Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

James Bond, seis décadas en la agitada vida del agente 007

Sean Connery, George Lazenby, David Niven, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig comparten la iconográfica numeración de serie 007. Creado por el escritor Ian Flemenig, el intrépido James Bond cumple 60 años desde su primera irrupción fílmica en ‘Agente 007 contra el Dr. No’.

Un fotograma de la película ‘Agente 007 contra el Dr. No’.
Un fotograma de la película ‘Agente 007 contra el Dr. No’. (NAIZ)

A pesar de que su profesión exige cautela y discreción, nunca pasa desapercibido. Viste smoking y antes de iniciar una partida de cartas, se acerca hasta la barra del casino para pedirle al camarero un martini con vodka agitado, nunca revuelto porque según afirma él «si se agita, puede disminuir los sabores». Por otro lado, se sabe que el martini agitado mantiene más el frío que removido, básico para que el sabor sea el correcto.

Nuestro protagonista mide 1,83 cm, pesa 76 kilos, y muchas mujeres lo consideran un producto caduco, un fósil machista de la ‘Guerra fría’. Su cabello es negro, peinado hacia la izquierda de forma descuidada, con un mechón rebelde que cae sobre su frente. Su mirada gris está subrayada por unas cejas rectas, largas y negras, lo que le confieren un toque calmado y cínico.

Bajo su nariz larga y recta, un pequeño labio superior perfila una boca amplia y finamente dibujada, aunque cruel. Su rostro, de piel morena tostada por el sol, termina en una barbilla de línea recta y firme.

Si nos fijamos con más detenimiento descubriremos una cicatriz fina de tres pulgadas en la mejilla derecha, otra en el hombro izquierdo y señales de cirugía plástica en el dorso de la mano derecha.

Mientras enciende un cigarrillo sin filtro –su media es de 60-70 diarios y utiliza una combinación de tabaco turco y balcánico preparado en exclusiva por Morland's y adornados con tres aros dorados–, una mujer de rasgos orientales se coloca junto a él para interesarse por su nombre. Sin quitarse el cigarrillo de entre la comisura de los labios, responde escuetamente «Bond, James Bond».

En ese instante, una música sacude nuestro casino imaginario y el tema compuesto por John Barry otorga a nuestro protagonista el oportuno respaldo sonoro para llevar a cabo una nueva misión secreta.

Fuentes históricas

Según detallan las crónicas, el creador del agente 007 –Ian Fleming– tomó prestado el nombre de su personaje de ficción del ornitólogo estadounidense James Bond. A Fleming le cautivó este nombre porque le resultaba simple y breve, carecía de romanticismo y su sonoridad dotaba a su personaje de gran masculinidad.

En 1961, la esposa del ornitólogo, Mary Fanning Wickham Bond, escribió a Fleming amenazándolo irónicamente con demandarlo por difamación. Fleming confesó que tenía toda la razón y, aparte de regalarle una copia firmada de la novela ‘Solo se vive dos veces’, le ofreció su propio nombre para que lo utilizaran de la forma que consideraran oportuna.

Asumido el reto, el ornitólogo usó el nombre del escritor para denominar a una rara especie de ave jamaicana.

Si nos atenemos a los orígenes de James Bond, descubrimos que existen varias teorías. Una de ellas se refiere al prefijo 00 que se daba a muchos documentos del Whitehall y que Fleming veía diariamente mientras trabajaba para la inteligencia Naval. Otra explicación es la que se refiere a John Churchill, el Duque de Marlborough –antepasado de Winston Churchill– que empleaba el código 00 para enumerar a los espías que tenía en nómina durante la guerra que tuvo como escenario el Estado español entre 1701 y 1714.

El número que otorga a James Bond licencia para matar, también es atribuido a John Dee, considerado por muchos historiadores como el primer espía británico, al servicio de la Reina Isabel I, conocido por el número 007 cuando trabajaba para la inteligencia británica contra los españoles para desbaratar los planes del Rey Felipe II.

Dee fue un hombre culto que viajó mucho y muy respetado por sus conocimientos en matemáticas y filosofía, al igual que por sus conocimientos como alquimista y astrólogo. También se le atribuía una fama de galán incansable y utilizaba el código 007 en sus mensajes dirigidos a Isabel I. Se dice que el doble cero simulaba dos ojos –lo cual quería decir que el mensaje era ‘Sólo para sus ojos’– y el 7 se añadía como referencia al número de la suerte.

Otro de los aspectos menos conocidos de James Bond son su pasado y orígenes. Tal y como detalla su biografía, es descendiente de Norman Le Bond (1180), Sir Otto Bond (1387) –propietario del Señorio de Whickham's Brew– y Sir. Thomas Bond –Baronet de Peckham–, fallecido en 1734. En su escudo de armas encontramos su singular lema familiar ‘Orbis Non Sufficit’, ‘El mundo nunca es suficiente’.

James Bond nació en Escocia, aunque su fecha de nacimiento es una incógnita. Según relata John Pearson en ‘James Bond: The Autorized Biography’, 007 nació el 11 de noviembre de 1920 en Wattenscheid.

No obstante, si nos fijamos en el obituario de la novela ‘Solo se vive dos veces’, su fecha de entrada en el Ministerio de Defensa británico corresponde al año 1941, a la edad de 17 años. Por tanto, habría nacido el 1924. Sin embargo, un tercer elemento en discordia aporta mayor confusión: En ‘Desde Rusia con amor’, se afirma que entró en el Servicio Secreto en 1938.

Contra el Dr. No

A su vez, el Guy Green, Ken Hughes y Guy Hamilton –que en el futuro se convirtió en un director referencial de la saga Bond– rechazaron dirigir ‘Agente 007 contra el Dr. No’. Terence Young fue el siguiente en esta lista y aceptó el encargo de dirigirla por el precio de 17.500 libras.

Cuentan las crónicas que Cary Grant rechazó interpretar a Bond y que James Mason tan solo aceptaba encarnarlo en no más de dos entregas. Finalmente, el elegido fue el entonces desconocido Sean Connery después de que Dana Broccoli, esposa del productor Cubby Broccoli, lo descubriera en la película Disney ‘Darby O'Gill y el rey de los duendes’ y le dijera a su marido que era un actor muy sexy. Por su parte, el escritor Ian Fleming le ofreció el papel de Dr. No a su amigo y compañero jamaicano Noel Coward. La famosa respuesta de Coward fue: ‘No! No! No!’.

Christopher Lee, primo lejano de Fleming, también se mencionó como opción para encarnar al primer enemigo de Bond. Años más tarde, Lee se sumó a la lista de villanos megalómanos de la franquicia interpretando al pérfido Scaramanga en ‘El hombre de la pistola de oro’.

Entre las anécdotas que rodearon la filmación figura la célebre escena en la que Ursula Andress emerge del océano, una secuencia que tuvo que ser repetida multitud de ocasiones. ‘Agente 007 contra el Dr. No’ supuso el despegue de la carrera de Ursula Andress. Inicialmente, a ella no le atraía esta película, pero fue su amigo Kirk Douglas quien la convenció tras leer el guion.

Durante el rodaje del tiroteo en la playa, Terence Young descubrió a un grupo de personas que se acercaba desde la playa a la zona de rodaje. El director enfurecido les gritó «Agacháos, ¡bastardos!». Asustados, cumplieron a rajatabla la orden. Al cabo de un rato, se supo que se trataba de Ian Fleming en su primera visita de rodaje. ‘Agente 007 contra el Dr. No’ tuvo un presupuesto de un millón de dólares, la misma cifra que cobró Sean Connery para interpretar a Bond en ‘Diamantes para la eternidad’.

Escenarios cercanos

Se sabe que James Bond ha recorrido no solo este mundo, sino parte del espacio exterior –‘Moonraker’–. Por ello, no resulta difícil descubrir a este personaje en la escenografía de Euskal Herria. En una escena de la película ‘James Bond contra Goldfinger’ (Guy Hamilton, 1964), se puede ver que detrás del infalible agente secreto encarnado por Sean Connery, se puede ver un cartel donde se lee claramente ‘Euzkadi’.

Mucho más relevante fue la presencia de nuestra escenografía en ‘El mundo nunca es suficiente’ (Michael Apted, 1999) cuando Pierce Brosnan eludía a unos ertzainas y se descolgaba desde un piso lindante al Guggenheim de Bilbao o, en el mismo filme, huía de los rusos a través de unos paisajes sospechosamente similares a las Bardenas.