Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión
Elkarrizketa
Alberto Gastesi
Director de cine

«En ‘Gelditasuna ekaitzean’ cohabitan lo onírico y lo cotidiano»

Nacido en Donostia, en 1985, Alberto Gastesi ha desarrollado su labor como cineasta en el formato corto, donde ha cosechado diferentes premios. Actualmente prepara el filme de ciencia ficción ‘Singular’, ganador del Pitchbox del Festival de Sitges. ‘Gelditasuna ekaitzean’ es su primer largometraje.

El director de cine Alberto Gastesi.
El director de cine Alberto Gastesi. (Gorka RUBIO | FOKU)

​Dirigida por Alberto Gastesi y coguionizada junto a Alex Merino, ‘Gelditasuna ekaitzean’ supone la primera experiencia en el formato largo del director donostiarra.

Protagonizada por Loreto Mauleón –‘Los renglones torcidos de Dios’–, Iñigo Gastesi –‘Lasa eta Zabala’–, Aitor Beltrán –‘El hijo del acordeonista’– y Vera Milán –‘Somos’–, explora la historia de amor de dos personas cuyas vidas, en otras circunstancias y en otros tiempos, pudieron haber tomado otros caminos.

A caballo entre el pasado y el presente, la trama arranca cuando el personaje encarnado por Loreto Mauleón regresa de París con su pareja –Aitor Beltrán– para instalarse definitivamente en Donostia. Por otro lado, el personaje al que da vida Iñigo Gastesi nunca ha salido de Donostia; comparte apartamento con su compañera sentimental –Vera Milán– y trabaja para la inmobiliaria de su madre.

El punto de inflexión surge cuando los personajes de Mauleón y Gastesi se cruzan por primera vez en la visita a un piso en venta, aunque tal vez sus vidas se encontraron con anterioridad.

Tras su estreno en la Gala del Cine Vasco en la última edición de Zinermaldia y realizar un periplo por diferentes certámenes, ‘Gelditasuna ekaitzean’ participará en el Festival Internacional de Cine de Transilvania e iniciará su periplo en salas de cine a partir de este 12 de mayo.

A las puertas de su estreno, Gastesi reveló a NAIZ y GARA sentirse «con muchas ganas y con igual expectación. Que la película pueda ser disfrutada en una sala es algo muy especial, conlleva algo casi religioso. Proyectada en una sala oscura, invita a quienes la visionan a ser partícipes de esta aventura que hemos filmado y permite que cada cual tenga su propia lectura de lo que asoma en la pantalla. El cine en salas, y sobre todo hoy en día, requiere de mayor complicidad por parte de todo el mundo y por ello merece la pena participar en esa experiencia que, para mí sigue siendo única: ver cine en la pantalla de una sala oscura».

​¿Cómo surgió ‘Gelditasuna ekaitzean’?

Es un proyecto que lleva siendo madurado mucho tiempo pero ello no significa que haya sido un filme milimétricamente estudiado. Surgió la posibilidad de ponerlo en marcha cuando las agendas de quienes han participado en ella les ha permitido involucrarse a fondo.

En realidad, la película es pura libertad, es verdad que el guion conllevó muchas conversaciones entre Alex Merino y yo, pero en lo relativo a su plasmación quisimos jugar con ciertas libertades y creo que en ese sentido acertamos porque dota al filme de una frescura que de otra manera tal vez no hubiéramos logrado.

La idea central surgió hace ocho años, y desde entonces siempre la tuve en mente en blanco y negro.

La alternancia del castellano y euskara también estuvo muy meditado y obedece a algo tan simple y natural como que son dos idiomas que conviven en nuestras charlas cotidianas.

La presencia del blanco y negro, sumado a la propia estructura del filme, otorgan al conjunto cierto halo onírico.

Esteban Ramos Erdocia, el director de fotografía, y yo hemos experimentado mucho con la imagen y desde hace tiempo y tenía ganas de rodar en blanco y negro. Es cierto que dichas imágenes, sumadas tal vez al propio formato en que ha sido filmada –4:3– aportan ciertas lecturas oníricas, también los encuadres y las situaciones que comparten los personajes, a ratos desconcertantes, subrayan esa extrañeza que impregna la película.

También haber filmado en Donostia puede incidir en esa sensación de sueño vivido, redescubres los paisajes de una ciudad que asocias al color pero, de repente y en blanco y negro, parece que adopta otra fisonomía y los lugares comunes se transforman en un espacio reconocible pero diferente.

La película nace como una crónica sentimental pero en su ruta asoman otras cuestiones de índole cotidiana. A ello se suma el inevitable paso del tiempo que lega en sus personajes ciertos cambios en su conducta.

Así es. Lo que arranca siendo una historia de amor entre dos adolescentes deriva hacia otros senderos y se bifurca en una historia en la que se citan dos crónicas sentimentales.

Teníamos claro en el guion que a estos personajes había que dotarles de un empaque emocional, que se sintiera que cada uno de ellos porta su propia maleta existencial. Era algo necesario para reforzar ese concepto de madurez que siempre se asocia al paso del tiempo. El sentido de sus diálogos también debía variar para dotar de mayor credibilidad una historia que, sobre el papel, podía resultar muy chocante.

​Otro reto que se sumó al filme radica en la inclusión de diálogos largos.

También fue una cosa muy meditada. Por ejemplo, uno de esos diálogos largos se concreta en el último tramo del filme que se desarrolla en un piso vacío en alquiler. No quería servirme del recurso habitual del plano y contraplano. Quería que todo fluyera con mayor naturalidad.

La cámara está colocada a cierta distancia prudente, lo que permite captar el momento pero no se siente que influye en la conducta de los personajes, ni en su diálogo.

En realidad, no concibo el cine sin riesgos. Asumimos la dificultad de realizar una obra que nos obligaba a hacer constantes equilibrios en la cuerda floja, tanto en su aspecto visual como narrativo.

En su sentido más profundo, la película parte de una singularidad que parece haber sido muy calibrada pero, curiosamente, afrontamos su puesta en marcha con plena libertad creativa. No había excesivas pautas marcadas y nos motivaba el riesgo que ello conllevaba.

A ello habría que sumar la total implicación que tuvieron los intérpretes, cuya labor fue tremendamente enriquecedora.

La película también está cargada de simbolismos.

Sí, es una especie de juego en complicidad con el espectador. Por ejemplo, y sin movernos de la escena del piso que te he comentado antes. Esta se desarrolla en un piso en la que se ven muchas puertas. Una especie de alusión a lo que es el propio sentido de la película, puertas que dan a otras vidas y que, como le dice el personaje de Iñigo Gastesi al de Loreto Mauleón, «no importa que te enseñe cómo son las habitaciones porque son todas iguales».

Creo que esos símbolos refuerzan la propia estructura de la narración, son pequeños guiños que conviene no abusar de ellos porque sino tiendes a distorsionar en exceso algo que, de por sí, requiere de cierta complicidad por parte del espectador.

Lo mismo podría decirse de los encuadres con alusiones geométricas.

Así es, todo parte de esa idea inicial que tenía de la película. Era en blanco y negro, había espacio para los símbolos, como pequeñas guías, y la opción de los encuadres jugando con la geometría.

Creo que es una historia gobernada por retratos, en la que adquieren una especial relevancia los rostros envueltos en ciertas luces y sombras. Esta opción estética resulta muy atractiva pero añadía ciertas dificultades en su apartado técnico. No obstante, también ha servido para que el equipo técnico también haya aportado su imaginación a la hora de crear estas ‘ilusiones’.

En lo relativo a su entramado argumental, da la sensación de que es una historia que se va creando a medida que transcurre la propia película.

Este ha sido uno de los apartados más interesantes en la elaboración del guion. Alex Merino y yo estuvimos de acuerdo en elaborar un engranaje argumental por capas, alejado por completo de lo lineal. Mantuvimos unos puntos clave sobre los cuales asentar las bases de los personajes y a partir de ello íbamos reescribiendo sus vidas hacia delante y hacia atrás.

Mediante esa mecánica comprobamos que esos puntos clave cambiaban lo que nos llevaba a cuestionarlos. Lo más importante de todo este proceso fue mantener en todo momento una visión amplia de lo que teníamos entre manos, dejar que la aventura fluyera y dejar a un lado el vértigo que podría suponer hacer equilibrios sin red.

Hasta el último momento, antes de iniciar los rodajes de las secuencias, dejábamos un pequeño margen por el cual se podían colar nuevas ideas.

La película prolonga su ruta por festivales como el que tendrá lugar en Transilvania y arranca su periplo en salas. A pesar de ello, Alberto Gastesi ya se encuentra preparando los detalles del que será su nuevo largometraje.

Casi sin tiempo para digerirlo, pero así es. Si todo el proceso de financiación se completa, está previsto que este 2023 podamos iniciar el rodaje de una película de ciencia ficción muy apegada a nuestras realidades y que llevará por título ‘Singular’.

Patricia López Arnaiz y Javier Rey serán sus protagonistas y la historia parte de un guion que también escribimos Alex Merino y yo hace algunos años.

A este proyecto habría que sumar varias series que están sobre la mesa de nuestra productora Vidania Films y la puesta en marcha del que será el primer largometraje de Andrés Daniel Sainz, un director donostiarra que ha desarrollado una interesante labor en el formato corto.