatro de los investigadores, Charo Sádaba, Javier Bringué, María Napal y Ramón Salaverría, así como por Garikoitz Montañés, representante del ISPLN.

Salaverría ha considerado que estos resultados deben ser vistos con optimismo, pues «en una situación tan excepcional la juventud ha valorado las fuentes dignas de crédito».

Así, tres de cada cuatro jóvenes afirman que solo confían en la información publicada por fuentes oficiales y la mayoría señalan a padres y profesores como las fuentes en las que más confían.

El estudio refleja también una clara fatiga informativa, pues un 46% reconoce que se cansa cada vez más de los mensajes y noticias sobre la covid-19, y es que, según ha referido Salaverría, «la acumulación de malas noticias tiende a generar hartazgo y que la gente dé la espalda a la información».

A juicio de Napal, «más que fatiga por la cantidad de información ha sido por el carácter de la información», debido a «un tono muy negativo», pero «eso no implica que no les importe».

Según ha indicado Bringué, en este trabajo han observado asimismo que se trata de un público «sometido a una sobredosis de incertidumbre» que se enfrenta a esta situación «desde el miedo y la culpa». Esto, ha señalado, es algo que han compartido con los terapeutas con los que han colaborado y que «hablaban de fenómenos de falta de adaptación ante esta nueva situación».

Sádaba ha reconocido que los encuestados han manifestado tener dificultades para seguir las recomendaciones sanitarias, en especial en el transporte público y con sus amistades, pero «en general han seguido las directrices de las autoridades sanitarias, se han vacunado en gran medida y han acudido a fuentes fiables», lo que «denota una actitud de compromiso cívico reseñable».

Daño a la salud mental

En cuanto a las afecciones, el estudio confirma que los jóvenes han visto dañada su salud mental, y es que un 52,8% ha asegurado que desde que comenzó la pandemia sufre más nervios o ansiedad, un 41,8% está irritable, un 47,6% está triste con facilidad, un 36,9% llora fácilmente, un 40,2% se queja por cualquier cosa y un 43,9% cambia de humor constantemente.

También ha modificado sus hábitos con un 42% que afirmado haber cambiado su alimentación, un 53% que no se concentra al hacer cosas y un 81% que utiliza mucho el teléfono móvil.

Según ha indicado Montañés, los datos de este estudio «abren una puerta nueva para seguir trabajando con la gente joven» para así poder realizar campañas de comunicación más eficaces y que aborden los temas que realmente interesan a este público.

«Los jóvenes notan que su vida se ha parado durante unos años que ellos consideran claves en su desarrollo personal»

Precisamente la salud es uno de los temas que más inquietud despiertan a la juventud con un 73,69% que ha asegurado estar bastante o muy interesado en temas sanitarios, en especial con lo relacionado con el bienestar emocional. Por contra, alrededor de un 66% han asegurado que la política y la economía le interesa poco o nada.

El estudio ha contado también con una fase de trabajo con estudiantes de la UN y la UPNA encargados de buscar vías o métodos para hacer más eficaz esta comunicación hacia los jóvenes.

Entre sus conclusiones, ha indicado Sádaba, está la de que los influencers no son una buena vía para transmitir estos mensajes, pues su relación tiene «una naturaleza más de entretenimiento» y «se establecen unos pactos de lectura donde no necesariamente consideran que lo que el influencer dice es lo que vayan a hacer luego en su vida».

Ha comentado por último que «ellos han vivido que su vida se ha parado durante unos años que ellos consideran claves en su desarrollo personal y creen que en la comunicación hacia ellos habría que reconocer ese parón para que se sientan identificados en los mensajes».