Aritz Intxusta
Redactor de actualidad
Elkarrizketa
Renata Ávila
Abogada de Julian Assange

«Estamos bajo control permanente para ver si somos viables para la sociedad o no»

Abogada Guatemalteca especialista en propiedad intelectual y nuevas tecnologías, Renata Ávila es portavoz del equipo de abogados que asiste a Julian Assange, a quien conocía desde 2007. Además, es miembro de la dirección de Creative Commons.

Renata Ávila, en el Hotel 3 Reyes de Iruñea.
Renata Ávila, en el Hotel 3 Reyes de Iruñea. (Iñigo URIZ | FOKU)

Demasiado que hablar y poco tiempo. Se nota en el resultado final. La entrevista quiere seguir. Perseguir la mano de la mano de Renata todos esos datos que salen de forma permanentemente desde el móvil que ahora mismo tienes al lado para ver dónde llegan y qué se hace con ellos. Pero, primero, tocaba a hablar del fundador de Wikileaks. Acudió a Iruñea para unas jornadas, con apoyo del Gobierno, sobre "Libertades y Derechos Humanos en la era de la conexión sin descanso". 


¿Cual es la situación hoy de Julian Assange?

Está preso, pero no cumpliendo una sentencia, sino en prisión preventiva. Cuatro años ya. Algo nunca visto en Reino Unido. Una persona que no ha cometido ningún crimen violento, que ha tenido siempre buena conducta, que no representa peligro alguno a la sociedad, que tiene una familia en Reino Unido... Abu Qatada, para que te hagas a una idea, acusado de crímenes terroristas y de inspirar el 11-S, estaba aquí en arresto domiciliario. Y un periodista como Julian, un científico de la computación está en la prisión de máxima seguridad del país.

¿Por qué ocurre esto?

Hay una doble complicidad. De un lado, está EEUU pidiendo la extradición. Reino Unido simplemente debería hacer un trámite. Mirar si los requisitos se cumplen y, de ser así, que se lo lleven. Mientras esto sucede, los jueces tienen la posibilidad de determinar si esta persona espera en prisión o preparando su defensa con sus abogados, en su casa junto a su familia, para uno de los juicios más complejos de la historia. Julian está en prisión, porque el miedo, el peligro que representa Julian, no es contra toda la sociedad, sino contra los sectores más poderosos de la misma. Es un caso claro de este término recientemente acuñado de «lawfare», usar la ley como un arma para destruir a alguien.

Se anuló, en un primer momento, la petición de extradición por el riesgo e suicidio.

Eso es lo que hoy está en disputa. En primera instancia se denegó; en segunda, se anuló esa decisión. La ingeniería legal del caso tiene muchas ramas, ha dejado de ser un proceso lineal. Tendría que pasarte un diagrama. Y EEUU está pidiendo tantas extensiones del plazo como le es posible. No discutimos es si es espía o terrorista, sino sobre si la solicitud cumple con los requisitos británicos y europeos para la extradición. De resolverse la cuestión, eso no acabaría con el caso. Solo serviría para Reino Unido. En el resto del mundo podrían requerirlo.

Me hago cargo. Con el anterior presidente catalán, hoy exiliado, pasa lo mismo.

Por otro lado, una de las señas del proceso es que, si EEUU puede hacer el proceso más largo, lo hace más largo. La intención no es hacer justicia, sino castigar. Ahora han pedido una última extensión de plazo para responder a una cuestión. En la práctica, serán seis meses más que lo retrasarán todo, e implicarán que Julian pasará otras navidades encarcelado. En Guatemala llamamos a eso tortuguismo jurídico, ir tan lento como pueden. Y, en paralelo, ha sucedido algo ha contaminado el caso de inicio.

«Assange está preso porque representa un peligro contra contra los sectores más poderosos de la sociedad»

¿A qué se refiere?

Prácticamente todos los abogados de Assange, que hay equios en siete países, fuimos espiados por una empresa privada de seguridad: UC Global. El Gobierno de Ecuador los contrató par que dieran seguridad a la embajada. Y sucedió que estos señores trabajaban para dos patrones: Ecuador y los servicios de inteligencia estadounidenses.

Grabaron las reuniones legales y e incluso todas las reuniones médicas. EEUU cuenta con toda nuestra estrategia de defensa. Un alertador filtró las grabaciones y lo tenían todo. Vídeos de lo que hacía todas las horas del día. Que graben a los abogados es sensible, pues si la otra parte ya lo tiene todo, ¿cómo se puede hablar de un proceso correcto? Luego está la confidencialidad médica. Eso también es un arma... Hay mucha gente que muere en prisión. Y también grabaron a periodistas por hacer las mismas preguntas que haces tú.


Por resumir. La orden de extradición está en la última instancia de Reino Unido. Y, en caso de resultar desfavorable, los defensores pensáis llevarlo a la Corte Europa de Derehcos Humanos.

Exacto. Pero yo estoy preocupada. Yo entré al caso porque me unía una amistad con él desde 2007. Desde el lado humano, yo le recuerdo tal como era antes. Ya no es el mismo. Está destruido. Tengo miedo por su integridad física y mental.

23 horas al día en la celda y solo un paseo de 45 minutos deben devorar a una persona en su situación.

Todas sus comunicaciones con su familia, con sus hijos, con los abogados. Está todo el día monitorizado. Es una cosa horrible estar así. Cuando escribo a esa prisión, sé que esa confidencialidad no se va a respetar jamás. Han sido años sin poder tener un conversación privada con alguien.

Al final, está siendo devorado por ese Gran Hermano al que pertendía tumbar, y del que nadie se libra.

Absolutamente nadie.

«La extracción de datos son las nuevas cadenas invisibles, que son ya son completamente no humanas»

Al preparar la entrevista, escuché una intervención suya muy turbadora. Hablaba de las máquinas conectadas y ponía el ejemplo de un obrero de Bangladesh, que no tiene siquiera un móvil, y que, sin embargo, está siendo vigilado por las máquinas de su alrededor para exprimirle más en su trabajo.

Son las nuevas cadenas invisibles, que son completamente no humanas ya. El uso de los datos no es nuevo. A las personas pobres se les ha cuantificado y tratado como datos desde siempre. Se les examina, vigila y controla desde siempre. Antes hablamos de las nuevas desigualdades digitales. Veíamos la desigualdad en no poder conectarte. Ahora, el problema está en no poder desconectarte, no saber a qué reglas estás sujeto en esa constante conexión invisible. Ya no tienes un vigilante en la puerta, sino que todo está muy integrado.

No lo vemos con trabajadores solo. En países desarrollados se ha usado también para la Educación, para mirar la atención, para comprobar si miran la computadora o no, para ver cuánto tardan en responder...

Suena aterrador.

Estamos sujetos a una serie de controles y cuantificaciones que determinan si somos viables para la sociedad o no. Y estos sistemas están basados en patrones y comportamientos que se alimentan de datos de una única cultura, de una forma de ser. Muchos de los algoritmos que se usan para las fábricas se hacen pensando en cómo funciona una fábrica en EEUU o China. Pero hay diferencias físicas y culturales que se obvian. Esa ambición por maximizar resultados las pasa por encima. Se hace un barrido de las diferencias, pero el patrón no funciona. Un operario con una dieta calórica de menos de mil calorías al día no puede ir a la misma velocidad que una que sí puede alimentarse debidamente. Pero el algoritmo siempre va a buscar explotarte al máximo. Es insaciable.