Es tradición que los viernes de Azoka se entreguen los premios a los mejores espectáculos de la edición anterior, además de uno especial que otorga la propia organización a una persona o entidad que se caracterice por su labor en favor de las artes de calle. Este año Jose Luis Ibarzabal fue el galardonado. Y se debe destacar que va recibiendo homenajes similares por otras ferias, festivales, asambleas y gremios, porque desde su trabajo de funcionario en la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco ha logrado racionalizar el trabajo, crear unos sistemas inteligibles y en su figura se encarna el trabajador incansable y la cordialidad, la responsabilidad y el compromiso, asuntos que el propio Ibarzabal enunció como ideario de su forma de ser un servidor público, desde la idea de que desde una idea de izquierda se puede convertir la función públicas en un instrumento al servicio de toda la ciudadanía, en este caso, lo relacionado con las artes escénicas.

No considera lo suyo una vocación, sino un ejercicio profesional consciente.
Tras estos premios, viene una comida pantagruélica de pie, corderitos asados, talos con txorizo, pimientos y mucho txakoli. Al final las muestras de amistad sobrevenidas se incorporan al repertorio de los feriantes, aunque algunos se asustan ya que se dan cuenta de que en un rato deben estar dando volteretas o haciendo el pino con una sobrealimentación y quizás, un exceso de alegría en vena.

Así que, entre lo uno y lo otro, debemos decir que encontrar teatro de -o en la- calle es tarea de entomólogos. Artes Escénicas, artes performativas, circo, todas las variables de la danza no canónica y asimilable, hasta las de fusión se puede encontrar en cada esquina, pero teatro, lo que se entiende como teatro, gestual, musical, de texto o de pensamiento y obra, te lo tienes que imaginar.

¿Es un signo de los tiempos, una renuncia, una colonización o una realidad reversible con el paso de los quinquenios? No se puede debatir hoy. O dicho de oro modo, todas las asociaciones profesionales que se reúnen por las mañanas en asambleas, debates o talleres lo hablan, lo discuten y lo aprueban. Los mirones solamente podemos traer los cafés.

Por eso el ver a las tres artistas de las compañía francesa ”Das Arnak” haciendo capilotracción en el espectáculo de danza y mástil chino “Bakana”, sujetas durante muchos minutos del show por el “chongo” que convierte su moño en un punto de sujeción para realizar figuras voladoras, nos deja anonadados pero inquietos, no tanto por lo que visualmente nos proporcionan sus evoluciones sino porque nuestras neuronas espejo nos hacen sufrir un dolor en el cuero cabelludo al ver estos ejercicios. Descansamos cuando sus moños andan libres.

En uno de los pases presenciados las danzantes llegaban al final sin resuello. Hay que cuidar mucho mejor a los artistas

Todo lo contrario es lo que nos transmiten los ejercicios circenses de “El hito” un espectáculo del circo más esencial y familiar que presentó “Les espectacles del 23”, y que asegura una distracción sin complejos, con toda una familia haciendo ejercicios de suelo o aéreos, conformando una opción que hace de lo tradicional una conmovedora muestra de lo contemporáneo, por calidad, estilo, precisión y concreción.

Sentimos una bendita sensación con la asunción del recuerdo técnico y artístico de una evolución de la danza tradicional vasca, pero en esta ocasión a partir de la danza gallega de toda la vida, convertida en “Credo”, a cargo de la “Nova Galega de Danza”, en una explosión de energía cómplice, de variaciones y evolución hacia lenguajes más actuales de sus músicas y danzas tradicionales.

Se aplaude esta evolución, pero en uno de los pases presenciados, se notaba hacia el final que las danzantes llegaban sin resuello, me imagino que debido a las condiciones al aire libre, un evidente desnivel en el suelo y la temperatura. Hay que cuidar mucho mejor a los artistas.