Iñaki Egaña

La muerte de Pierre Goldman: tras la pista del BVE

En mayo se presentó en Cannes ‘Le Procès Goldman’, de Cédric Kahn. Ahora ha llegado a las salas francesas, reavivando una cuestión, la muerte impune de Goldman tras un atentado en 1979, que investigaciones achacaron a mercenarios ligados al BVE, algunos de los cuales continuaron en los GAL.

Pierre Goldman.
Pierre Goldman. (Wikimedia Commons)

Para quien desconozca la trayectoria de Pierre Goldman, unas ligeras menciones. La primera, para ubicarlo: fue el icono de la izquierda revolucionaria francesa, en los años en los que los sueños de cambio resonaban aún desde aquel mítico Mayo de 1968. En aquel año, Goldman se encontraba lejos del París de las barricadas, combatiendo en la guerrilla comunista del FALN de Venezuela, tras residir anteriormente en la Cuba entonces liderada por Fidel Castro. Su compañero Régis Debray había partido a Bolivia en esas fechas con el Che Guevara, haciendo extensible la teoría «foquista» de promover «uno, dos, varios Vietnam». Inmerso en esa estrategia, Goldman se trasladó a Venezuela.

Nacido en Lyon en 1944, hijo de una familia de resistentes de origen judío-polacos, regresó de Venezuela a Francia en setiembre de 1969, donde, según un confidente policial, participó en tres atracos, en los que fallecieron tras un tiroteo dos empleados de una farmacia. Acusado de los mismos, fue juzgado en 1974 y penado a cadena perpetua, aunque Goldman clamaba su inocencia. La condena causó un gran escándalo y la movilización en su favor de gran parte de la intelectualidad francesa de izquierdas, que consideró el veredicto un montaje de la policía francesa.

Revisado el juicio, Goldman fue absuelto y continuó militando clandestinamente en apoyo indistintamente a grupos comunistas, anarquistas y de liberación nacional. En una entrevista concedida a ‘Le Monde’ en 1979, se declaraba «profundamente libertario», antiestalinista, y reivindicaba su condición de judío heterodoxo, contrario a las normas sociales y religiosas, poniendo el énfasis en su condición de «judío comunista» frente a los «judíos capitalistas».

 

 

También se convirtió en escritor de varios libros, de gran éxito editorial, en los que de modo autobiográfico relató su trayectoria. Entre otras revelaciones, contaba que ya sus padres transportaban armas ocultas en su cuna, en la lucha contra el ocupante nazi, ahondando en la conexión con su madre, Janine Sochaczewska, viuda de un combatiente fallecido como brigadista en la guerra de España de 1936 e hija de un ejecutado por la Gestapo de Hitler.

Sochaczewska, a quien llamaron ‘La Pasionaria judía’, tuvo relaciones con Alter Mojsze Goldman, otro partisano, el padre de Pierre. Con otra relación posterior, Alter Mojsze fue el progenitor, asimismo, de Jean-Jacques Goldman, uno de los compositores e intérpretes de mayor éxito en Francia. Jean-Jacques se trasformó en uno de los más ardientes defensores de su hermanastro. Simultáneamente y tras su excarcelación, Pierre Goldman se convirtió en columnista de ‘Les Temps Moderns’, revista fundada por Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, y el diario ‘Libération’.

El 20 de setiembre de 1979, cuando Goldman se encontraba en una pequeña plaza en el barrio XIII de París, cerca de la Porte d´Italie, dos mercenarios, a cara descubierta, le descerrajaron nueve tiros que le produjeron la muerte inmediata. Un tercer mercenario cubrió su retirada. Los testigos declararon que los tres autores lanzaron varias frases en castellano, antes de identificar a su víctima. La muerte de Goldman, en cuya investigación se implicaron jueces, policías y servicios secretos, quedó impune. Jamás hubo una resolución del caso, que quedó abandonado.

Defensor de la lucha armada, Goldman había sido tremendamente crítico con el Mayo del 68

 

A su entierro, en el cementerio de Père-Lachaise, asistieron 15.000 personas, entre ellas Jean-Paul Sartre, Jean-Pierre Chevènement, Louis Aragon, Simone de Beauvoir, Yves Montand, Simone Signoret y Costa-Gavras. Compañeros enfrentados de aquel Mayo de 1968, en el que no estuvo presente, adularon su personalidad. Daniel Cohn-Bendit dijo: «Era un hombre de izquierdas, atípico y problemático». Para Alain Krivine, «la cagó, pero era de la familia».

 

Defensor de la lucha armada, Goldman había sido tremendamente crítico con el Mayo del 68: «El arte del régimen era el de mantener el enfrentamiento dentro de límites pacíficos, a partir de los cuales estaba prohibido el uso de las armas, mientras los rebeldes se imaginaban en medio de una insurrección y de esta manera cumplían ficticiamente sus sueños de revolución».

En medio del mutismo policial, los primeros datos sobre la muerte de Goldman, su conexión con ETA y la participación de mercenarios del BVE en el atentado que acabó con su vida, los reveló Jean-Paul Dollé, en un libro editado por Gallimard en 1997. Unos años más tarde, Silvia Braibant desvelaba en ‘Le Monde Diplomatique’ más reseñas, avalando la tesis de Dollé. En 2010, en un documental de Canal+, un antiguo mercenario sin identificar revelaba que Pierre Debizet dirigía un grupo clandestino dentro de las cloacas del Estado francés encargado de realizar atentados contra objetivos que ponían en entredicho la seguridad y la unidad de Francia. Su grupo se nutrió de policías y miembros de la OAS. Según el anónimo interlocutor, Debizet había organizado el atentado contra Goldman.

Ya en 2006, Lucien Aimé-Blanc, antiguo policía que dirigió la OCRB (Oficina Central de Represión del Bandidismo) había anotado en su biografía, ‘L'Indic et le Commissaire’, que «un comando de los GAL, un escuadrón de asesinos españoles, dirigido por Jean-Pierre Maïone» había matado a Goldman. Según el policía, «Maïone había sido miembro de un grupo de mercenarios que operaban desde el sur de Francia para asesinar a etarras» y que era su confidente, también de la DST, los servicios secretos franceses.

Asimismo, Aimé-Blanc llegó a escribir que Goldman se reunía con militantes de ETA en la brasserie Bofinger, en la Plaza de los Vosgos de París, y que preparaban un grupo para atentar contra los mercenarios del BVE: «De tanto pregonar sus futuras acciones contra el GAL, Goldman se convirtió en alguien peligroso». La investigación periodística de Silvia Braibant añadiría que Goldman intermediaba en la compra de material bélico para ETA, tesis avalada por el periodista Fred Guilledoux que incluso señaló que las armas las iba a adquirir al grupo del hampa marsellés dirigido por Tany Zampa.

Tanto militantes de ETA-pm de la época, así como miembros del grupo de Goldman, han confirmado que existían relaciones «logísticas» entre ambos. Los polimilis se valieron de diversa infraestructura en París y en Bruselas para su abastecimiento, a través de simpatizantes o miembros activos de organizaciones armadas europeas. Entre ellos, como dato cercano, contaron con la ayuda del anarquista navarro Lucio Urtubia, que también residía en París.

Según diversos investigadores de la guerra sucia, 1979 fue un año en el que coincidió el relevo en la dirección de las tramas ocultas y paramilitares, impulsadas probablemente por el comisario Roberto Conesa y su sustituto en las mismas, el también comisario Manuel Ballesteros. En ese año, Ballesteros abandonó la comisaría de Bilbo al ser nombrado director de la Comisaría General de Información, reactivando la actividad paralela, tras la jubilación de Conesa.

La relación de ambos con los mercenarios, entre ellos Jean-Pierre Chérid, fue extensamente relatada en el libro de Ana María Pascual, ‘Chérid: un sicario en las cloacas del Estado’, una biografía contada en primera persona por Teresa Rilo, la viuda de Chérid. Los contactos con la OAS y el hampa marsellesa para la formación tanto del BVE como de los GAL fueron también descritos minuciosamente en otro libro reciente, de 2019, en el que Ramón García del Pomar describe la trayectoria de Jorge González Bellier, de origen español y uno de los antiguos máximos dirigentes militares de la OAS en Argelia que, ya residente en París, reclutó mercenarios para la guerra sucia por mandato de policías españoles.

Tres atentados mortales en Ipar Euskal Herria

El mismo año de la muerte de Goldman hubo tres atentados mortales en Ipar Euskal Herria contra refugiados vascos, después de medio año de parón en la actividad del BVE, el mismo tiempo que correspondía al traspaso de Conesa a Ballesteros. Las víctimas mortales fueron: Enrique Gómez —en junio en Baiona—, Juan José Lopategi —en agosto en Angelu— y Justo Elizaran —en octubre en Biarritz—. Los autores de estas muertes fueron probablemente Maxime Szonek, Marc Obadia, Jacques Debesa, Jean-Claude Ruiz, y Henri Berges. Los cinco fueron condenados por el atentado que costó la vida a Elizaran.

El 28 de junio de 1979, dos pistoleros mataron en París a Martin Eizagirre, militante del PCE(r) Revolucionario. Natural de Erandio, su organización denunció que la prensa española lo había focalizado previamente como «comprador de armas para los GRAPO». Precisamente, la revista ‘Punto y Hora’ se había hecho eco de la campaña contra Eizagirre, una semana antes. Al día siguiente su compañero Aurelio Fernández Cario, emigrante andaluz en París, moría en un atentado cometido por otros dos mercenarios, probablemente los mismos que la víspera mataron a Eizagirre. El objetivo, como en el caso de Goldman, que sería muerto tres meses después, habría sido definido por la compra de armas para dos organizaciones, en un caso para los GRAPO, en el otro para ETA pm.

Las investigaciones periodísticas identificaron, en el caso de Eizagirre y Fernández Cario a los autores, que nunca fueron interpelados: Jean Pierre Chérid y Mohamed Talbi. Ambos siguieron actuando en los GAL. Las pesquisas coincidieron con las afirmaciones del jefe policial Aimé-Blanc, hechas en su autobiografía y en declaraciones posteriores al diario ‘Libération’ en relación a los autores de la muerte de Goldman: dos mercenarios, acompañados de Jean-Pierre Maïone, confidente de la DST y un comandante sin identificar, ex miembro del SDCE, el servicio de contraespionaje francés. Los otros dos, probablemente, Talbi y Chérid.

El BVE silenció la muerte de Goldman. La reivindicó un inexistente grupo, «Honneur de la Police»

 

El BVE reivindicó las muertes de París y las de Ipar Euskal Herria, pero, como apuntan todos los indicios, silenció la de Goldman. Quizás porque detrás hubo otros intereses que los meramente relacionados con la cuestión vasca. Y porque la reciprocidad entre los servicios secretos franceses y el BVE se hacía muy evidente. Por ello, la única reivindicación que se proclamó autora del atentado contra Goldman fue un inexistente «Honneur de la Police». Jamás fue identificado miembro alguno de este grupo. Para Frédéric Charpier, «Honneur de la Police», era el título que empleaban las cloacas del Estado francés para reivindicar sus «servicios especiales».