Beñat Zarrabeitia

Messi cierra el círculo deportivo y emocional en un Mundial que sellaba una era: ¿y ahora qué?

Leo Messi celebrando la conquista del Mundial.
Leo Messi celebrando la conquista del Mundial. (Kirill KUDRYAVTSEV | AFP)

El triunfo de Argentina en la copa del mundo, 36 años después del éxito que Calamaro convirtió en canción en el Estadio Azteca de México, ha supuesto el punto culminante de la carrera de un grupo que se ha encolumnado para subirse a La Scaloneta y que ha contado con Messi como líder futbolístico y espiritual. En un triunfo para todos los tiempos, en la final más memorable y en su última gambeteada con la albiceleste, La Pulga sumó el título más deseado y preciado a su prolífica carrera. En un no-lugar como el Lusail de Qatar, al que miles de argentinos le dieron vida con su aliento y cánticos tras dejarse miles de dólares para llegar allí, se acabaron las comparaciones con Maradona, «el ausente más presente» que diría Valdano, culminando la trayectoria de un jugador que tras su salida del Barcelona se ha erigido en el líder, el 10, que siempre le había pedido la afición.

El contexto histórico y social de la victoria de El Pelusa en 1986, con aquel gol a Inglaterra como emblema, es imposible de trasladar a la actualidad, pero Messi ha devuelto la alegría futbolística a unas generaciones que crecieron con noticieros hablando del «corralito», la deuda, la inflación o la salida masiva de personas del país. Ahora, con el nuevo título, las heridas de 1990, 1994, 2002 -que marcó tan profundamente a Bielsa- o 2014 quedan atrás.

La simbiosis con el cuerpo técnico y la aparición de un espléndido elenco de gregarios de lujo dispuestos a meter la cabeza en un avispero por la selección, como el formado por el Dibu Martínez, Otamendi, Romero, Tagliafico, Lisandro, Molina, Paredes, Enzo Fernández, MacAllister, De Paul, Lautaro o Julián Álvarez, más el último baile de Di María, le han dado a Argentina el doblete. Primero la Copa América en Maracaná, después el tan ansiado Mundial, sobreponiéndose a la estruendosa y dolorosa derrota inicial ante Arabia Saudí. La albiceleste ya luce tres estrellas y se prepara para un futuro sin Messi, cuyo trono parece dispuesto a ocupar Mbappé.

La final y el título argentino han supuesto la guinda para un torneo deportivamente memorable, pleno de emoción, relatos de calado histórico y en el que Croacia o Marruecos también se llevan su particular matrícula de honor, mientras que, pese a la decepción momentánea, Inglaterra aparece como el gran aspirante futuro. El rincón de pensar, por su parte, ha acabado bastante concurrido con la acumulación de fiascos de equipos como Alemania, Bélgica, Brasil, España, Portugal o Uruguay.

La albiceleste ya luce tres estrellas y se prepara para un futuro sin Messi, cuyo trono parece dispuesto a ocupar Mbappé

Mbappé visiblemente emocionado tras perder en la final. (Adrian DENNIS / AFP)
Mbappé visiblemente emocionado tras perder en la final. (Adrian DENNIS / AFP)

Se acabó el ciclo de las 32 selecciones

Con el Mundial de Qatar, marcado por las sospechas sobre su elección doce años atrás, la explotación y muerte de los trabajadores migrantes durante la construcción de las infraestructuras para la copa del mundo, el escaso respeto por los derechos humanos, el sportswashing y la reciente investigación abierta en el  parlamento europeo, se acaba la etapa de los mundiales de 32 equipos. Un periodo iniciado en 1998,  en lo que supuso también la primera participación, al menos en la fase de clasificación, de los equipos surgidos tras las desintegraciones de la Unión Soviética o Yugoslavia, dando por concluidos los vestigios de la Guerra Fría, según Fukuyama.

En la cita francesa, donde el conjunto local venció con una plantilla tan potente en lo deportivo como diversa en lo étnico y nacional que tanto incomodó a Jean-Marie Le Pen, arrancó un imparable proceso de expansión que ha derivado en pingües beneficios para la FIFA. Cuatro años más tarde, la copa del mundo llegó por primera vez a Asia, inaugurando también a la etapa de las sedes compartidas y que asistió al, hasta ahora, último triunfo de Brasil. En el regreso a Europa, en Alemania, la selección anfitriona comenzó una etapa que le volvería a llevar a la gloria, aunque antes tuvo que ver como Italia se la quitaba de las manos en su propia casa. Un campeonato en el que la nueva arquitectura de los estadios marcó el paso en todo el continente y donde un lugar con tanta historia pasada como el Olímpico de Berlín fue testigo del cabezazo de Zidane a Materazzi, vivió un nuevo triunfo de una talentosa escuadra azzurri.

A partir de ahí, se abrió la era de los BRICS, con tres torneos seguidos en alguno de los países que conforman dicho acrónimo: La edición de 2010 fue organizada en Sudáfrica, visitando un nuevo continente, y sirvió para que la selección española, con una base de jugadores del Barcelona y otros mitos como Casillas o Xabi Alonso, inscribiese su nombre en la relación de ganadores debido a la sublimación del juego de posesión. Posteriormente, Brasil esperaba reverdecer laureles, desterrando para siempre el recuerdo del Maracanazo de 1950. Nada más lejos de la realidad, Alemania, que también dejó a Messi con la miel en los labios, destrozó a la canarinha en Belo Horizonte con un humillante uno a siete. Una herida de la que Brasil, que no elimina a un conjunto europeo desde hace dos décadas, no se ha podido reponer todavía. En Rusia, ahora sancionada y con la tentación de solicitar su inscripción en la confederación asiática, Francia consiguió su segunda estrella con unos imperiales Kanté y Mbappé. Antes, el FIFAgate había descabezado a buena parte de los señores del fútbol que gestionaron a su antojo un buen número de federaciones de todo el mundo, especialmente en Sudamérica, y llevándose por delante el mandato de Blatter.

Su sucesor, ahora reelegido, el italiano Gianni Infantino, no sale reforzado a nivel popular de Qatar, pero sí que se ha consolidado a nivel estructural. Gracias a los 11.000 millones de dólares de presupuesto de los que dispone, comandará una legislatura que seguirá marcada por la soterrada amenaza de la Superliga, aplacada por la reciente sentencia europea, a cuyos impulsores se quiere contentar con el nuevo formato de la Champions y con una copa del mundo de clubes que se estrenará en 2025 en China y que contará con la participación de 32 clubes. En lo que a las selecciones respecta, por delante, asoman la Final Four de la Nations League europea el próximo mes de junio, dentro de un año en el que Australia y Nueva Zelanda albergarán la copa del mundo femenina, EEUU acogerá la Copa de Oro de la Concacaf y Qatar volverá a ejercer como anfitrión, en este caso con la Copa de Asía. En 2024, por su parte, en enero se jugará la Copa de África en Costa de Marfil, se pondrán en marcha las FIFA World Series -torneos entre equipos de distintas confederaciones-, en junio se disputará la Euro de Alemania y, posteriormente, una Copa América sin sede asignada y en la que se espera la participación de Canadá, México y los yanks.

Gianni Infantino, no sale reforzado a nivel popular de Qatar, pero sí que se ha consolidado a nivel estructural

Tres organizadores y 48 equipos para el Mundial de 2026

Será la primera cita con 48 equipos, en la que ya no estarán ni Messi ni Ronaldo, confirmando los planes de expansión de la FIFA. Inaugurando la era de los tres anfitriones, la sede principal será la norteamericana, ya que habrá partidos en Atlanta, Boston, Dallas, Houston, Kansas, Los Ángeles, Miami, New Jersey, Philadelphia, San Francisco y Seattle. México, por su parte, tendrá las sedes de CDMEX, el Mundial volverá al Azteca, Guadalajara y Monterrey, mientras que en Canadá el torneo se desarrollará en Toronto y Vancouver. Será la primera vez en la que un campeonato del mundo tenga tres anfitriones, algo que se podría repetir en 2030, con una larga nómina de contendientes, entre los que también aparece el Estado español en una candidatura conjunta con Portugal y Ucrania.

En cuanto al reparto de los participantes, 16 conjuntos europeos, 9 africanos, 8 asiáticos, 6 sudamericanos, 6 de norte y Centroamérica y un oceánico contarán con plaza fija. Las dos selecciones restantes saldrán de unas eliminatorias finales en las que participarán dos combinados de la Concacaf y uno de África, Asia, Oceanía y Sudamérica. Asimismo, pese a que inicialmente se contemplaba dividir el torneo en 16 grupos de 3 equipos, pero a la vista la emoción de la primera fase en Qatar, la FIFA se está planteando modificarlo para completar una fase con 12 sectores de 4 conjuntos. Algo que haría que los ocho mejores terceros pudieran avanzar a la segunda ronda.

Una expansión mediante la que la FIFA busca ampliar sus horizontes globales, algo que, además de repercusión, le proporcionará enormes beneficios. Valga un dato, de los 30 Estados más poblados del planeta, un total de 21 no han estado presentes en Qatar y 9 de ellos ni siquiera han debutado la copa del mundo. El contrapunto lo han puesto los 8 combinados pertenecientes a países de menos de 10 millones de habitantes que han tomado parte en 2022. Una cita que también ha servido para escenificar de forma latente el fenómeno migratorio global, con 137 futbolistas jugando para selecciones distintas a las de su país de nacimiento, una cifra que se ampliaba a la hora cuantificar la cantidad de jugadores que tenían la posibilidad de jugar con otro combinado debido a sus raíces familiares. Un elemento que todavía se hará más notorio en los próximos años.

De los 30 Estados más poblados del planeta, un total de 21 no han estado presentes en Qatar

Así las cosas, de cara al futuro, más allá del posible retorno de la tetracampeona Italia o la incógnita sobre el caso ruso, la ampliación a 48 participantes abre la puerta a que, en un tiempo no muy lejano, selecciones como las de China, Bangladés, India, Indonesia, Pakistán o Tailandia se estrenan, además de la consolidación de las presencias de Egipto y Nigeria. Algo que lograría permitir la multiplicación de las  audiencias e interacciones, crearía nuevas comunidades futbolísticas y establecería nuevos relatos en lugares tradicionalmente alejados del balompié. Pero, sobre todo, le proporcionará nuevos patrocinadores al máximo organismo mundial. Para el espectador, en cambio, podría darse una sucesión de encuentros poco trascendentes, un total de 72 en la primera fase, con combinados poco atractivos e imponerse el formato de los resúmenes. O, al igual que en Qatar, dar paso a encuentros memorables. En cualquier caso, el riesgo de aburrir o la oportunidad de emocionar siempre estarán ahí.

Europa y Sudamérica siguen marcando el paso en lo que a calidad, desarrollo y tradición se refiere, pero los ejes se han desplazado. Prueba de ello es que algunos de los principales patrocinadores de la copa del mundo proceden de China, Corea del Sur, la India o Qatar, sustituyendo a firmas históricas. El propio Mundial 2026 también supondrá una ventana para alcanzar nuevos públicos, ahora entusiasmados con los recientes desempeños de Canadá y EEUU, dos mercados claramente emergentes y en el que las audiencias de Fox Sports o Telemundo han marcado récords.

Hace meses, la Major League Soccer (MLS) firmó un lucrativo contrato audiovisual con Apple para 10 años, lo que permite a la empresa estadounidense ofrecer, sin restricciones en cuanto a la localización, una oferta con la que ver todos los partidos de la temporada por 99 dólares. Lo hace sabiendo que la MLS ha complementado dicho acuerdo con el que ha suscrito con Fox Sports, TDN & RDS y Univisión, para EEUU, Canadá y México respectivamente. Pero, el atractivo de un campeonato que crece cada año, dispone de una gran estructura organizativa, cuenta con futbolistas de cerca de 90 nacionalidades distintas –muchos de ellos caribeños o latinos–, y un público potencial más joven y diverso del que sigue las grandes y tradicionales ligas deportivas norteamericanas, va en aumento.

La guinda al pastel y el prólogo de dicha nueva etapa podría estar protagonizada por el propio Messi. Y es que tras su glorioso epílogo con la albiceleste, se especula con que el astro argentino podría recalar en el Inter Miami. Una de las pistas que apunta en esa dirección es que se ha comprado una lujosa vivienda en Florida. En cualquier caso, ya nadie podrá reprocharle nada respecto a su rendimiento con la selección y el fútbol buscará escribir nuevos capítulos en una era mercantilizada, pero donde las emociones humanas seguirán aflorando. Continuará.