Arnaitz Gorriti
Kirol-erredaktorea, saskibaloian espezializatua / redactor deportivo, especialista de Baloncesto

«Hemos venido a jugar» a la Liga ACB, y a ver dónde nos corresponde estar

Volver a los ocho mejores en Copa y Liga ha de ser el objetivo de un Saski Baskonia revitalizado con Pablo Laso más la renovación de Howard. Para calibrar las opciones de mejora de Bilbao Basket, debe hacer valer sus recursos lejos de casa y no solo en Miribilla. Y que Unicaja no conquiste el mundo.

Luwawu-Cabarrot entra en la poblada defensa de Bilbao Basket en la Euskal Kopa.
Luwawu-Cabarrot entra en la poblada defensa de Bilbao Basket en la Euskal Kopa. (Gorka RUBIO | FOKU)

La Liga ACB 2024/25 ya está aquí, y nosotros con estos pelos. De hecho, la temporada 2024/25 echó a caminar el pasado fin de semana con la disputa de la Supercopa. Una Supercopa «muy baskonista» en los banquillos, con tres de los cuatro entrenadores con pasado en el club gasteiztarra –Ibon Navarro, Joan Peñarroya y Sito Alonso, siendo este autor de un curioso «combo» que lo llevó a pasar por Donostia y Bilbo antes de Gasteiz–, pero sin que los equipos vascos tuvieran arte ni parte, ya que Unicaja, Real Madrid, UCAM Murcia y el Barça fueron los contendientes, con triunfo para un Unicaja que, desde la llegada de Ibon Navarro, ha cosechado ya los títulos de la Copa, la FIBA BCL, la Copa Intercontinental y la Supercopa. Reza la hinchada malagueña que «Ibon tiene un plan» y como el técnico gasteiztarra siga afinando así, uno no sabe si planea conquistar la Liga ACB o el planeta Tierra.

Pero ese será otro tema, porque en la Liga ACB el vigente campeón es el Real Madrid, luego de una campaña en la que no hubo una triste presencia vasca en los play-offs ni en la Copa. Y quizá sea ese el objetivo, declarado o sin declarar, de Saski Baskonia y, en menor medida, de Bilbao Basket: regresar a la zona noble de la competición doméstica, sin que los paseos por Europa mermen en exceso su andadura liguera.

Lo que es cierto es que ha habido cambios profundos en los dos equipos vascos; más estratégico en Saski Baskonia y en la plantilla entre los hombres de negro. En ese sentido, el regreso de Pablo Laso al Baskonia, de donde salió en 1995 hacia el Real Madrid, más su posterior éxito como entrenador del equipo blanco ha quedado más que acreditado sin necesidad de redundar en ello. Cuando los indicios apuntaban a una renovación de Dusko Ivanovic, el de Bijelo Polje no continuó y aunque Pablo Laso tenía contrato con el Bayern de Múnich, se dieron las circunstancias favorables para que el otrora base del Baskonia cortara sus lazos con el conjunto bávaro y regresara a casa 30 años después.

Ilusiones fundadas

Pocas veces un fichaje de un entrenador –que «ni anota ni defiende», recordaba Ivanovic a este respecto– ha suscitado tantas ilusiones en el seno baskonista, unas ilusiones alimentadas previamente con la renovación contractual de Markus Howard y Tadas Sedekerskis y la continuidad de Chima Moneke, cuando según el Partizan de Belgrado puso encima de su mesa un contrato para irse a tierras serbias para acabar por quedarse, pero fue el propio club baskonista quien impidió que ese trato llegase a buen puerto, haciendo valer el año de contrato que le resta al ala-pívot nigeriano.

Así las cosas, este Saski Baskonia tiene un cerebro y una columna vertebral perfectamente identificable, aunque no por ello ha dejado de sufrir pérdidas sensibles. Marinkovic sí se ha ido a Partizan, volviendo a casa, Codi Miller-McIntyre ha firmado el que seguramente sea su mejor contrato con el Estrella Roja y Matt Costello ha dejado algo cojo el puesto de ala-pívot en el seno baskonista al irse a Valencia.

El periodista especializado Natxo Mendaza daba la bienvenida a los bases Kamar Baldwin –a la espera de que pueda obtener un pasaporte que lo libere de la condición de extracomunitario, aunque para ello haya que esperar a las «Ventanas FIBA» de noviembre– y Trent Forrest, un base que llega de los Atlanta Hawks y que en esta pretemporada está empezando a pagar el peaje de un baloncesto distinto al que él ha conocido hasta ahora, amén de verse lastrado de cierta falta de tiro exterior. Con el complemento del serbio Ognjen Jaramaz, Mendaza definía como «equilibrado» el puesto de armador del Baskonia, luego de que en las dos campañas anteriores solo ha funcionado uno –de maravilla, pero solo uno– con Darius Thompson y el mentado Miller McIntyre, con el recuerdo doloroso del sancionado Pierriá Henry, durante el mágico mes de diciembre de 2022, cuando el Baskonia ascendió al liderato de la ACB y la Euroliga.

Con la continuidad de Nikos Rogkavopoulos mucho más definido físicamente –ha aprovechado muy bien su renuncia a los Juegos Olímpicos–, un Sander Raieste que ha dejado destellos muy interesantes en la pretemporada y los fichajes del escolta-alero Timothé Luwawu-Cabarrot y el pívot Donta Hall, todo apunta a que Saski Baskonia va a disponer de más fondo de armario y un físico más contundente que la pasada temporada, con el único lunar de una cierta «falta de peso y versatilidad en la pintura», según el citado Natxo Mendaza.

Matt Costello no es el mejor defensor del mundo, pero cuando está concentrado cumple en esa faceta, por lo que en los finales de partido no era raro verlo jugando de «falso pívot», dada la nula amenaza de tiro exterior de Maik Kotsar –¡el estonio se ha ido a Japón!– y Khalifa Diop, quien tras el «annus horribilis» que vivió la pasada campaña con las lesiones –las primeras de toda su carrera en la espalda y la muñeca– intenta recuperar a marchas forzadas el camino desandado.

Diop continúa, no en vano firmó hasta 2028, y con Donta Hall como pareja de baile, el puesto de pívot puro ofrece garantías, sobre todo si Diop va recuperando su nivel, algo que poco a poco se va viendo, como por ejemplo en el reciente Araba Saria. Pero ninguno de los dos es una amenaza desde más allá de cuatro metros, y Moneke, con sus menos de dos metros y su tendencia al perenne despiste, no será el pívot abierto con el que quizá sueñe Pablo Laso. Podría serlo Tadas Sedekerskis, dado que Dusko Ivanovic siempre vio al capitán baskonista como un «ala-pívot que a veces puede jugar de pívot», pero Pablo Laso, como Joan Peñarroya en su día, lo ve como alero puro que a veces puede echar un cable en el puesto de «cuatro», pero por detrás en esa elección incluso de Rogkavopoulos, que si por algo destaca es por su tiro exterior, pero no por su presencia física contundente.

Quedaría Ousmane Ndiaye, senegalés canterano del Baskonia que, a diferencia del ruso Pavel Savkov, sí parece que va a tener minutos con regularidad para Pablo Laso. Otra cosa es que Ndiaye, pese a su talento para el rebote, uno de los caballos de batalla del juego interior gasteiztarra, es un ala-pívot puro y ponerlo a jugar de «cinco», como se pudo ver frente a Trieste o en la Euskal Kopa de Azpeitia, no parece un a buena idea, dado que su falta de peso –y de respeto arbitral– lo convierten en presa fácil de los empujones de los mastodontes interiores con los que incluso en la ACB se va a encontrar.

Gestor de grupos

En total, son 13 jugadores los que dispone Pablo Laso, con la pena de no disponer de un interior más que pudiera jugar con garantías como ala-pívot y pívot. La fama de «buen gestor de grupos» del gasteiztarra ha de imponerse ahí. «Habla mucho y con todos los jugadores», remarcaba hace unas semanas Markus Howard en este sentido, de forma que parece que Laso no solo quiere basarse en una corta «guardia pretoriana», sino que busca intentar estirar al máximo su rotación para que una competición de, cómo mínimo, 68 partidos –34 de Liga Regular en la ACB y otros tantos de la Euroliga–, no se vuelva demasiado larga.

«El dinero no te hace más poderoso porque yo no soy el que más cobra. De hecho, hay jugadores que pueden cobrar más que yo pero tienen menos poder dentro del grupo. El dinero está muy bien, te ayuda, pero no te hace ser el más importante. El respeto se gana con los trabajadores de otra manera», señalaba Pablo Laso en una reciente entrevista ante el Circulo de Empresarios Alaveses de Gasteiz. En ese sentido, Laso se ha ganado el respeto de toda Europa; mucho más que el que pudiera tener cuando en 2011 pasó «sin escalas» del banquillo de GBC al del Real Madrid.

Pero los discursos no ganan partidos, como bien se ha visto en esta pretemporada en el que Saski Baskonia ha perdido tres de sus siete partidos, incluyendo una soberana paliza ante Unicaja y una dolorosa derrota en Zaragoza por acumular pérdidas absurdas. No obstante, esas derrotas mostraron carencias lógicas de un equipo aún sin trabajar y al que en los últimos partidos se le ha notado una evolución clara. Por ejemplo, la defensa ya no busca el cambio automático de oponente y el ataque, con el pánico que provoca la presencia de Markus Howard, arriesga a jugar a muchas posesiones, con ataques ejecutados en menos de ocho segundos. en una Liga ACB en la que se prima el saque rápido y el «celo arbitral» es mayor que en Europa, Laso y los suyos pueden apostar por un juego de ritmo alto, a ser posible antes de que los rivales coloquen sus defensas. Ese pudiera ser su primera apuesta mientras que el paso de los partidos asiente los sistemas más cerrados y los roles hagan el resto para decidir el reparto de minutos.

El objetivo en principio debiera ser llegar a la Copa y a los play-offs –incluyendo la Euroliga–, y ahí competir, aunque Pablo laso prefiere no pillarse los dedos. «Si aspiro a ganar la Copa, la Liga y la Euroliga y no lo consigo, me frustro. Pero si no aspirara… para qué entreno. Si hay equipos mejores que el mío, pues que me ganen, pero que les cueste. Lo que aspiro es a ser cada día mejor y a poder tener un equipo capaz de ganar a todos o a casi todos los rivales», declaraba esta semana. No parece mal para ser la primera piedra del camino.

Mimbres y cestos

Jaume Ponsarnau y los suyos siguen con el discurso de ser «uno de los 16 mejores equipos de la Liga ACB», pero a falta de lo que suceda con Bagayoko –el Fuenlabrada reclama 1,1 millones por el jugador maliense después de que este rompiera «unilateralmente» su contrato con el club madrileño–, no resultaría aventurado apostar por un Bilbao Basket algo más cercano a la octava plaza que a la penúltima.

Así sea, porque nadie está libre de meter la pata, como pudiera ser en el caso de los hombres de negro ante el Breogán el domingo a las 17.00 –o Saski Baskonia en Tenerife el domingo a las 13.00–. El experimento europeo ante el Neptunas Klaipeda ha mostrado en el bando bilbaino un equipo todavía por hacer, con mucho que trabajar, pero con la «silueta» marcada de cómo quiere Jaume Ponsarnau que sea.«En los malos momentos, al menos no perdimos balones. El año pasado el Chemnitz nos castigó en Miribilla porque en un mal momento dejamos de jugar a lo que queríamos, y el equipo tiene que aprender de ese error», evocaba el técnico de Tárrega sobre sus primeros pasos en esta campaña.

Al final, los cambios en el bando bilbaino no son estratégicos sino de plantilla. Se han ido Adam Smith, Sacha Killeya-Jones, Keith Hornsby, Alex Reyes, Denzel Andersson, Georgios Tsalmpouris, Alex Renfroe y Unai Barandalla. Aunque la temporada podrá o no refrendar estas palabras, las impresiones son de que Harald Frey, Tomasz Gielo, Rubén Domínguez, Marvin Jones, Amar Sylla, Zoran Dragic y Muhammad-Ali Abdur-Rahkman mejoran la plantilla de la pasada campaña, dotándole a Ponsarnau de más mimbres para hacer un cesto más consistente, sobre todo con el crecimiento a nivel competitivo de Melwin Pantzar, ya que no hay que olvidar que el pasado curso fue su primera temporada a tiempo completo en la Liga ACB, Thijs De Ridder o Kristian Kullamae, más la consistencia de Tryggvi Hlinason o Xavi Rabaseda.

Tareas pendientes

«Tenemos un equipo con muchos generadores al pase o al bote más pase», añadía Ponsarnau a la hora de analizar a su equipo. Y es que Rabaseda quizá sea el alero más puro que tiene, pero entre Dragic, Domínguez y el propio Rabaseda ha de ser suficiente para cubrir esa posición en un baloncesto en el que los aleros que jueguen de espaldas no abundan, aunque sí concluía el técnico de Tárrega que «los exteriores han de ayudar más en el rebote», algo lógico cuando el triple tiene tanta importancia en el juego actual, de forma que buena parte de los rebotes largos se van lejos de la pintura.

Ante todo, Bilbao Basket ha de mejorar lejos de Miribilla. El año pasado los hombres de negro acabaron con 13 victorias en el puesto decimotercero, luego de perder las seis últimas jornadas. Asimismo, los hombres de negro solo ganaron tres partidos lejos de casa, sumando en la mochila las dolorosísimas derrotas ante Zaragoza después de haber ido ganando por 17 puntos y Badalona, tras haber dominado a placer el encuentro y caer con un triple de Andrés Feliz desde más allá del centro del campo cuando al menos hubiera podido haber prórroga.

Siempre se ha achacado a los equipos de Jaume Ponsarnau que empiezan muy bien y terminan con el agua al cuello. En vista de lo que pueda ofrecer la plantilla cuando la competición adquiera velocidad de crucero, más lo que pueda afectar el concurso europeo en la marcha de los hombres de negro, la sensación de que hay mimbres para poder sostener al equipo durante toda la temporada se mantiene intacta. Y sin embargo, así como el estreno liguero frente a Breogán, la respuesta en las tres primeras salidas a domicilio, frente a UCAM Murcia, Gran Canaria y Granada respectivamente, van a marcar muy mucho lo que pueda esperarse de los hombres de negro, así como las visitas al Bilbao Arena del Real Madrid y de un peligroso Valencia Basket con Pedro Martínez al mando, todo ello antes de acabar llegar a noviembre.

Por encima del «lumpen»

Para terminar, la Supercopa dejó bien claro que el Real Madrid puede no ser invulnerable; habrá que ver. Las llegadas de Garuba, Ibaka o Rathan-Mayes aún no hacen olvidar a Yabusele, Rudy Fernández o Sergio Rodríguez y un Unicaja que mantiene el bloque del año pasado más algún ajuste como Balcerowski o Tyson Pérez les sacó los colores en la final de la Supercopa, aunque no hay que olvidar que a los madridistas les faltaba Hezonja, de baja por gripe. Más Tavares, Musa, Deck, Andrés Feliz o Campazzo, los de Chus Mateo tienen potencia de fuego de sobra para seguir ganando, como la pasada campaña en la que conquistaban la Copa y la Liga ACB.

Joan Peñarroya ha vuelto a la vida de los banquillos, y esta vez es con el Barça. El de Terrassa no pudo pasar de las semifinales de la Supercopa, pero está sobradamente preparado para hacer olvidar el experimento del año pasado con Roger Grimau, que intentó ir de líder silencioso pero se lo acabó por comer el vestuario.

Juan Núñez –de la cantera del Real Madrid–, Justin Anderson, Kevin Punter, Chimezie Metu o el exbaskonista Youssoupha Fall –el «Antitavares», según algún espabilado amanuense– completan las tres partes de una hacienda que mantiene a Jabari Parker, Abrines, Laprovittola, Satoransky, Vesely, Willy Hernangómez o Darío Brizuela. Con menos argumentos se ha definido alguna vez esta Liga ACB como «liga bipolar».

Luego habrá que ver cómo responde la clase media y el «lumpen» de los recién ascendidos Lleida y Leyma Coruña, que debuta en la Liga ACB. Ojo a las palabras de Tryggvi Hlinason en la presentación de Bilbao Basket. «La (antigua) LEB Oro tiene seis clubes que pueden ser ACB perfectamente. Subir es durísimo y por eso, nadie quiere arriesgarse a bajar».

Baile de disfraces

Valencia Basket ha tirado de cordura –a ver cuánto aguantan– al volver a traer a Pedro Martínez, quien en 2017 obrara el milagro de hacer del club taronja campeón de la Liga ACB, y ha «racionalizado» una plantilla larga pero con sentido: Reuvers, Sestina, Happ, Costello... para el interior, más Badio, Jean Montero o el joven Sergio De Larrea para el exterior... Parece un equipo menos pirotécnico pero mejor pensado que en cursos anteriores, como se vio el miércoles con su victoria en el arranque de la Eurocup. De Unicaja está todo dicho porque van como un tiro, y ojo si aguantan el tirón de la campaña, Gran Canaria, con Mike Tobey y Alocén sanos, más las apuestas por Homesley, Urbaniak o Conditt, será una reválida para Lakovic en el banquillo. UCAM Murcia, por su parte, es el vigente subcampeón de la ACB y a su bloque del año pasado le ha sumado Dani García al base y Brodziansky al ala-pívot, dándole un poco de finura a la fuerza de los Sant-Roos, Radebaugh, Birgander o los hermanos Kurucs –aunque el hermano mayor, Rodions, no es precisamente un ser deseable–.

Por último, quedan las dudas de un La Laguna Tenerife en el que hay más jugadores con 35 años o más que de menos de 30 años. Huertas es duda para el estreno liguero ante el Baskonia y alguna vez Txus Vidorreta deberá pensar el renovar a sus fieles. El cuadro aurinegro, si la salud lo respeta, seguirá siendo un dolor de cabeza continuo, igual que el Joventut, en un baile de disfraces de a ver quién se disfraza de equipo tapado, quién de revelación y quién de decepción.

Más atrás debieran quedar Manresa, Breogán, Girona, Granada o Zaragoza, pero más por una cuestión de consistencia que de calidad porque si una mala tarde la tiene cualquiera, una buena también. Ante ello, vender la burra de «la mejor ACB de la historia» es muy recurrente, pero por una vez, la competición parece haber acertado con su lema: «hemos venido a jugar». Eso es lo que toca, y que el baloncesto ponga a cada cual donde le corresponde.