Imanol Intziarte

El puente de Astiñene (Donostia) se abre con más de treinta meses de retraso

Las obras arrancaron en enero de 2019 y tenían un periodo de ejecución previsto de 15 meses, pero diversas visicitudes fueron dilatando los plazos y también el presupuesto.

Varios coches cruzan el nuevo puente mientras continúan los trabajos de acondicionamiento.
Varios coches cruzan el nuevo puente mientras continúan los trabajos de acondicionamiento. (Gorka RUBIO | FOKU)

Con un retraso superior a los 30 meses respecto a las previsiones iniciales, este jueves se ha abierto al tráfico rodado y a los peatones el nuevo puente de Astiñene, que cruza el Urumea para unir los barrios donostiarras de Loiola y Egia. Esta apertura supone el cierre del vetusto puente anexo al que sustituye, que será desmantelado para restar otro obstáculo a las aguas del río.

El martes se llevaron a cabo las últimas pruebas de carga, antes de dar luz verde, colocándose diverso número de camiones sobre el puente y efectuando las correspondientes mediciones topográficas. Antes también se habían hecho pruebas con autobuses.  

La obra se adjudicó en diciembre de 2018 y arrancó en enero de 2019, con un plazo estimado de ejecución de quince meses. Es decir, abril de 2020. Sin embargo, a los dos meses del inicio se amplió el periodo en otros diez meses, hasta febrero de 2021, debido a que el diseño original requería una maquinaria difícil de conseguir y hubo que cambiar el proyecto y rehacer todos los cálculos.

Subida presupuestaria

En el otoño de 2019 llegó una nueva ampliación no solo del tiempo, sino del presupuesto. Este último creció en cerca de un 10%, de 3 millones de euros a 3,3. Un informe técnico municipal argumentaba la existencia de «modificaciones no sustanciales no previstas en la documentación de la licitación» que estiraban el plazo en otros siete meses, hasta setiembre de 2021.

La pandemia y el confinamiento, en marzo de 2020, generaron nuevos parones, y en febrero de 2021, para rizar el rizo, la constructora adjudicataria, Murias, fue absorbida por el grupo inmobiliario Urbas, y esto detuvo los trabajos hasta aclarar cómo se financiarían los costes de ejecución.  

Durante todo este tiempo, las personas que paseaban por la orilla del Urumea o que utilizaban el viejo puente para sus desplazamientos han podido comprobar que frecuentemente no había nadie trabajando en el lugar y que la obra se encontraba totalmente detenida.