Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

De la ciencia y el arte, tenis dialéctico con Etxenike y Zugaza en el Kursaal

Se ha celebrado en Donostia la 11ª edición del Global Innovation Day, un evento que pone en el escaparate experiencias de innovación en diferentes campos. Uno de los platos fuertes ha sido la charla entre el físico Pedro Miguel Etxenike y Miguel Zugaza, director del Bellas Artes de Bilbo.

Pedro Miguel Etxenike y Miguel Zugaza han debatido sobre las diferencias y los puntos en común de la ciencia y el arte.
Pedro Miguel Etxenike y Miguel Zugaza han debatido sobre las diferencias y los puntos en común de la ciencia y el arte. (Gorka RUBIO | FOKU)

Pedro Miguel Etxenike y Miguel Zugaza son, cada uno en su campo, nombres de reconocido prestigio no solo en Euskal Herria, sino más allá de sus límites geográficos. A modo de resumen, el primero es presidente de la Fundación Donostia International Physics Center (DIPC), mientras que el segundo ejerce como director del Museo de Bellas Artes de Bilbo. Aunque su currículum académico y profesional es tan extenso que solo con él se podría casi llenar el contenido de varias páginas. Por no hablar de los galardones y reconocimientos que han recibido a lo largo de su carrera.

Ciencia y arte, arte y ciencia. Ambos han ejercido de paladines de sus respectivas especialidades en el cara a cara que han protagonizado este martes en el Kursaal de Donostia. Un interesante diálogo que ha sido uno de los platos principales de la undécima edición del Global Innovation Day, evento organizado por Innobasque (Agencia Vasca de la Innovación) y que forma parte de la forma parte de la XXII Semana de la Ciencia, Tecnología e Innovación.

El diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, ha dado la bienvenida a los asistentes, destacando que el talento y la innovación suponen «un desafío» frente al cual se está realizando «un importante esfuerzo». Suyo ha sido el banderazo de salida, tras el cual Manuel Salaverria, presidente de Innobasque, ha destacado que ha sido el afán por innovar el que ha llevado a la humanidad a «de ver las estrellas a entenderlas, desde el fuego en una cueva hasta la inteligencia artificial. Hemos llegado hasta aquí gracias a una sucesión de talentos innovadores. En gran parte somos lo que fuimos, y seremos lo que ahora somos. Debemos impulsar por ello a los talentos jóvenes».

El actor Eneko Sagarduy ha ejercido de maestro de ceremonias en un comprimido programa de solo tres horas en el que no ha habido lugar para la pausa. Sentados en dos sillones de color blanco, frente a frente y de perfil al público, Etxenike y Zugaza han disputado durante tres cuartos de hora su particular partido de tenis dialéctico, por supuesto amistoso pero no exento de algunos raquetazos bien ajustados a la línea de fondo, para goce del personal.

Recuerdo a Leopoldo Zugaza

El saque inicial le ha correspondido al físico, quien ha tenido un sentido recuerdo para Leopoldo Zugaza, padre de Miguel, con quien trabajó a principios de los 80 del pasado siglo en el Gobierno autonómico y que falleció la pasada semana. Como botón de muestra de su extenso legado, fue uno de los ‘padres’ de la Feria de Durango.

Etxenike ha destacado que «la ciencia, como constitución de la verdad, no es inferior ni superior al arte, pero tiene una aplicación práctica superior, es su triunfo instrumental». Ha recordado como anécdota que en su juventud aprendió, en su Izaba natal, que Carlos V marchó a morir «anciano y decrépito» al Monasterio Yuste. Tenía 54 años, una edad en la que hoy, por norma general, se está lejos de ser «anciano y decrépito» gracias a la ciencia.

Más allá de esta virtud, ha añadido que «la ciencia es esencial para el humanismo moderno, para el terreno cognitivo, ha permitido contestar preguntas de la filosofía, de qué están hechas las cosas. La ciencia es la obra de arte colectiva más importante de la humanidad», aunque ha concedido que «este triunfo no nos debe hacer pensar que la ciencia es la única forma de conocimiento verdadero, hay otras fuentes esenciales para nuestro desarrollo personal, como el arte».

En su primer resto, el director del Bellas Artes –durante 15 años dirigió El Prado, en Madrid– ha recogido el guante del «fuerte envite» lanzado por Etxenike, «hablando del triunfo de la ciencia frente al arte. Si no fueses tú sería sospechoso, pero siendo fundador de Jakiunde, no eres sospechoso de no dar al arte el papel que tiene».

«La utilidad de lo inútil»

«Las ideas que tenemos sobre el arte siguen siendo las que fueron postuladas en la Grecia clásica», ha continuado. «El arte está en medio de la ciudad, los museos son un lugar de extraordinario prestigio. Hay dos grandes diferencias entre el mundo científico y el arte. Uno es la cualidad práctica, la ciencia es útil, responde a las preguntas, el arte no tiene esa obligación, debe cuestionar constantemente, la utilidad de lo inútil. La segunda diferencia es que la ciencia se autoconsume, la sucesión de descubrimientos va solapándose a lo anterior, mientras que en el arte se va sumando, no pierde los componentes del pasado, el pasado da sentido a las posiciones del presente».

Al respecto, Etxenike ha subrayado que «materias aparentemente inútiles son esenciales para que tengamos una vida plena y humana», y ha narrado una anécdota sobre un político estadounidense que se preguntaba para qué destinar presupuesto a cuestiones que no servían para la defensa del país, ante lo cual le respondieron que «no sirve para nada, excepto para que merezca la pena defender el país».

Ha reconocido asimismo que desde el momento en que «la ciencia es progreso, Eisntein supera a Newton, mientras que Picasso no supera a Goya. No habría Gioconda sin Leonardo, pero alguien hubiera descubierto tarde o temprano la estructura de doble hélice del ADN. La ciencia es rebelión contra lo anterior, pero construyendo sobre eso. Ahí está la tensión de la ciencia moderna».

Miguel Zugaza ha apuntado que «el arte es una actividad muy individual. Ese individualismo que nos lleva a la idea de la genialidad, que no se da con los científicos. Se habla de Goya, Picasso… y se destaca ese rasgo, esa mirada subjetiva que los diferencia del resto. El artista siempre mira más hacia adelante, mientras que el científico ve lo que ha ocurrido».

«El mayor genio de la humanidad»

Etxenike asumió que «el arte es más individual que la ciencia», aunque ha defendido que «la ciencia es una obra colectiva con personas singulares que son genios», y ha reivindicado a Newton como «el mayor genio de la humanidad». También ha reclamado la belleza de la ciencia, cuya muerte se ha solido anunciar. «Cada vez que alguien anuncia la muerte de algo, ese algo suele gozar de buena salud cuando el predictor ya ha fallecido», ha remarcado entre las risas del público.

El físico navarro ha recordado una cita del poeta inglés John Keats, quien dijo que «la belleza es verdad y la verdad es belleza: eso es todo lo que necesitas saber en la Tierra». Etxenike discrepa, «hay que sabe más». «El experimiento es en ciencia el único juez. El arte no tiene por qué probar nada, no tiene por qué explicar. La explicación científica no quita belleza a su visión artística, se la añade».

«El arte es esa licencia que se toma el ser humano para hablar de aquello que es inefable, que no podemos alcanzar», ha apostillado Zugaza.

El futuro ha sido otro de los temas abordados durante la charla. Etxenike ha hablado de la Florencia del Renacimiento para destacar la necesidad de crear condiciones para atraer talento. «Yo al principio pensaba: ‘Que los mayores se retiren, dejen paso a los jovenes y ya está’. Con los años obviamente ha cambiado mi percepción», ha indicado con una sonrisa de 72 años. «Parece que los científicos envejecemos, mientras que los artistas maduran», ha apostillado.

Ya más serio, a su juicio «no estamos tan mal, tenemos una tendencia exagerada a autoflagelarnos», y ha citado al filósofo francés Michel de Montaigne: «El que teme padecer, padece ya lo que teme».

Atracones y ayunos

Miguel Zugaza ha destacado la proyección del arte y de sus infraestructuras hacia el exterior, con «el museo Guggenheim como faro», mientras que Etxenike ha reclamado libertad para la ciencia y para el arte. Además ha pedido continuidad en las políticas, ya que «no son buenos los atracones en un día y el ayuno al día siguiente», además de una relación amable que no ahogue la creación en uno u otro ámbito a través del exceso de burocracia. «Soy optimista, porque el pesimismo, sobre todo en público, es estéril».

El director del Bellas Artes –el museo se halla inmerso en un proyecto de ampliación–, ha abordado también el concepto de evolución, y ha contado que acoge una escultura de Richard Serra, titulada ‘Bilbao’ y creada en 1983, en plena crisis industrial. «En aquel momento el museo, ni intelectual ni físicamente era capaz de asumir esa obra. Y ahora la colocamos en la entrada. No siempre es fácil aceptar las propuestas que hace el arte, porque no podemos hacer una prueba» para demostrar si la teoría es correcta, como ocurre con la ciencia.

«En la ciencia también sucede que se necesita tiempo para aceptar cosas nuevas», ha matizado Etxenike. En ese sentido, ha considerado  «muy importante potenciar la divulgación científica en la sociedad. Hay que enseñar principios fundamentales de la ciencia, como que las vacunas no tienen grafeno para enviar información a Bill Gates; enseñar cómo funciona la ciencia, en la que corregir no es un fallo, es una bendición; y sus implicaciones sociales y económicas».