Daniel   Galvalizi
Periodista
Elkarrizketa
Alberto Cubero
Líder de la minoría crítica del PCE

«En el PCE no podemos tener como único objetivo el gobierno permanente con el PSOE»

El líder de la disidencia interna del Partido Comunista, Alberto Cubero, con casi la mitad de los votos de los afiliados, pide cambios, pensar «qué pasó en este ciclo del 15M que ahora acaba» y ofrecer una «alternativa nítida» de ruptura con el régimen, junto a fuerzas soberanistas.

Alberto Cubero ha estado cerca de ser elegido secretario general del PCE.
Alberto Cubero ha estado cerca de ser elegido secretario general del PCE. (PCE Aragón)

Hace un mes, un discurso del concejal por Zaragoza, Alberto Cubero, explotó en Twitter. Y es que a pesar de no estar abierto a la prensa, uno de los dirigentes grabó su vehemente alocución en el XXI Congreso del PCE, en la cual vertió duras críticas a la gestión del exsecretario de Estado y diputado Enrique Santiago, quien conduce el partido hace cuatro años.

Santiago fue reelecto pero por un muy poco frecuente escaso margen: 54% contra 46%, un casi empate que consiguió la disidencia liderada por Cubero, quien por pocos votos no triunfó. No suele pasar que unas elecciones partidarias sin voto directo tengan un resultado tan ajustado.

Según Cubero, de 40 años, casado y con dos hijos con quienes pasa estos días en el Pirineo aragonés, ello responde a la deriva que ha tomado el PCE, un partido histórico del Estado que sufrió vilmente la represión franquista y luego fue uno de los soportes claves de la Transición y la Constitución de 1978. En 1979, con Carrillo de líder, obtuvieron el 11% en unas generales. Pero actualmente los comunistas tienen un rol desdibujado dentro de la coalición de Unidas Podemos, cuya formación principal es la de los morados.

En entrevista con NAIZ, Cubero (uno de los fundadores de Zaragoza en Común, la fuerza que ganó las municipales en la capital aragonesa en 2015) explica sus críticas a la gestión de Santiago («ha priorizado la lucha institucional sobre la calle»), dice intuir que el proyecto de Yolanda Díaz puede acabar fracasando si no se define programáticamente y llama a las fuerzas soberanistas vascas, catalanas y gallegas a trabajar por «una colaboración que supere al Régimen del 78».

¿Cree usted que hubiera ganado si votaran los afiliados y no los delegados?

Bueno, ante todo creo que fue un buen resultado, estamos bastante esperanzados. Es para estar orgullosos. Cuando se planteó el inicio del Congreso hicimos un documento alternativo y ha contado en el proceso de debate territorial con el apoyo de 12 de los 18 territorios [los cuatro herrialdes vascos forman una unidad]. En donde no nos apoyaron fue Andalucía, Castilla-La Mancha, Catalunya, Baleares y el País Vasco. Independientemente del resultado, ha supuesto una apertura del debate sobre el desarrollo de los últimos cuatro años, de a dónde venimos y a dónde vamos, que se haga a tumba abierta. Y sobre la votación... bueno, yo creo que el funcionamiento del partido es por delegados y plantear funcionamiento directo de militantes no forma parte de nuestra cultura política y resulta imprevisible pensar cómo seria eso. No soy capaz de aventurar un resultado.

¿Y cómo es esa cultura política?

Los documentos se debaten desde los núcleos, las organizaciones de base. Que el voto sea directo tampoco quiere decir que sea mas democrático, lo que hay que tratar es de que haya debate y contraste de ideas. Muchas veces el voto directo limita más el debate de ideas, de abajo hacia arriba. Nuestro modelo es que los militantes de base se juntan y discuten propuestas políticas en forma de enmiendas y que se concretan en una síntesis superadora. Muchas veces en el voto directo se pierde mucha fuerza de debate. El voto directo es mas bidireccional, no interlocutas con el resto de los militantes.

El PCE ha perdido un tercio de su militancia. ¿Por qué? ¿Está en crisis?

El partido no es ajeno a la realidad del conjunto de la izquierda política, en la que hemos vivido en los últimos años pérdida de militantes, del pulso de la calle, de presencia... con respecto a los primeros años de la década anterior. El PCE sigue siendo un partido con enorme capital político y  con una militancia inserta en las luchas sociales del país, una militancia abnegada y con elevado nivel de formación política, lo que lo hace ser una fuerza determinante.

Pero usted criticó duramente la dirección de Santiago y sus decisiones...

Creo que la fortaleza de un partido comunista la determina la capacidad de su propia militancia, y no la proyección pública o mediática de sus diferencias o los grados de responsabilidad que se tienen en un partido. Se ha priorizado en el último periodo la lucha institucional, la gestión gubernamental frente a la movilizacion social. Eso es evidente, se han depositado excesivas esperanzas en el gobierno de coalición (PSOE y UP). Hay que volver a recuperar la calle, la construcción de poder popular y de tensión social. Es una de las principales diferencias en la visión de lo que han sido estos últimos cuatro años.

En nuestra cultura política es fundamental la critica y autocrítica en lo que ha sido la gestión externa e interna. Ahora toca hablar y hacer las soluciones, es parte del clamor, buscar una dirección integradora, basada en los porcentajes que hubo entre una alternativa y otra. Es fundamental para lograr la unidad y solucionar los problemas, hay necesidad de una síntesis política. Este ciclo político ha sido muy complejo en cuanto que ha sido muy vertiginoso y en ocasiones los escenarios y cuestiones se resolvían con falsas dicotomías, como «gobernar con el PSOE o viene la ultraderecha» o «dentro de Podemos o nada»... Hay que repensar las opciones.

Hace casi un mes que fue reelecta la dirección de Santiago. ¿Usted ve esos intentos de una ejecutiva de síntesis tras el casi empate que hubo?

El secretariado del partido tiene que hacerse en base a lo dicho por la militancia, unos resultados porcentuales. No solo se trata de repartir una dirección salomónica, sino que hace falta que funcione de forma coordinada y cohesionada, hay que hablar de acuerdos políticos y de funcionamiento. De nuestra parte, toda la disponibilidad para trabajar en esta línea. Dicho eso, ha pasado un mes del Congreso y todavía no hemos recibido ni una llamada para trabajar en esto. Hasta ahora ni un mensaje informal, no hubo contactos. Entiendo que son tiempos estivales...

¿Cree que los habrá?

Espero y deseo que los haya, sería lo correcto. La unidad fue un clamor del Congreso del partido y siempre así lo hacemos los comunistas; después de la crítica, hay búsqueda de síntesis en la colaboración. Sería un error no hacerlo. Hasta ahora los gestos que pudo haber no fueron en esa línea. En el Congreso se eligió la presidencia del partido y no se contó con el 46%. Queremos considerar por nuestra parte que esto forma parte de la época que estamos viviendo y esperamos a que pase el verano.

Le oigo un tono mucho más armonioso y moderado que lo que fue su discurso en el Congreso…

Bueno, una cosa es el debate a tumba abierta en el partido y otra es el discurso hacia afuera. Las criticas no harán más que perjudicar al partido.

¿Qué cosas o cambios debería tener la nueva etapa?

Planteamos tener un horizonte estratégico que vaya mas allá de la gestión del gobierno de coalición. No podemos tener como único objetivo el gobierno permanente de coalición con el PSOE, sino la construcción del socialismo. Y tiene que basarse en la construcción concreta de movilización, conflicto y poder popular desde las contradicciones que están aflorando y van a ir a más, y el otoño caliente que se está dibujando, con enormes problemas sociales y una inflación del 10%.

El propósito del partido, sin abandonar el trabajo institucional, tiene que ser tener un pie en las instituciones y un pie en la calle. Lo que ha caracterizado al PCE es tener la capacidad política en momentos de desorientación y zozobra, abrir debates y centrar propuestas calificadoras. Estamos en un cambio de ciclo, lo lógico seria abrir el debate, pensar qué pasó en este ciclo que comenzó con el 15M y hacia dónde quiere ir la izquierda.

«No se ha hecho un debate real sobre qué ha pasado con lo que soñábamos en la movilización del 15M»

El proyecto Sumar de Yolanda Díaz, ¿lo ve atractivo para la izquierda?

Creemos que es el momento de que el proyecto Sumar se vaya concretando y desarrollando mas allá de lo que es, y que no sea unicamente una candidatura electoral o un proyecto individual. Que se hable desde la base, con todo el mundo, que pueda construir. Debe concretarse programáticamente y decir qué pretende hacer. Quizas el principal déficit que se intuye es que el proyecto viene a intentar reavivar lo que ha sido la estrategia, el gobierno permanente con el PSOE, que para nosotros es, si no erróneo, cuanto menos insuficiente.

Se intuye que se apuesta a lo mismo. Se ven actos públicos pero que no son como los del 15M, no se construyen grupos de barrio desde la base. Si Sumar se queda exclusivamente en un proyecto electoral con la figura mediática de Yolanda es un proyecto que acabará fracasando. Desde el PCE trabajaremos para que no sea así y para que trabaje en un programa estratégico que rompa con las bases del Régimen del 78. No se ha hecho un debate real sobre qué ha pasado con lo que soñábamos en la movilización del 15M.

¿La sociedad del Estado español está por la labor de permitirse escuchar, y quizás apoyar, un proyecto de ruptura con ese régimen?

Si no se ofrece esa alternativa de manera clara y nitida, desde luego nunca la mayoría social de este país va a imaginar una salida rupturista. Si no se ofrece, jamas lo pensará. Las condiciones objetivas para ese proyecto de izquierda rupturista siempre han estado allí pero creo que lo que viene este otoño, y con las contradicciones concretas, va a dar más posibilidades. La gente lo está pasando muy mal, aunque no lo veamos o queramos verbalizar, hay una pérdida del poder adquisitivo de la clase trabajadora muy preocupante. Como en 2008, se está percibiendo que aunque sea un gobierno sensible y con la parte de UP que tiene buena voluntad, ni aún con todo eso se está consiguiendo frenar la pérdida del poder adquisitivo. Hace falta algo más.

«Si no se ofrece a la mayoría social del Estado una alternativa rupturista clara, desde luego nunca la va a imaginar»

¿Cómo es la relación con otras fuerzas rupturistas con el 78 pero que son soberanistas, como ERC, Bildu, BNG y la CUP? ¿Cree que debería haber más trabajo común a pesar de la competencia por el electorado?

Bueno, ser competidores en lo electoral no tendría por qué complicar la relación. Durante este ciclo se ha lanzado la idea que la izquierda independentista de otros territorios formara parte de un gobierno de coalición, y creo que la relación no debe ser colaborar únicamente en el ámbito del Estado, creo que hay que colaborar en la línea de la superación del Estado, en cuestionar la monarquía, en el reconocimiento de la autodeterminación, etc. Trabajar en construcción de poder popular y superación del régimen. Es más lo que nos une que lo que nos desune.