Joseba Salbador Goikoetxea

Vivir en solitario no tiene por qué ser sinónimo de sentirse solo

El estudio «Soledad: una guía para la acción» incluye una aproximación al propio concepto de soledad y a las diferencias que existen entre vivir en solitario, sentir soledad y el aislamiento social.

La guía pretende ahondar en el fenómeno de la soledad y en la forma de abordarlo.
La guía pretende ahondar en el fenómeno de la soledad y en la forma de abordarlo. (Getty IMAGES)

El Gobierno Vasco y la Red Euskadi Lagunkoia han presentado este pasado verano «Soledad: una guía para la acción», un documento elaborado a través de un proceso participativo en el que se han implicado activamente diferentes municipios de la red con el objetivo de ahondar en el fenómeno de la soledad y en la forma de abordarlo.

La guía, en formato de lectura fácil, incluye una aproximación al propio concepto de soledad y a las diferencias que existen entre vivir en solitario, sentir soledad y el aislamiento social.

En este sentido, Elena del Barrio, codirectora e investigadora del Instituto Matia, precisa que «si bien es cierto que vivir en solitario es un factor que está relacionado con una mayor presencia del sentimiento de soledad, las personas que viven solas no tienen por qué sentirse solas. Vivir en solitario en la vejez es también el resultado de una mejora en las condiciones de vida: mayor poder adquisitivo, mejor estado de salud y mayor autonomía e independencia».

La soledad, añade, «también se asocia a la carencia o al bajo número de relaciones sociales. Este plano tiene más que ver con la integración real de las personas en su entorno, y se puede dar independientemente de si la persona se siente sola o no; es decir, una persona puede estar aislada socialmente y no sentirse sola».

Según Sara Marsillas, investigadora del Instituto Matia y autora del estudio, actualmente en la CAV el 26,6% de las personas mayores de 65 años se sienten solas y en torno al 4% no tienen ningún contacto semanal con personas que viven fuera de su hogar.

Sensibilización

Más allá de la aproximación teórica, esta guía aporta claves para poner en marcha programas que permitan abordar la soledad en las personas mayores, detallando los diferentes tipos de intervenciones; desde la sensibilización de la sociedad hasta la intervención directa, pasando por la prevención de situaciones de soledad o la identificación de las personas que la sufren.

El documento recoge también ejemplos de buenas prácticas, tanto de nuestro entorno como de otros lugares del mundo, que pueden servir de inspiración para la puesta en marcha de acciones específicas.