J.S.

Etiquetado ambiental con rigor científico

El centro tecnológico AZTI y la Universidad de Lovaina han desarrollado ‘Enviroscore’, un sistema de etiquetado ambiental que permite reconocer fácilmente el grado de sostenibilidad ambiental de los alimentos y bebidas en el punto de venta.

El sistema convierte la puntuación agregada en un sistema de comunicación sencillo, visual e intuitivo de cinco escalas.
El sistema convierte la puntuación agregada en un sistema de comunicación sencillo, visual e intuitivo de cinco escalas. (NAIZ)

Uno de los sectores que mayor impacto ambiental provoca debido a la utilización generalizada de envases es el de la alimentación, motivo por el que diferentes entidades trabajan por lograr una producción más sostenible y un consumo más responsable de alimentos y bebidas.

Para dar respuesta a este importante reto, el centro tecnológico AZTI y la Universidad de Lovaina (Bélgica) han desarrollado Enviroscore, un sistema de etiquetado ambiental que mide el impacto de los productos y que está basado en la metodología europea internacionalmente aceptada y estandarizada de Huella Ambiental de Producto. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de múltiples empresas, así como del Gobierno Vasco y de la propia Unión Europea a través de la iniciativa de innovación alimentaria europea EIT Food.

Enviroscore es útil tanto para la industria agroalimentaria como para los consumidores. A los primeros, les permite medir y comunicar el impacto ambiental de sus productos de una forma sencilla, integrando 16 categorías de impacto ambiental en una sola y promoviendo el ecodiseño del producto a lo largo de toda la cadena de suministro. A los segundos, les aporta información fácil de entender que permite comparar entre productos y entre categorías de productos de alimentación y bebidas, motivándoles hacia pautas de consumo más sostenibles

Saioa Ramos, una de las creadoras de la metodología e investigadora del área de Procesos Eficientes y Sostenibles de AZTI, explica que Enviroscore «es un algoritmo que agrega en una única puntuación final los impactos ambientales generados a lo largo de todas las etapas de producción y consumo de un kilogramo de producto. En concreto, se combinan 16 impactos ambientales, entre los que se incluyen, entre otros, el potencial de cambio climático, el agotamiento de la capa de ozono, la contaminación de las aguas, el agotamiento de recursos fósiles o la toxicidad».

A partir de ese análisis, convierte la puntuación agregada en un sistema de comunicación sencillo, visual e intuitivo de cinco escalas (A | B | C | D | E). Esta clasificación integra todos los aspectos relacionados con la forma de producir, procesar, envasar, distribuir, consumir y gestionar los residuos de ese producto.

«Tras la validación con 150 productos alimentarios, se ha concluido que el sistema es capaz tanto de captar la variabilidad de impacto entre los diferentes productos alimentarios y bebidas como de discriminar, dentro de la misma tipología de productos, aquellos productos con 'peores' técnicas de producción, envase excesivo o largas distancias de transporte», asegura Saioa Ramos.