Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

El lamento de Badalamenti

Del italoamericano Badalamenti se podría decir algo parecido a lo que apuntamos cuando se nos fue Morricone, que se trata de un compositor reconocible con solo escuchar las primeras notas de cualquiera de sus bandas sonoras. Y por ese motivo luego ambos han sido tan imitados, pero a sabiendas de que también son irrepetibles.

Como la mayoría, descubrí al de Brooklyn con ‘Blue Velvet’ (1986), para luego ir conociendo más de su obra, de sus composiciones para su predilecta Julee Cruise, para Marianne Faithfull, Nina Simone o Nancy Wilson, aunque empezó tocando el piano para Shirley Bassey. Y su fama en el cine viene precisamente de eso, de su especialización como profesor de canto para actrices, ya que al tener que enseñar a Isabella Rossellini el tema de Bobby Vinton acabó conectando con David Lynch y se encargó de todo aquel aterciopelado y azulado score.

La complicidad entre músico y cineasta encontró su método a principios de los 90, cuando trabajaban en el borrador de la serie de televisión ‘Twin Peaks’, y se basaba simplemente en que Lynch le iba contando las escenas que imaginaba y Badalamenti le acompañaba al teclado en la tradición de improvisación jazzística, solo que simultaneada. Lo curioso es que el bueno de Angelo había debutado mucho antes con el alias de Andy Badale en el blaxploitation de Ossie Davies ‘La guerra de Gordon’ (1973).