Daniel   Galvalizi
Periodista

Yolanda Díaz intenta trascender a Podemos con transversalidad y eje en las cosas del comer

En medio de la pugna por los tiempos que la vicepresidenta mantiene con la formación morada, ha presentado el primer balance de su «proceso de escucha». Énfasis en transversalidad, desideologización y medidas concretas para mejorar la calidad de vida.

Yolanda Díaz, en el acto de Sumar este jueves en Tarragona.
Yolanda Díaz, en el acto de Sumar este jueves en Tarragona. (Laia SOLANELLAS | EUROPA PRESS)

Las izquierdas españolas siguen actuando como una familia en conflicto: se envían dardos con algo de veneno al mismo tiempo que juran querer acabar pasando las Navidades juntas. Pero esto no va de festividades sino de un cronograma electoral de alto impacto: municipales (y autonómicas en doce comunidades) en mayo y generales en, como muy tarde, noviembre próximo. Siempre y cuando Pedro Sánchez, titiritero principal de la arena electoral como lo mandata la Constitución, no decida adelantarlas.

Este jueves por la noche, en el centro madrileño (otra vez en la geografía más progresista de la capital, la zona lindante entre los barrios de Lavapies y La Latina), la vicepresidenta Yolanda Díaz presentó su primer balance de los primeros cinco meses del llamado «proceso de escucha» que decidió emprender para empezar a testear su músculo electoral.

Este fin de semana, Díaz visitará Catalunya, por primera vez en Tarragona y segunda vez en Barcelona como eventual precandidata. Pero el acto que encabezó en Madrid ha sido especial: allí decidió mostrar las primeras pinceladas de un posible programa electoral, informando de los primeros resultados de los 35 grupos de trabajo basados en ejes temáticos y, cómo no, enviar un mensaje al electorado que va del centro a la izquierda. Especialmente aquel que no votaría ni a Podemos ni al soberanismo y que ella anhela seducir.

Las cosas del comer

Hace unas semanas, el exvicepresidente Pablo Iglesias, gran elector de Díaz ya que la escogió como heredera y lo hizo público casi sin consultarle, había considerado en declaraciones públicas una tontería postergar el debate ideológico y procedimental en pos de hablar de medidas concretas. Básicamente, opinaba que el ‘cómo’ era tan importante como ir avisando al electorado del ‘hacia dónde’. La vieja pelea de las izquierdas: los que priorizan la formación de estructuras versus los que prefieren movimientos laxos y personalistas (en el viejo Podemos esta segunda sensibilidad la encarnaba Iñigo Errejón).

La exconcejal de Ferrol ha vuelto a demostrar en Madrid que pasa de debates sistémicos profundos, de nutrir de ideología las venas del debate político, y se decanta (seguramente con encuestas en mano) por dar difusión a las propuestas sobre las cosas del comer. En 2023 la participación del electorado que utiliza Instagram a rabiar y descree de los paradigmas rígidos tendrá mucho poder. Los menores de 40 años, si acuden a las urnas masivamente, seguramente mejoren la performance de las izquierdas en un país con un electorado cada vez más envejecido.

Reducir la jornada de trabajo

Rodeada de diez de las personalidades de sus equipos técnicos, entre ellos el ministro de Universidades, Joan Subirats (de Catalunya En Comú, cercano a Ada Colau, espacio más abiertamente ‘yolandista’ que los morados), Díaz dejó en claro que las prioridades que avizora son tres: la sanidad, la vivienda y una política laboral conciliable con la vida. Sin eufemismos, la ministra de Trabajo ha asegurado que hay que reducir la jornada laboral, algo que la llevaría a colisionar con la CEOE sin dudas.

Hace falta «ambición social», ha recalcado en su intervención, muy centrada en iniciativas materiales y del campo económico. La retórica antisistema, el debate sobre paradigmas y la discusión sobre el modelo de Estado (de la construcción de república, ni mención) no parece que formarán parte del argot.

Sí ha reiterado su concepto de «democracia económica» y en ese sentido ha vuelto a insistir en la necesidad de una reforma de la normativa empresarial con la que pretende impulsar la participación de los trabajadores en los consejos de administración. Según ella, esta es una idea propia de Sumar y una carta nueva en los naipes del ideario progresista.

Salud mental, la óptica y la bucodental

En cuanto a sanidad, ha prometido potenciar la atención primaria incluyendo la salud mental, la óptica y la bucodental. «Alguien que gana 1.200 euros no puede permitirse pagar el dentista, las gafas, las lentillas y el psicólogo. Debemos convertir los discursos sobre la salud mental en una realidad», ha subrayado.

«Alguien que gana 1.200 euros no puede permitirse pagar el dentista, las gafas, las lentillas y el sicólogo», una de las pistas de su propuesta

Al tema vivienda y alquileres Díaz le da particular relevancia. En las constantes disputas entre PSOE y Unidas Podemos, la vicepresidenta no se entromete en todas. La ley de Vivienda es una batalla en la que ha demostrado especial interés. En su acto en Madrid criticó el «descontrol» que ha disparado «la especulación, llevando a precios imposibles los alquileres» y señaló que corregirlo «es un deber».

También en otro guiño a la clase media y trabajadora, habló de una reforma fiscal que incremente el impuesto de sociedades «para que aporten más los que más ganan», en disonancia con el discurso del PP.

La plurinacionalidad, sin mención

Al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, un viejo conocido de Díaz, lo acusa ser el emblema del neoliberalismo, un marco teórico que según ella ha demostrado ser caduco pero que ahora hay que «derrotarlo políticamente».

Y cabe destacar que no hay mención ni medidas para la plurinacionalidad. Las únicas frases alusivas son cuando defiende el cuidado de las lenguas cooficiales. Por ahora, Díaz no habla de financiación, de autogobierno ni nada que lo circunde, algo que sí mencionaba cuando era diputada rasa y exigía al gobierno de Mariano Rajoy que tratara a Galiza con la misma deferencia que percibía a Euskal Herria o Catalunya.
    
La década rosa

La vicepresidenta ha vuelto a elogiar el modelo transversal de construcción política. No es casualidad que haya expresado su rechazo a situarse en «la esquina del tablero» a la izquierda del Partido Socialista y ha llamado a tener «imaginación» en la estrategia.

Díaz plantea un periodo no rojo, sino rosa, como los colores del diseño de Sumar. Nada muy inflamable ni disruptivo

«Sumar es la llave para abrir una nueva década progresista en España», afirmó, y ha convocado a la unidad de las fuerzas del centro a la izquierda. Un período no tan rojo sino rosa, como los colores que utiliza en el diseño de imagen de Sumar. Nada muy inflamable ni disruptivo. Imposible no recordar el «cambio tranquilo» del que hablaba Rodríguez Zapatero en su primera campaña electoral para no asustar al electorado de centro.

Evitar un gobierno de derecha

Sin nombrar a sus aliados en crisis de Podemos, ha pedido a todas las formaciones progresistas que se sumen para «evitar un gobierno de derecha», involucrando a «personas que piensan diferente pero que comparten el reto de ensanchar la democracia». Se ha manifestado optimista en que todos convergerán finalmente en el mismo espacio, para las generales. La decisión en mayo será no involucrarse.

Desde la acera de enfrente la espera un sediento Podemos, con ganas de más definiciones y sentarse «a negociar una coalición», como dijo esta semana la ministra de Igualdad y número dos de los morados, Irene Montero. «Es importante que negociemos y cerremos cuanto antes. Pienso que deberíamos hacerlo ya», dijo a la SER el día anterior al evento de Díaz. Por ahora no hay visos de que estén sentadas en la misma mesa antes del verano.