Iñaki  Iriondo
Cronista político

Erkoreka y su «máquina del fango»

Josu Erkoreka, en una imagen de archivo.
Josu Erkoreka, en una imagen de archivo. (Raul BOGAJO | FOKU)

El vicelehendakari primero y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, aseguró ayer que en la CAV también existe una «máquina del fango» y no procede de la derecha y ultraderecha, «que en Euskadi tiene la penetración que tiene». Quiso explicar que «un bulo no es solamente una mentira objetiva, sino también poner en marcha un sirimiri que crea un estado de opinión, que es falso, aunque pueda descansar sobre hechos que objetivamente pueden ser comprobables, pero que, puestos en relación unos con otros, no arrojan un resultado coherente, aunque puede dar la impresión de que sí».  

Alegando que «yo no voy a hacer acusaciones, no me corresponde, ni voy a formular una denuncia por ese tema», no concretó quién estaría detrás de activar esa máquina del fango y lo ha dejado a la interpretación de «cualquiera que conozca un poco el mercado y el entorno». Radio Euskadi, en sus informativos, aseguró que apuntaba a EH Bildu.

Es una interpretación que Josu Erkoreka ya intentó que calara en la opinión pública, cuando en rueda de prensa tras un Consejo de Gobierno, preguntado por la carga de la Ertzaintza en Gasteiz el 3 de Marzo, en la que una agente de uniforme aporreó a otro de paisano infiltrado entre los manifestantes. El consejero de Seguridad afirmó que las personas que habían participado en los incidentes registrados durante las últimas semanas «están en la trastienda» de alguna formación.

Se refería no solo a la manifestación del 3 de marzo, sino también a cargas en Tolosa, en las inmediaciones de San Mamés y de Anoeta, asegurando que «esto no es casualidad, no ocurre sin más. Esto ocurre porque alguien lo organiza. Y la pregunta es quién está organizando esto en diferentes lugares. A quién le interesa ahora hacer un doble juego y dar una imagen civilizada en el escaparate y en la trastienda tener una estrategia que puede erosionar la sociedad».

También entonces pretendió que no quería dar nombres. Primero dijo que «no es que yo tenga sospechas», para luego confesar que «yo tengo mis sospechas, pero son irrelevantes, es una pregunta que se formula la sociedad vasca».

Por cierto, el consejero de Seguridad fue criticado desde distintos ámbitos políticos porque su misión institucional no es extender dudas, sino ofrecer datos y, si tiene pruebas, acudir a los juzgados. Pero aquellas palabras en el preludio de la campaña electoral y las de ahora, cuando ya está de salida de su cargo, no tienen otra intencionalidad que la política contra quien entiende como enemigo.

En torno a partidos de fútbol ha habido incidentes en muchos estadios, y en el caso de la CAV, en algunas ocasiones provocados por hinchadas extranjeras, por lo que su impulso no se puede achacar a EH Bildu. Como tampoco parece estar detrás de los titulares mediáticos que pretenden hacer creer que se está dando un incremento de la inseguridad ciudadana que el consejero afirma que no se corresponde con los datos reales. Y ese colectivo de ‘Ertzainas en Lucha’ que sabotearon el dispositivo policial del Tour o cortaron el tranvía ante el Parlamento con el consentimiento de sus compañeros uniformados tampoco parece seguir órdenes de la izquierda abertzale, de los «ciervos» en su argot.

Así que no es difícil concluir que Josu Erkoreka tiene también su propia «máquina del fango». En ocasiones sutil. Por ejemplo, en la entrevista de Radio Euskadi dejó claro que el joven herido en el ojo por una bala de foam disparada por la Ertzaintza de madrugada en plenos carnavales de Tolosa «no pasaba circunstancialmente por allí, como se ha dicho, sino que estaba allí» entre los jóvenes que lanzaban piedras y botellas contra los agentes, aunque a él no se le grabe en esa actitud.

Por contra, en el caso del disparo recibido por una mujer en un partido de la Real, el consejero asegura que tiene «grabaciones hechas por dron del momento en el que se produce la lesión» pero que «estamos en un proceso de mejora de las imágenes». En comparación con lo de Tolosa, para Erkoreka, es una lesión «que se produce en un contexto más complejo. Había mucha gente en muchas calles». Es decir, todo indica que esa mujer sí «pasaba por allí» cuando recibió el balazo de foam en la cabeza, pero el consejero no lo dice.

Josu Erkoreka tiene tendencia a ser selectivo y no siempre veraz a la hora de ofrecer información. El último caso conocido es el de la muerte de un hombre de 36 años en una intervención de los Bizkor de la Ertzaintza en Astigarraga, teóricamente en su auxilio tras un brote sicótico por consumo de droga, que arrojó datos inquietantes y puso en tela de juicio esa praxis. Tras 49 días de silencio, Seguridad solo reaccionó ante la publicación de NAIZ y cuestionando la realidad.

Los hechos han desmentido ya otras veces a Josu Erkoreka. Por ejemplo, cuando quiso negar la relación entre la Ertzaintza y el grupo ultra Desokupa en un caso en el que existía una grabación, o la pulsera de Jusapol que otro agente lucía en una carga contra una manifestación de Ernai.

También se puede recordar la condescendencia del Departamento de Seguridad con ertzainas que han lucido públicamente simbología de Blue Lives Matter, lo que no ve que «represente valores que contravengan lo establecido en el código deontológico».

En cuanto a su apuesta por la transparencia, cabe recordar que hasta la Mesa del Parlamento, con mayoría absoluta de PNV y PSE, ofreció su amparo al parlamentario Julen Arzuaga, después de que Josu Erkoreka le remitiera una documentación llena de tachones. Porque lo de ofrecer documentos oficiales a EH Bildu no es del gusto del consejero de Seguridad; cuando intentó negárselos también a Arzuaga, a pesar de ser profesor de Derecho Administrativo y letrado de los servicios especiales del Gobierno, se había quedado en alguna versión superada del Reglamento parlamentario.

Con estos ejemplos reunidos prácticamente de memoria, sin una investigación profunda, es difícil presentar a Josu Erkoreka, vicelehendakari  y consejero de Seguridad, como un ejemplo incuestionable del juego limpio.