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La renuncia de Johnson abre las quinielas entre los conservadores británicos

A regañadientes, presionado por sus ministros, acorralado por los escándalos y con una última mentira que colmó el hartazgo conservador, Johnson renunció al líderazgo en el partido, pero sigue como primer ministro hasta que se elija sustituto, una continuidad que puede ser dañina para los tories.

Johnson anunció ayer su dimisión como lider del Partido Conservador.
Johnson anunció ayer su dimisión como lider del Partido Conservador. (Niklas HALLE'N | AFP)

Agotado por los escándalos, debilitado por una serie de renuncias sin precedentes y presionado desde el grupo parlamentario conservador y hasta por algunos de los más fieles de sus ministros, el primer ministro británico, Boris Johnson, finalmente anunció su renuncia como líder del Partido Conservador.

«Es claramente la voluntad del Partido Conservador que haya un nuevo líder y, por lo tanto, un nuevo primer ministro», señaló ante la residencia de Downing Street, diciendo que estaba «triste» por dejar «el mejor trabajo del mundo».

Su renuncia abre ahora una etapa de incógnitas. Johnson dijo que seguiría siendo primer ministro hasta que se eligiera a su sucesor, y que el cronograma para la elección de un nuevo líder tory se aclarará la próxima semana.

Después de tres años en el poder, marcados por el Brexit, la pandemia, la invasión rusa de Ucrania y una inflación récord, Johnson ha sido expulsado por su propio partido, cansado de los escándalos, después de unas 60 dimisiones en cascada desde el martes. Reconociendo su fracaso, Johnson, sin embargo, consideró «una locura» que su Gobierno quisiera deshacerse de él y se resistió incluso cuando varios ministros acudieron a Downing Street para intentar convencerle. Llegó a despedir por teléfono a uno de ellos y que era uno de sus fieles, Michael Gove.

Aunque ahora prolonga esta agonía hasta octubre, ya se escuchan voces para que abandone Downing Street sin esperar al nombramiento de un nuevo líder. La mayoría de los británicos (56%) comparte esta opinión, según una encuesta de YouGov.

«No necesitamos un cambio al frente de los tories. Necesitamos un verdadero cambio de Gobierno», afirmó el líder opositor, Keir Starmer. Nadie puede «mirar a Boris Johnson y concluir que es capaz de comportarse como primer ministro interino. Inevitablemente causará aún más caos», opinó la líder independentista escocesa Nicola Sturgeon.

Continuidad tóxica

Algunos conservadores, como el ex primer ministro John Major, también creen que será una continuidad tóxica.

Y puede ser un pesado lastre para preparar las próximas elecciones, después de varios reveses en las urnas.

El jefe del Gobierno pretende tener un sucesor en el congreso anual de los conservadores, previsto para octubre. Pero para algunos, con su salida diferida, Johnson intenta ganar tiempo y aferrarse al poder, aprovechando la falta de un sucesor claro en el partido.

El titular británico de Defensa, Ben Wallace, es el candidato favorito entre las bases conservadoras. Pero las diferencias son mínimas. Wallace, que ha permanecido leal al jefe del Ejecutivo hasta el último minuto, cuenta con el 13% del respaldo en la encuesta de opinión elaborada por YouGov.

En segundo lugar se sitúa la ex secretaria de Estado de las Fuerzas Armadas Penny Mordaunt, una de las grandes defensoras del Brexit (12%) y que ha ganado fuerza durante los últimos días. Ha sido una de las figuras más críticas con el escándalo de las fiestas de Downing Street.

Les siguen el extitular de Economía Rishi Sunak (10%) -hasta hace pocos meses, el principal favorito- y la ministra británica de Exteriores, Liz Truss, que forma parte del «ala dura» del entorno tory más afín a Johnson (ambos con un 8%). El exresponsable de Exteriores y Sanidad Jeremy Hunt se ubica en octavo lugar, junto con el nuevo ministro de Economía, Nadhim Zahawi (5%).

Johnson ha cubierto las vacantes que se han producido en su equipo en las últimas 48 horas, pero no lo tendrá fácil para llenar todos los agujeros de su Ejecutivo, pues debe encontrar más de medio centenar de diputados dispuestos a inmolarse por su causa. El primer ministro confirma el pronótico de que, tras múltiples crisis, se iría a regañadientes y su agonía política sería larga.