Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La Tierra no es Pandora

Desconozco si ver tantas películas durante tantos años ha podido ser perjudicial para mi salud mental, pero empiezo a creer que de poseer alguna enfermedad debe ser rara y minoritaria. Porque el visionado de ‘Avatar’, la original, de provocarme alguna reacción, hubo de ser alérgica o de rechazo hacia el azul Na’vi, solo comparable con el malestar que me genera el azul Pitufo. Lo del sistema de gafas 3-D de Cameron ya entra de lleno en el daño físico, con mareos y vista cansada. Al contrario que la mayoría, que cuando se siente mal es al rato de salir de la proyección y descubrir que la realidad en el planeta Tierra no se parece en nada al universo hippy de Pandora. Supongo que será algo así como el bajón que te provoca el dejar de consumir Ayahuasca o Peyote, si es que te atreves con semejantes viajes alucinógenos.

Alucinado me quedo, precisamente, al saber que hay una plataforma en Internet que pide el reconocimiento por parte de la comunidad médica del PADS, siglas en inglés de Post Avatar Depression Syndrome, que traducido sería el SDPA (Síndrome Depresivo Post Avatar). Porque por lo visto, hay gente que no vuelve a ser la misma tras la experiencia visual inmersiva de ‘Avatar 2. El sentido del agua’ (2022).

Como tratamiento, la ONG Ancient Forest Alliance recomienda sumergirse en la naturaleza y abrazar los árboles, y supongo que desconectar el móvil.