Alessandro Ruta

Benny Hill, el cómico de la vida irreal

Hace un siglo, el 21 de enero de 1924, nacía Benny Hill, un actor cuyo estilo obtuvo un éxito sin precedentes en la pequeña pantalla y que llegaría a estancarse de manera casi brutal, lastrado por su repetición y cierta dosis de machismo.

La estatua de Benny Hill, en el museo de cera de Londres.
La estatua de Benny Hill, en el museo de cera de Londres. (Wikimedia)

Benny Hill es sobre todo la banda sonora que acompañaba a sus peripecias. No hay persona que no haya escuchado el soniquete del músico Boots Randolph, compuesto en realidad algunos años antes del programa ‘Benny Hill Show’ y convertido en himno inmortal de las aventuras televisivas del protagonista.

 

Todos lo hemos escuchado y seguimos conectando esas notas de Randolph con el actor inglés nacido hace un siglo, el 21 de enero de 1924. Benny Hill se convertiría en una cara archiconocida por sus sketches, eficaces desde un punto de vista cómico aunque bastante repetitivos. Sobre todo por el aspecto sexual, y es que en sus andanzas casi siempre había una chica con no mucha ropa sirviendo de marco, cuando no de «guarnición».

Vistas con los ojos de hoy día, las piezas de Benny Hill resultan agridulces: algunas son cierta e irremediablemente cómicas, pero con un componente machista que no cabe dejar de lado. En general, la figura de este actor ha sido una de las más controvertidas en la historia reciente del entretenimiento televisivo.

Un hombre triste y solitario

Cuando Benny Hill muere, el 20 de abril de 1992 a los 68 años, el mundo descubre el lado oscuro de una de sus caras más populares: mister Alfred Hawthorne Hill, su verdadero nombre, a pesar de la imagen pública filtrada por las televisiones de un hombre alegre y vividor, era realmente un viejo tacaño y solitario.

Su propia muerte, en un piso de alquiler, mientras veía la televisión, fue la representación gráfica de la tristeza: un amigo descubrió el cadáver dos o tres días después. Benny nunca se había casado, no tenía hijos y tampoco propiedades como pisos o coches. Era un ahorrador compulsivo que dejó a sus sobrinos casi 8 millones de libras esterlinas (hoy en día 10 millones de euros, pero hay que retrotraerse a 1992 para potenciar su valor real).

Murió sin ninguna propiedad, todo lo había ahorrado, pese a acumular 20 millones de espectadores por capítulo y exportar el programa a 150 países

 

Los filtros de las pantallas distorsionan la verdad a menudo. Y es que Hill había sido el hombre más exitoso en la historia de la televisión inglesa gracias a su ‘Benny Hill Show’, con el que debutó en 1955 en la cadena pública BBC y que llegó a tener 20 millones de espectadores por capítulo.

Si vemos los números del ‘Benny Hill Show’ en su máximo nivel, antes de la bajada de audiencia que provocaría el cierre de su programa en 1989, son impresionantes. Uno entre todos: haber exportado aquel espectáculo televisivo a casi 150 países en el mundo, incluso de África, donde evidentemente los aparatos eran pocos pero a menudo se conectaban para las piezas del actor inglés.

Una comicidad fácil de reproducir

Al final no se necesitaba profundidad alguna para entender un sketch de Benny Hill. Los mejores momentos, de hecho, se lograban con los efectos de velocidad acelerada, donde por ejemplo los hombres corrían más rápido que los caballos. Y siempre con ‘Yakety Sax’ de banda sonora.

Simplemente inolvidables, además, los duetos con el minúsculo Jackie Wright, actor norirlandés de apenas metro y medio de altura, que interpretaba siempre a un hombre que estorbaba y al que Benny echaba o quitaba del medio con unas palmaditas en la cabeza.

 

Hoy día es difícil no reírse todavía de una de sus secuencias más famosas, cuando en un restaurante el camarero Hill propone a su cliente chiquitín, interpretado por Wright, una botella de vino, a este no le gusta, y cambiándolo solamente de etiqueta, a escondidas por supuesto, el mismo vino se convierte en exquisito.

Bromas, al fin y al cabo, purísimas, simples e inofensivas. Un producto mucho más fácil de vender en el mundo entero que, por ejemplo, el maravilloso sketch de otros ingleses, los Monty Python, capaces de recrear un partido de fútbol entre filósofos alemanes y griegos. 

Aunque lo hubiera querido, ¿cuánto peso podía tener Benny Hill ante sus «superiores» para darle un toque distinto a un programa que dominaba las audiencias? Un dato más: si van al Madame Tussaud's de Londres, una de las estatuas en cera más conocida es por supuesto la del artista de Southampton, parado firme con su traje de camarero y con su típica sonrisa, un poco ingenua y estúpida. Tener copia en aquel museo significaba ser, o haber sido, un icono absoluto, al nivel de Charlie Chaplin o Michael Jackson.

La imagen de las mujeres

Tampoco hacía falta entender el efecto que daba ver a Hill con varias chicas en situaciones semieróticas o escandalosas. Imágenes resumidas así por el actor Ben Elton: «Benny es un viejo hombre sucio que quita los vestidos de las chicas mientras corre detrás de ellas en el parque».

 

Casi siempre el sentido doble estaba a la vuelta de la esquina, algo que evidentemente no necesitaba mucha preparación mental y que se correspondía con los gustos de los aficionados del programa, desde Alaska hasta Oceanía, la mayoría hombres, hasta que simplemente comenzaran a aburrirse de los mismos gags. 

«Visto una vez, visto para siempre», dice un refrán habitual en diferentes países. Y, sin embargo, el espectáculo de Benny Hill se acabaría alargando durante casi cuatro décadas con pocos cambios, estancándose de manera brutal y dejando a su protagonista aún más solitario que antes frente a los fantasmas de su presunta homosexualidad e impotencia.

No hubo un ‘Me Too’ con Benny Hill, pero sí una denuncia de la mujer reducida a objeto de pura diversión o apto solo para estimular deseos sexuales

 

Nunca surgió con Hill un ‘Me Too’ como sí ocurrió por ejemplo con otro cómico como Bill Cosby, desvelado con el tiempo como un verdadero depredador sexual. Pero más que las denuncias, legítimas, es la imagen de la mujer la que ataca ‘Benny Hill Show’, puesto que aparece convertida prácticamente en un objeto de pura diversión o apto solo para estimular deseos sexuales.

Quizás Benny Hill viviera realmente en un mundo irreal, en primer lugar interpretando a una persona que no correspondía a su verdadera personalidad, y al mismo tiempo sometido a un contexto donde había que exprimir lo máximo posible. Para acabar haciendo cosquillas a un público preparado realmente solo para un par de carcajadas simples.

El relevo con Mister Bean

Hay que añadir finalmente una consecuencia bastante clara. La trayectoria de Benny Hill acaba en 1989, pero a partir de 1990 empieza su carrera un personaje que podría ser su hijo o su sobrino: Mister Bean, otro rostro muy reconocible.

Fue una especie de relevo, como si los responsables del entretenimiento inglés hubiesen esperado hasta el último momento para este cambio generacional. Y también de perspectiva comunicativa, aunque hay varios puntos en común entre los dos personajes, empezando por las pocas palabras que pronuncian Benny Hill y Mister Bean en sus programas (este segundo, de hecho, casi ninguna).

Ambos son extremadamente torpes, pero si Benny en sus disfraces intenta mostrar una cierta actividad, bailando, cantando, trapicheando o incluso ligando con las chicas poco vestidas que le rodean, Bean es un egoísta total (menos con su oso de peluche), un individualista, y en muchos casos parece casi gozar con ser «un hombre sin calidad», como ha sido definido por varios críticos. Y chicas, menos su «novia» Irma, ni una.

En el cruce de roles llama la atención que Hill fuera en realidad extremadamente reservado mientras Bean sea un aficionado a coches de lujo y no se pierda una fiesta

 

Los efectos cómicos no faltan en ambos casos, pero de nuevo es impresionante el giro de la televisión inglesa, saltando de un vividor descarado (en la pantalla) como Benny Hill a su versión opuesta, Mister Bean. Una marcha atrás intentando mantener unas ciertas características de los personajes.

En este continuo cruce de roles, llama la atención que la persona Benny Hill en privado fuera extremadamente reservada, mientras que Rowan Atkinson, el torpe Mister Bean, es un superaficionado a coches de lujo, por ejemplo, un tipo brillante que no se pierde un evento o una fiesta. Como siempre, la tele es una cosa, y la realidad, otra.