Sergio Iglesias
CRóNICA MUSICAL

Una noche de leyenda

El Bilbao Arena acoge el festival BBK Music Legends con un amplio cartel. Sergio Iglesias repasa las actuaciones que tuvieron lugar ayer en Miribilla.

Actuación de Status Quo en Miribilla.
Actuación de Status Quo en Miribilla. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Quinta edición del prestigioso festival Music Legends Fest, y primera vez que se celebra en Bilbao, hasta donde se ha trasladado desde Sondika. A priori, el cartel parecía más modesto que el de otros años, más aún cuando a última hora se tuvo que cancelar la actuación de uno de los grandes protagonistas de esta edición, como era Alan Parson Project que, inmediatamente, fue sustituido por Loquillo.

Sin embargo, esta primera jornada se presentaba como una magnífica ocasión para disfrutar de bandas con un nivel altísimo, así que vamos al lío: el primer concierto era el de Anari, quien quizá se vio perjudicada por el horario en que le tocó actuar. Eran las 5 de la tarde y todavía era muy poca la gente que se había acercado hasta el Bilbao Arena de Miribilla, por lo que los y las que estuvimos, pudimos disfrutar casi en familia de uno de los mejores directos que, a día de hoy, se pueden ver en Euskal Herria. La azkoitiarra es una artista única, que desborda pasión y verdad en todo lo que hace,  que canta con el alma cada una de esas magníficas composiciones que crea desde lo más profundo de sus entrañas, con una capacidad excepcional para emocionar.

Así que, demostrando una profesionalidad absoluta, y sobreponiéndose a las circunstancias, Anari hizo su show y, como es habitual en ella, no defraudó. Desde el instante que pisó las tablas del Bilbao Arena junto a la gran banda que la acompaña, comenzaron 60 minutos de pura magia. Y es que todo funciona a las mil maravillas dentro de este grupo que Anari ha creado a su alrededor, y cada paso que dan, o cada nota que interpretan, está perfectamente estudiada para que se integre en esa atmósfera única que sólo pueden crear canciones especiales como ‘Gaur piztutako suak’, donde destacó, como a lo largo de todo el concierto, Xabi Etxeberri al violín, o ‘Piromania’, en la que recordó a las personas afectadas por los incendios de los últimos días en Nafarroa.

También sonaron la emotiva ‘Ametsen eraiste neurtua’ y ‘Orfidentalak’, quizá la pieza que condensa todo lo que es esta banda y donde se demuestra la complicidad entre todos los miembros del grupo. ‘Aingura hegodunak’, de ‘Zebra’ sonó increíble, y no podíamos apartar la mirada del escenario preguntándonos cómo puede tener Anari semejante capacidad vocal para llegar a todas las notas: a las extremadamente altas y a las que casi son un susurro. Para la parte final, la banda dejó una composición más cercana a los cánones tradicionales del rock y el pop, como es ‘Epilogo’ aunque, tal y como explicó la cantante, podría llamarse ‘La industria de la tristeza’, por el retrato tan tristemente real que hace de la sociedad actual. El final del concierto lo puso ‘Oreinak’, en la que, de nuevo, se lució el violinista. Así terminaba el primero de los conciertos del día,  en el que Anari demostró por qué está tocando en un festival como este: porque, sin duda, es nuestra leyenda.

Maika Makovski

La siguiente en subirse al escenario fue la mallorquina Maika Makovski, otra artista única que no paró ni un segundo de moverse, exactamente igual que el resto de los miembros de la banda que montó en plena pandemia para presentar el que, para mucha gente es su mejor disco hasta el momento: ‘MKMK’, un trabajo excepcional, inclasificable y hecho para disfrutar, sobre todo, en directo. Especialmente llamativa es la polivalencia de cada uno de las y los músicos que acompañan a la mallorquina encima del escenario, tocando, literalmente, cualquier cosa que se les ponga por delente: así vimos a la batería cantando, al guitarra tocando la batería, a la propia cantante tocando la guitarra, los teclados y también la percusión… una auténtica locura que hace de los conciertos de Maika Makovski y compañía una experiencia muy divertida, que no deja a nadie indiferente, y donde ellos y ellas son las que más disfrutan, ya que no se les borró la sonrisa en toda la hora que duró el recital. Electrónica, punk, country, garage, postpunk… a la mierda las etiquetas, cualquier sonido tiene cabida en esta batidora sonora en la que, aunque parece caótico, todo está estudiado para llegar como tiene que llegar, tal y como se pudo apreciar en ‘I live in a boat‘, esa maravillosa locura con la que terminaron.

Micky and the Buzz

Antes de ver a las Girlschool, nos pasamos por el segundo escenario, la terraza Voodoo Child, donde Micky and the Buzz estaban dando su primer pase, presentando, entre otras, las canciones de su EP de debut, ‘Strong woman’, creando un ambiente festivo que servía como intermedio idóneo entre los bolos del escenario principal.

Acabada esta primera parte de la banda italo-bilbaína, entramos de nuevo al pabellón a ver a las míticas Girlschool, la banda de rock femenina más antigua que aún permanece en activo desde 1978, representantes de la nueva corriente del heavy metal y hard rock de la escena británica. Comenzaron con ‘Demolition boys’, y desde el principio se notaba que el sonido no era tan bueno como en los dos bolos anteriores, algo que se iría corrigiendo, aunque no del todo, a lo largo de un concierto en el que las veteranas artistas se mostraron rotundas y sobradas de actitud, demostrando por qué, aún hoy en día, pueden codearse con cualquier banda del género. Riffs efectivos (que no efectistas) e himnos indiscutibles como ‘C´mon Let´s go’, ‘Hit and run’ o ‘Race with the Devil’, que hicieron suya desde que se la cogieron prestada a The Gun para su sobresaliente disco de 1980 ‘Demolition’. Además de todo esto, las componentes de la banda tienen una capacidad bestial para conectar con el público, lo que hizo que, aunque como hemos dicho, el sonido no fuera el mejor, saliéramos del bolo con un estupendo sabor de boca, después de disfrutar con la versión de ‘Bomber’ de Motörhead, a la que siguió su imprescindible ‘Emergency’, tema que muchos y muchas por aquí conocimos por la reinterpretación del tema que hicieron MCD bajo el título de ‘Violencia sin cuartel’.

Status Quo

Tras pasar de nuevo por el escenario del exterior para ver el segundo pase de Micky and The Buzz, todo estaba preparado para lo que debía ser el plato fuerte del día, el concierto al que había venido la mayoría de la gente: el de Status Quo. Los británicos son una de esas bandas que nunca fallan, que justifican todo el dinero que se pague por verlos, e incluso creo que son quienes justifican la propia celebración de la presente edición de este festival. Y es que muy pocas bandas pueden presumir hoy en día de un repertorio como el que tienen los británicos tras 60 años al pie del cañón. Diversión asegurada, un sonido impecable y muchos grandes éxitos ejecutados a una velocidad pasmosa, por un conjunto en el que todo funciona como un reloj, dejando claro que, si hay alguien que sabe de qué va esto del rock and roll, esos son ellos. Ante un público entregado, con el que estuvieron interactuando a lo largo de los casi 90 minutos que duró el concierto, Francis Rossi y los suyos demostraron que, aunque el carnet de identidad diga lo contrario, todavía les queda mucha guerra que dar, impresión en la que tiene mucho que ver la incorporación de sangre joven como la de Leon Cave a la batería desde 2013 y, sobre todo, la de Richie Malone, el guitarrista que dio un auténtico espectáculo a lo largo del bolo, no sólo en las seis cuerdas, sino también en las voces. Por resumir un poco la cosa, decir  que sonaron temas míticos como ‘Caroline’, ‘Rain’, ‘Beginning the end’ o ‘The Oriental’, así como sus éxitos ochenteros ‘In the army now’ y ‘Whatever you want’, que dejaron para el final, justo antes de despedirse al ritmo de ‘Rockin’ all over the world’, que convirtió el Bilbao Arena en una auténtica fiesta que nadie quería que se acabara, por lo que la banda tuvo que salir de nuevo para tocar ‘Paper plane’. Mucho nivel.

Gonzalo Portugal

Tras esta sobredosis de rock and roll y con una sonrisa de oreja a oreja salimos de nuevo a la terraza Voodoo Child para ver a Gonzalo Portugal, que presentaba en sociedad su nuevo proyecto de blues rock, con el que sacó hace unos meses un trabajo titulado ‘On my way’. Media hora de pura intensidad en la que, junto a una banda de lujo, Gonzalo demostró por qué es uno de nuestros mejores guitarristas (si no el mejor).

Hawkind

Después de este breve pero intenso subidón, y tras muchas horas de rock, quizá no era el mejor momento para el último bolo del día, el de unos Hawkwind a los que no seré yo quien niegue su estatus de «leyenda» dentro del festival, después de más de medio siglo de carrera. Pero sí diré que, probablemente por desconocimiento, no asimilé bien la propuesta de unos músicos a los que, sin embargo, me gustaría ver en otra ocasión, y en otras circunstancias diferentes, porque creo que este no era el escenario idóneo (o el horario, insisto) para disfrutar del rock psicodélico y el espectáculo de luz y color que  ofrecieron los británicos.

Pues esto es todo lo que dio de sí la primera jornada de un festival que, año tras año, lucha por mantener viva la llama del rock y nos da la oportunidad de disfrutar en vivo de las grandes leyendas del género. Mañana más.