Iraide Ibarrondo
Elkarrizketa
Betto Snay
Rapero, diseñador y activista

«Una ciudad que no es diversa no es una ciudad de verdad»

Betto Snay es un rapero, diseñador de la marca Afrook y activista de origen angoleño vecino de San Francisco. Como migrante, racializado y bilbotarra, Snay ha compartido sus reflexiones sobre el barrio, el racismo y la música en un pequeño pero coqueto despacho donde planifica sus proyectos.

Betto Snay en el barrio San Francisco de Bilbo.
Betto Snay en el barrio San Francisco de Bilbo. (Oskar MATXIN | FOKU)

Snay llegó a Euskal Herria con 17 años huyendo de la guerra civil y servicio militar en Angola. Primero se instaló en Barakaldo junto a su familia y ahora reside en San Francisco, donde está inmerso en numerosos proyectos comunitarios. 

¿Cómo fue su llegada a Euskal Herria? ¿Qué es lo que esperaba y con qué se encontró?

La marca España a nivel de venta y marketing es buena, vende turismo en todo el mundo. España no vende San Francisco ni Cañada del Real. Entonces, ¿qué es lo que ves viviendo fuera de España? Ibiza, ‘Verano Azul’, el Guggenheim… cosas que llaman la atención para que el turismo venga. 

Pero cuando llegas, te das cuenta de que están en un proceso de desarrollo, porque han estado durante 40 años en una dictadura con Franco, por lo que ves que ha avanzado mucho, pero tampoco te creas que es la hostia.

Nací en la capital de Angola y es como aquí. Hay edificios, esculturas… ¿Existen chabolas? Por supuesto, como en todas partes del mundo. ¿Hay dificultades económicas? Como en todas partes del mundo.

Cuando llegué, Bilbo todavía estaba en este proceso. Además, yo vivía en Barakaldo: mucha lluvia, todo gris, muy rocoso… y vi que no era para tanto. La verdad es que no me moló nada y encima ese día llovía a cántaros. Lo único positivo es que tenía a mi madre y a mis hermanos, no hay nada mejor que estar en familia. Estés donde estés, bien o mal, estar en familia es totalmente distinto.

Por lo que cuenta Euskal Herria no era lo que esperaba. ¿Cómo fue el proceso de integración?

No existe una política de integración real. Llegas y eres migrante, negro y Africano. Siempre te van a mirar raro. Por más que se haya avanzado a nivel social, por parte de un montón de asociaciones que han trabajado para que por lo menos se pueda normalizar, no es normal. No vamos a engañarnos.

No es: '¡Eres negro y eres bienvenido!' [dice en tono efusivo]. No, eres negro y no eres bienvenido. Hasta el día de hoy, siendo lo que soy, llevando viviendo aquí 22 años y haciendo lo que he hecho por esta ciudad, todavía me siguen apuntando con el dedo. Aún estamos picando piedra y trabajando para poder conseguir una integración real y una normalización. Soy optimista y creo que en unos años las nuevas generaciones tendrán la oportunidad de superar esas barreras invisibles.

Pero, si te fijas, últimamente existen dos tipos de refugiados. Ahora la gente está con Ucrania como si fueran los únicos refugiados del mundo. Les están dando papeles. También existen refugiados que son de Libia, pero no, esos no [dice con desdén e ironía].

«Cuando ves que hay personas a las que les rechazan el asilo por el color de la piel, te das cuenta de que existen niveles de persona»

No me gusta llegar a tener esta percepción de que existe clasismo entre refugiados o dos tipos de personas. Intento hacer hincapié en que no se debería hacer esa separación de blanco y negro. Pero, cuando percibes esto, te das cuenta de que por mucho que lleves años trabajando va a ser imposible llegar a un acuerdo o normalizarlo. A mí me han rechazado el asilo y no pasa nada. Pero cuando ves que hay personas a las que les rechazan el asilo por el color de la piel, te das cuenta de que existen niveles de persona. 

¿Se ha avanzado? Sí. Soy muy consciente de que los cambios sociales son muy lentos. En Estados Unidos llevan 500 años y todavía siguen matando a negros. Ccreo que debemos aprender y no caer en los mismos errores. Acertar en cómo podemos hacer políticas de integración real para evitar eso es una cuestión complicada de la que ni tú ni yo tenemos la solución».

En su caso la música es una herramienta para transmitir mensajes sociales. Ahí está el ejemplo de la canción 'Camas de cartón'.

A través de mi música intento dar voz y visibilidad a la gente que no tiene voz. A raíz de la pandemia, todo el mundo ha estado en condiciones medianamente 'jodidillas' y me he dado cuenta de que, gracias a dios, yo tengo una cama donde dormir.

Sin embargo, hay gente que no tiene esa posibilidad. Compuse una canción donde hablaba de la historia real de muchas personas: mujeres han sido desahuciadas y que el Gobierno les ha quitado a los hijos, gente que duerme en la calle en camas de cartón… La gente se identificaba con lo que yo hacía.

El rapero Betto Snay con la camiseta para recaudar fondos para las personas sin hogar. (Oskar MATXIN/FOKU)
El rapero Betto Snay con la camiseta para recaudar fondos para las personas sin hogar. (Oskar MATXIN/FOKU)

Entonces, decidí sacar camisetas y venderlas para donar lo recaudado a proyectos que trabajan con gente sin hogar. Además, una de las personas que sale en el videoclip ha fallecido. Tampoco sabía en qué punto se encontraba el chaval, pero resulta que llevaba toda la vida viviendo en la calle y que había estado con los de Bizitegi (asociación que trabaja con personas en peligro de exclusión social).

En una entrevista me dieron las gracias por darle voz a Richard. Y yo, sorprendido: '¿Pero quién es Richard?'. Porque claro, estábamos grabando el video en la calle, él dijo que quería salir y lo sacamos.

Cuando me explicaron que había fallecido, me di cuenta de la realidad. De que hay gente que ha muerto en la calle: a uno le encuentran muerto en un parque de la Casilda, a otro dentro de un contenedor, una mujer bajo el puente del subterráneo de Deusto… Hay un montón de personas en esa situación, es una realidad y hay que hacer algo. No sé el qué. Pero algo.

En ese sentido, ¿qué le pareció que el Ayuntamiento de Bilbo reconociera su labor social, pero que a la vez cerrara las canchas de Atxuri?

Me gustaría entenderlo, pero qué sé yo. Yo tampoco es que sea un tío con influencias que llame y diga: '¡Oye alcalde!'. Coincidí en un acto con él [refiriéndose a Juan Mari Aburto], me dio el reconocimiento y nada más.

Hay muchas contradicciones. ¿Por qué no buscáis formas de que esta gente no acabe en la calle? He ido a jugar al baloncesto y he visto como la policía los sacaba de malas maneras. Es feo y triste porque son personas, independientemente del color de su piel.

Hay problemas que están muy presentes en esta ciudad, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. No hacer nada es contribuir a seguir aportando esa negatividad. Si puedo aportar algo para que ciertas personas vayan hacia delante, lo haré. No es mi labor, pero dentro de la música intento visibilizar y dar voz a personas que no lo tienen, a las personas que lo pasan mal, pero que aportan diversidad al barrio.

Una ciudad que no es diversa no es una ciudad de verdad. Si en una sociedad no tenemos amigos de distintas partes del mundo, no estamos viviendo bien. El mundo es diverso, no es ni blanco ni negro, está hecho por personas.

Entiendo la cultura vasca, respetable, le doy un millón de puntos, pero dentro de esa cultura hay personas que no son vascas pero que son parte de Euskadi y también les tenemos que tener respeto porque están aportando diversidad y hacen que vivamos en una ciudad que lo merece. Además, existe una generación de gente joven que ha nacido aquí, habla euskera pero que no tienen referentes, entonces se van. Pierdes identidad.

Hablando de la identidad, ¿qué es lo que pasa? 

El talento vasco se va porque no tienen referentes y no encuentran su hueco. Tienen la formación, pero no encuentran trabajo aquí, lo que los obliga a irse. Es triste, porque estas personas tienen sentimiento euskaldun. Llevan aquí muchos años, han estudiado aquí, se han formado aquí, pero como no tienen referentes y no existe diversidad cultural real se van.

«Hay que empezar a visibilizar, a dar la oportunidad, a abrir las puertas para que la gente negra formada entre en esos puestos para que los podamos ver»

Las únicas personas negras referentes que pueden tener los niños ahora en Euskadi son los hermanos Williams y Jonás Ramalho; los tres son futbolistas. Es fútbol, bien. El Athletic es la hostia de importante en Bilbo, vale. Pero hay otras cosas que también son importantes. Hay que empezar a visibilizar, a dar la oportunidad, a abrir las puertas para que la gente negra formada entre en esos puestos para que los podamos ver.

Antes ha mencionado al barrio San Francisco. ¿Cómo es el día a día?

Es un barrio que está estigmatizado, un barrio que tiene migración, en el que hay policías cada 50 pasos. La policía y las cámaras son parte del paisaje. Si yo vengo y no veo policías es que algo está sucediendo. Las redadas son brutales, muy exageradas.

Aunque hablemos de estas cosas, la situación no va a cambiar, esto va a seguir porque existe la inmigración. Se estigmatiza la inmigración, se pone a la policía, se nos pone en el punto de mira y seguimos sin avanzar. Ese es el gran problema.

¿Qué en el barrio hay riñas? Pues sí, hay cosas que están mal. Hay desempleo y todo el mundo quiere comer. Si no tienes de qué comer tienes que hacer algo. ¿Está mal? Sí, pero qué le vas a hacer. Si los políticos que tienen un buen sueldo hacen cosas malas, imagínate alguien que no lo tiene. No podemos tapar el sol con el dedo. Hay que ser coherentes y buscar soluciones para esas personas. Ya están aquí, viven aquí y no van a volver, por lo que hay que buscar soluciones para una convivencia más sana.

Betto Snay posa en la puerta de su oficina en el barrio San Francisco. (Oskar Matxin/FOKU)
Betto Snay posa en la puerta de su oficina en el barrio San Francisco. (Oskar Matxin/FOKU)

Pero, por otra parte, en el barrio hay gente buena, muy buena. Gente que ha creado comunidad, gente que ha creado barrio, gente a la que yo puedo llamar por teléfono pidiendo algo, y viceversa. Cuando vivía en Barakaldo no veía esto con mis vecinos. Sin embargo, aquí lo veo. Y no es cosa ni de negros ni de blancos, es todo el mundo. 

«La humanidad que encuentro aquí hace que me sienta libre»

Es un barrio inigualable y que tiene cuestiones positivas: una comunidad brutal, nivel de concentración, nivel de preocupación, todos estamos pendientes de echarnos una mano entre todos, hay un montón de asociaciones que trabajan en red…  No sé de dónde vienes, pero te juro que esto no lo ves en otro sitio.

La humanidad que encuentro aquí hace que me sienta libre. Las personas migrantes que llegan por primera vez a Bilbo van a la Gran Vía y se sienten perdidos, pero en cuanto ponen un pie en San Francisco respiran otro aire.

En el barrio usted ha impulsado diversos proyectos sociales como 'Arte Callejero' o 'Koop SF 34'.

Arte Callejero es un programa en el que intento entrevistar a la comunidad urbana de la ciudad, a los artistas locales. A través de esos chavales, que quieren hacer música, que quieren dar conciertos, hemos creado Arte Callejero y, a la vez, Bilbo Damba Festival. En este festival antirracista, intentamos que los chavales tengan un espacio donde puedan presentar sus obras musicales con calidad.

Hay chavales que cantan muy bien, pero que nunca han hecho una entrevista o dado un concierto porque no tienen a nadie que les impulse. Entonces, a través de Arte Callejero les entrevistamos, emitimos su música y cuando tenemos que seleccionar artistas para el festival les invitamos para que puedan sentirse artistas y emprender su carrera musical. También buscamos a un artista de caché, grande, que pueda atraer a más público.

Por lo tanto, a través de Arte Callejero, la asociación Euskalrap, que está detrás de todos estos proyectos, y Damba impulsamos a la gente joven a hacer música, crear su propio contenido y salir adelante.

Koop SF 34, por su parte, es una cooperativa que creé con mi compañero, George Belinga, para el emprendimiento. Intentamos detectar el talento migrante a la hora de poder expandirse. Esas personas, a veces, no tenían la oportunidad de presentar proyectos de emprendimiento en el Gobierno Vasco, por lo que eran emprendedoras pero invisibles.

Entonces, lo que hemos querido hacer en Koop 34 visibilizarlos y trabajar con ellos desde cero, crear un proyecto en condiciones y que puedan ser parte de este Bilbo mediante el emprendimiento. Se han creado diferentes proyectos dentro de Koop: chavales que dan clases de kickboxing, costura, música, que era lo que yo dinamizaba, exportación de productos a África…

El proyecto lo forman personas migrantes. Somos parte de esta sociedad y creo que es hora de que ocupemos espacios, de no quedarnos en la esquina. Estamos aquí y somos de Bilbo. ¿Al fin y al cabo, los de Bilbo nacemos donde nos da la gana, no?