Los conservadores nipones buscan nuevo primer ministro
Japón tendrá nuevo primer ministro después de las elecciones internas del conservador Partido Liberal Democrático de este viernes y pondrá fin a poco más de tres años de mandato de Fumio Kishida, marcados por el aumento de los escándalos políticos, del presupuesto en defensa y del coste de la vida.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, dejará el cargo a finales de este mes, tras anunciar en agosto que no se presentaría nuevamente como líder del Partido Liberal Democrático (PLD).
Su renuncia, impulsada por la caída en su popularidad y varios escándalos en su gobierno, se hará oficial después de las elecciones internas del partido que se celebran hoy. Su sucesor deberá enfrentar dos desafíos clave: uno interno dentro del propio PLD y otro externo, recuperar la confianza del electorado japonés.
Kishida culmina una gestión marcada por la crisis en un partido que ha dominado la política japonesa durante las últimas ocho décadas.
Tras tres años de Gobierno, el PLD se encuentra en uno de los niveles más bajos de apoyo popular en su historia.
Escándalos políticos, sospechas de corrupción, el alza del costo de vida y problemas estructurales como la escasez de mano de obra, han debilitado a una formación que, hasta hace poco, parecía inquebrantable en el panorama político nipón.
Además, Kishida ha sido percibido como un líder sin el carisma ni las habilidades políticas de su predecesor, el difunto Shinzo Abe, quien sobrevivió a múltiples escándalos para convertirse en el primer ministro más longevo del país.
Los expertos sugieren que su decisión de dimitir fue estratégica, evitando la posible humillación de una derrota en las elecciones internas y buscando una salida más digna.
Durante su mandato, logró lo que su predecesor, Abe, había defendido pero no logró llevar a cabo: un incremento histórico en el gasto militar y una profunda reforma de la política de seguridad.
En diciembre de 2022, Kishida impulsó cambios que permiten a las Fuerzas de Autodefensa de Japón responder con ataques si el país es agredido, además de autorizar la exportación de armamento letal a naciones aliadas. Bajo su dirección, Japón identificó a China, Corea del Norte y Rusia como amenazas en un contexto que fue calificado como «el más crítico y complejo desde el final de la Segunda Guerra Mundial».
Consolidación
El panorama internacional también jugó a su favor, con una opinión pública atemorizada por la invasión rusa a Ucrania y el temor a un conflicto similar en Asia.
En este escenario, avanzó en la implementación de la estrategia de seguridad de Abe con escasa resistencia tanto dentro del país como en el extranjero. Su trayectoria como diplomático experimentado tras haber sido el ministro de Exteriores más longevo de Japón le permitió consolidar su posición.
Kishida logró estabilizar las tensas relaciones con Corea del Sur y reforzar la alianza con EEUU y Occidente. Sin embargo, no pudo replicar el delicado equilibrio diplomático que Abe había mantenido con sus 27 cumbres con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Bajo su liderazgo se deterioraron las relaciones con China y fracasó en avanzar hacia una cumbre con Corea del Norte, a pesar de los contactos que se habían reiniciado tras el terremoto del 1 de enero.
La carrera para sucederle como líder del Partido Liberal Democrático y, por ende, como primer ministro de Japón, comenzó inmediatamente después de su anuncio.
La «luna de miel» política de Kishida se hizo trizas tras el magnicidio de Abe en 2022, que desató una ola de descontento en la sociedad japonesa, especialmente después de que Kishida decidiera celebrar un funeral de Estado sin un debate previo.
Este hecho no solo polarizó a la opinión pública, sino que sacó a la luz los históricos vínculos del partido con la controvertida Iglesia de la Unificación, acusada de prácticas coercitivas y de influir en las políticas ultraconservadoras del Gobierno.
Algunos analistas advierten que, según el resultado de estas elecciones internas, el PLD podría enfrentarse a una histórica derrota en los próximos comicios generales si no elige un candidato con suficiente visibilidad entre el electorado.
Entre los posibles sucesores de Kishida destaca Takayuki Kobayashi. Este exburócrata conservador del Ministerio de Finanzas, de 49 años, lanzó su candidatura poco después de la declaración de Kishida y es visto como una figura que probablemente priorice la disciplina fiscal.
Su perfil renovador lo convierten en una opción atractiva para un PLD que busca desprenderse de los escándalos de financiación y de la vieja política.
Otro candidato relevante es el exministro de Exteriores, Kono Taro, de 61 años, firme defensor de reformas estructurales. Sin embargo, según el diario “Nikkei”, el favorito en las encuestas es Shinjirō Koizumi, de 43 años, exministro de Medio Ambiente bajo los gobiernos de Abe y Suga.
Hijo del carismático ex primer ministro Junichiro Koizumi, que destacó por su estilo directo y la exitosa privatización de Japan Post, Shinjirō cuenta con un importante respaldo popular.
Su propuesta parece estar centrada en la educación y en políticas de apoyo a las familias, temas que son muy bien valorados entre los ciudadanos japoneses.