Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA
Elkarrizketa
Félix Reategui e Ivan Forero
Expertos en memoria y derechos humanos de Perú y Colombia

«Abrir los archivos es un punto central de toda agenda de búsqueda de la verdad y memoria»

¿Cómo buscar la verdad en contextos afectados por la violencia, un conflicto o una dictadura? ¿Qué piden las víctimas? ¿En qué se traduce la reparación? Son preguntas a las que intentan dar respuesta los expertos en memoria, verdad y derechos humanos Félix Reategui e Iván Forero, de Perú y Colombia.

Félix Reategui e Ivan Forero en Donostia, antes de participar en las jornadas «La verdad no prescribe».
Félix Reategui e Ivan Forero en Donostia, antes de participar en las jornadas «La verdad no prescribe». (Gorka RUBIO | FOKU)

Félix Reategui, especialista en memoria y justicia transicional en el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica de Perú y responsable del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú, e Iván Forero, defensor de derechos humanos colombiano exiliado en el Estado español desde hace 25 años e impulsor del proyecto de investigación de crímenes de Estado ‘Nunca Más Colombia’, desgranan en entrevista con NAIZ los sinuosos caminos hacia la verdad, las potencialidades y limitaciones de las comisiones de la verdad, los obstáculos con los que se encuentran –entre ellos los archivos militares– y el papel central que deberían de jugar las víctimas.

Ambos han participado en las jornadas organizadas por el Foro Social y Paz Con Dignidad en Donostia e Iruñea bajo el título de ‘La verdad no prescribe, instrumentos para la búsqueda de la verdad’.

¿La búsqueda de la verdad se puede iniciar en cualquier contexto?

Félix Reategui: En un sentido ideal, debería de tener lugar cuando el conflicto o la situación autoritaria ya ha pasado, pero ello no impide que antes se comience a hacer trabajos de búsqueda de la verdad o ejercicios de documentación. Diría que no solo no lo impide, sino que es necesario hacerlo puesto que nunca hay que correr el riesgo de que los testimonios, las evidencias y el conjunto de documentación que pude servir para reconstruir la verdad se pierda por el paso del tiempo.

Iván Forero: La búsqueda de la verdad es un imperativo de las víctimas, que son las que reclaman un conocimiento efectivo, certero y preciso de lo que pasó con sus familiares. Por esa razón diría que la exigencia de la búsqueda de la verdad es permanente. En Colombia no esperamos a que hubiera una Comisión de la Verdad oficial.

¿Cuántas verdades y memorias caben en un relato posconflicto?

F.R: Creo que la búsqueda de la verdad tendría que tender a forjar una reconstrucción verídica del pasado, donde hay temas sobre los cuales no puede haber discusión para el futuro como, por ejemplo, cuál es el estatus de los crímenes que se cometieron, quiénes fueron los responsables, cuántas son las víctimas, dónde están. Sobre eso podemos hablar de verdad en un sentido unívoco. Del otro lado están las memorias, que son las representaciones del pasado que cada grupo tiene. Ahí sí que no hay que buscar que la memoria sea una. Esta puede ser plural, ahora, dentro de ciertos marcos como el rechazo al negacionismo o a cualquier intento de apología o justificación del crimen.

«La memoria puede ser plural, pero dentro ciertos marcos como el rechazo al negacionismo»

I.V: Estoy de acuerdo con que en términos de verdad objetiva hay un punto de estadísticas, de víctimas, de tipos criminales... Pero, esos hechos están acompañados de emociones y lo más complejo es cómo rehacemos el marco emocional.

América Latina tiene una amplia experiencia en comisiones de la verdad. ¿Son estas en sí mismas herramientas suficientes para conocer la verdad?

F.R: Una comisión de la verdad (CV) no es el primer mecanismo para buscar verdad, hay otros que la anteceden como los trabajos de documentación y no es la Comisión la que va a producir toda la verdad posible.

Félix Reategui, responsable del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú

¿En que se limita? Para empezar, una condición indispensable es que sea transitoria y tenga un periodo de trabajo muy limitado, porque normalmente una comisión de la verdad ocurre en unas circunstancias muy oportunas. Es una ventana de oportunidad que se abre y se cierra. Tiene que hacer el trabajo pronto y, obviamente, ninguna Comisión puede pretender haber obtenido hasta el último testimonio y pieza de documentación.

La otra limitación es que no todo el territorio cubierto puede estar suficientemente pacificado o ser suficientemente seguro para que las víctimas se sientan libres y confiadas de dar su testimonio.

Por último, una CV suele tener unas atribuciones que no son de cumplimiento obligatorio para todas las instituciones del Estado, por tanto, puede tener limitaciones para acceder a cierto tipo de información, archivos.

Mal hace una CV en decir ‘esta es la verdad y no hay nada más que averiguar’, pero sí tiene que decir ‘esto que hemos encontrado es el mínimo de verdad que se debería de reconocer’. Como dice el ensayista canadiense Michael Ignatieff, una CV no puede decir que encuentra toda la verdad, pero lo que sí hace es reducir el margen de mentiras posibles en una sociedad.

I.V: En Colombia, se hicieron cerca de 32.000 entrevistas de un universo de nueve millones de víctimas. Ahora bien, ¿es suficientemente potente lo recogido como para poder identificar cuáles son las mentiras que se han dicho frente al conflicto, cuáles son los hallazgos y en base a ellos cuáles son los compromisos que asumimos como Estado, como sociedad civil, como organismos de derechos humanos… para afianzar una política de resolución del conflicto? La Comisión de la Verdad es para mí una puerta de entrada a identificar por dónde tendría que ir la solución del conflicto.

¿Cuánto ayuda el carácter extrajudicial en la búsqueda de la verdad?

F.R: En el mundo de la justicia transicional hay un punto central y es que el enfoque de todo lo que se haga debe estar centrado en las víctimas, que tienen cuatro derechos típicos: el derecho a la verdad, justicia, reparación y no repetición. De esos cuatro, en realidad solo uno, el derecho a la justicia, tiene como indispensable que los mecanismos tengan una función judicial.

El hecho de que los otros tres no sean judiciales no es un obstáculo sino más bien una ventaja para responder a los otros derechos de las víctimas. La justicia penal no es algo a lo que se tenga que renunciar porque para empezar los renunciantes tendrían que ser las víctimas. Pero hay que evitar que un proceso penal se convierta en un obstáculo para conseguir los otros derechos.

IV: Creo que hay dos caminos. Uno, que pone la paz como bien mayor y, por tanto, todas las partes están dispuestas a ceder y a crear unas condiciones para que esa paz sea posible. Muchas víctimas dicen ‘si yo sé la verdad, no me interesa lo que pueda pasar en términos jurídicos’. No quieren una venganza, sino saber lo que ocurrió para poder entender los porqués de lo que ocurrió, la asignación de responsabilidades, y, evidentemente, que pueda haber soluciones a los elementos estructurales que generaron esos niveles de violencia.

Ivan Forero, defensor de derechos humanos colombiano

El otro camino que apunta a que la única vía para llegar a la paz es la justicia y eso implica asumir responsabilidades. En Colombia, el sistema que se creó permite un tipo de marcos jurídicos de justicia transicional que distan mucho de los marcos internacionales.

¿Cómo se prepara a una sociedad para la verdad? Sobre todo a aquella no se ha sentido afectada por el conflicto y aquella que ha mirado para otro lado...

F.R: Salvo casos muy particulares, el desconocimiento no existe. Una comisión de la verdad o cualquier otro mecanismo parecido no es que este encendiendo un faro que va a cegar a la gente con una luz que nunca antes se había conocido, sino lo que va a producir es reconocimiento.

¿Cómo se prepara a la sociedad para reconocer? Esto implica que una comisión de la verdad no se conciba estrictamente como un organismo de investigación, sino como un mecanismo ciudadano, en el que tan importante es la investigación como su difusión. Es una ruptura del silencio.

I.F: Uno de los jesuitas en el El Salvador decía que la verdad de las víctimas provoca una revolución ética. Y es que a lo que estamos aspirando es a una revolución, a una transformación ética en la sociedad; cómo restablecer el respeto a la vida y a la libertad. Lo que estamos enfrentando es la construcción de nueva sociedad en la que definitivamente esta violencia que hemos vivido sea cosa del pasado. No volvemos al pasado para llenarnos de odio, sino para llenarnos de razones para no volver a repetir lo que vivimos.

En relación a Perú, habla de una «memoria de salvación». Afirma que en la sociedad peruana «se ha instalado la idea de que Sendero Luminoso era una amenaza terrible para el país y que esta memoria tiende a idealizar los crímenes del Estado bajo la idea que todo fue para salvar a Perú de Sendero Luminoso».

F.R: Comenzaría por decir para disipar cualquier equívoco que Sendero Luminoso sí fue una amenaza terrible para la sociedad peruana. El 54% de las víctimas fueron causadas por este grupo.

A esto hay que añadir la idea de esta memoria de salvación que es la que construye el Estado, sobre todo bajo el régimen de Fujimori, según la cual todo lo que hiciera el Estado para derrotar a Sendero Luminoso estaba justificado y fueron ellos quienes salvaron la democracia y que los organismos de derechos humanos u otros que cuestionan o denuncian a las FFAA por sus crímenes son aliados de Sendero Luminoso. Esa memoria persiste en la sociedad peruana y es el recurso que usan todos los políticos, que ante cualquier cuestionamiento, acusan de terrorista a quien lo hace y que no pueden hacer nada porque Sendero Luminoso puede resurgir.

«El trabajo está en el sistema educativo. Las acciones de la sociedad civil por sí mismas, no van a poder cambiar esa narrativa»

¿Qué hacer frente a eso? Hay muchos esfuerzos importantes y valiosos de la sociedad civil, pero yo diría, a título personal que nada puede cambiar significativamente si eso no entra en el torrente sanguíneo de la nación. El único medio realmente para eso es el sistema de educación. En la medida en que una memoria crítica del pasado no sea eficazmente introducida en el sistema de educación escolar y universitaria, es difícil derrotar a esa memoria tipo militarista y apologética del crimen de Estado. En resumen, el trabajo está en el sistema educativo, que es la columna vertebral. Las acciones de la sociedad civil, por sí mismas, no van a poder cambiar esa narrativa.

¿Cómo afectan las leyes de secretos oficiales a la búsqueda de la verdad?

F.R: Hay un momento en la búsqueda de la verdad donde en efecto no se puede avanzar sin el acceso a los archivos oficiales. Por ejemplo, una comisión de verdad puede llegar a conocer los seudónimos de los jefes militares que operaban en cierta zona, pero hasta ahí puede llegar. Saber el nombre civil de ese alias es casi una imposibilidad sin acceso a los archivos clasificados de las fuerzas armadas. Abrir los archivos es un punto central de toda agenda de búsqueda de la verdad y de la memoria.

Siempre hay otros caminos que pasan por Estados Unidos. En todos nuestros países las embajadas de EEUU tienen un reporte muy cotidiano de lo que está pasando en situaciones de crisis. En EEUU hay una política de desclasificación periódica y  ONG muy potentes que trabajan en lograr la desclasificación de documentos. Esa correspondencia de embajadores, agregados etc permite a veces suplir la falta de acceso a los archivos militares nacionales.

I. V: En Colombia ha habido un reclamo permanente de los organismos de derechos humanos para conocer cuál es la información que tienen los organismos militares y policiales sobre los defensores de derechos humanos.

Por la voluntad de una fiscal que ordenó registrar el edificio del antiguo Departamento de Seguridad Adminsitrativa (DAS), se pudo encontrar una planta entera en la que funcionaba un organismo que ni siquiera figuraba en el organigrama del DAS, que era el G3. Se pudo demostrar desde los aparatos del Estado se habían hecho seguimientos sistemáticos y minuciosos a más de 600 personas y la «operación Europa», que se tradujo en seguimientos a exiliados. ¡Claro que son fundamentales los archivos!