Miles de personas han asistido este sábado al amanecer en el yacimiento arqueológico británico de Stonehenge para celebrar la fiesta pagana del solsticio de invierno, el día más corto del año en el hemisferio norte.

Unos 4.500 druidas vestidos con trajes típicos, chamanes y otros curiosos han aplaudido la llegada del día en el complejo neolítico del suroeste de Inglaterra, perpetuando una tradición milenaria a pesar de la ausencia del sol escondido en la niebla.

Con motivo del solsticio, los visitantes pueden excepcionalmente tocar las piedras del lugar, uno de los más importantes del mundo por su tamaño, su sofisticada planta y su precisión arquitectónica. «Stonehenge fue construido para alinearse con el sol durante los solsticios», ha señalado a la AFP Heather Sebire, de la organización English Heritage.

El de invierno era, según ella, sin duda el más importante de los dos. Para los agricultores que vivían cerca del sitio simbolizaba el inicio del nuevo año y un alargamiento de los días, lo que se celebraba con una gran fiesta.

«Es un momento de renovación, de renacimiento, estamos entrando en un nuevo año y también estamos reflexionando sobre lo que pasó el año pasado», ha explicado Chris Smith, un funcionario de 31 años.

Según English Heritage, que administra el sitio, casi 100.000 personas de todo el mundo han visto el evento en vivo a través de Internet.

Los megalitos dispuestos en círculo que caracterizan a Stonehenge fueron atribuidos por la leyenda artúrica al mago Merlín, quien, en la Edad Media, habría robado el monumento en Irlanda.

El monumento aún no ha terminado de revelar todos sus secretos: este verano, un estudio reveló que una losa de piedra de seis toneladas ubicada en el corazón del complejo había sido traída desde el noreste de Escocia, a partir de un viaje de almenos 750 kilómetros.