Kazetaria / Periodista

Un año para los Juegos de Milán-Cortina y esperando a que nada falle

Los Juegos Olímpicos de Invierno que empezarán el 6 de febrero de 2026, dentro de un año, serán un evento clave para Italia. Y la tensión se nota, más aún cuando hay que completar todavía muchísimas obras. Mientras tanto se dispara la especulación en unas Olimpiadas que serán todo menos que baratas.

Edificios en obras aún incipientes y un mural listo a un año del inicio de los Juegos.
Edificios en obras aún incipientes y un mural listo a un año del inicio de los Juegos. (A.R.)

Cuando todavía no se han apagado del todo los ecos, las emociones y los recuerdos de París 2024, estamos ya exactamente a un año de distancia de la siguiente edición de los Juegos Olímpicos, que tendrán como sede central Milán-Cortina. Versión invernal, desde luego, pero como siempre muy esperados y una ocasión también para ver cómo evoluciona la organización de estos grandes eventos deportivos.

Las anteriores olimpiadas de invierno se celebraron en Pekín, ni más ni menos, una ciudad tan enorme que tiene montes por doquier aunque en puntos lejanos y con mucho potencial a nivel de infraestructuras, sin entrar en la importancia política en sí. Ha habido competiciones similares en otros lugares pero ninguna ha eclipsado a Pekín.

Milano-Cortina es un paso adelante, empezando por ejemplo por la denominación doble, algo inédito para los Juegos Olímpicos y que hubiera sido lo mismo si hubiese ganado el otro candidato a estos Juegos 2026: Estocolmo-Åre. O peor, porque entre Milán y Cortina hay «solamente» cuatro horas de distancia, más o menos, no casi ocho como en el caso sueco.

A falta de un año de la ceremonia de inauguración, miramos a Milán para ver cómo está la situación.

Entre Cortina y... Calle Cortina

Milano, Milán, no tiene ningún tipo de monte periférico, salvo una colina realmente minúscula, cerca del estadio de San Siro, llamada ironicamente ‘Montagnetta’, ‘Montaña pequeña’. La ciudad está prácticamente al nivel del mar y su nombre original no miente: ‘Mediolanum’, ‘En el medio de la llanura’, según determinaron los romanos y sobre todo marcó la geografía. Las nevadas son raras y ocurren a veces de manera irreal, absurda, exagerada, como la de enero de 1985, con una capa de más de un metro que lo paralizó todo durante una semana.

Milán no tiene ningún monte salvo una colina realmente minúscula, la ’Montagnetta’, y ahí las nevadas son raras y casi irreales. Lo que sí hay es especulación: sabe vender cualquier cosa, hasta lo más vacío

 

Sin embargo esta ciudad no puede vivir sin especular. Es parte de su esencia saber vender cualquier cosa, hasta lo más efímero y vacío, como muestra su famosa Semana de la Moda. Enorme y moderna, acelerada y voraz, está en el norte de Italia y, por lo tanto, mirando hacia Europa. Ahora, junto con Cortina D'Ampezzo, va a ser protagonista de los Juegos Olímpicos de 2026. Una organización doble, que suena mucho a un baño de realidad: es verdad que la capital lombarda es una superpotencia económica, pero resulta que para unos eventos invernales hace falta la nieve, y esta se encuentra en ‘La perla de las Dolomitas’.

Nieve en las Dolomitas con pistas de esquí, estructuras cubiertas en Milán para otros deportes como el curling o el hockey hielo. Y la Villa Olímpica, por supuesto, el corazón de todo el paquete organizativo, que está siendo construida desde cero en uno de los pocos puntos del mapa en que aún no había irrumpido la especulación: la vieja estación abandonada llamada Scalo Porta Romana.

Esta zona (cercana al acorralamiento mortal que produjo la muerte de un joven egipcio hace pocas semanas) se encuentra al sureste de la ciudad, donde ya en las últimas décadas se han producido operaciones especulativas a través por ejemplo de la Fondazione Prada, uno de los museos más chic de Milán. En una ciudad donde cada día hay menos lugares históricos, entre avenidas como Corso Lodi, Via Giuseppe Ripamonti y Viale Isonzo se ha convertido en un paraíso de obras, grullas y ruidos. Y con murales ya pintados de cara a los Juegos, para calentar el ambiente.

La Villa Olímpica es pues una estación abandonada (después de los Juegos será reconvertida residencia para estudiantes). La zona de la prensa está allí cerca, en un barrio también bastante abandonado, anteriormente dedicado a talleres y oficinas. Curiosamente uno de estos centros que acogerá los periodistas se encontrará al lado de uno de los lugares más solidarios de la ciudad de Milán, el Centro de Acogida de Viale Ortles, una especie de hostal para los sin techo y otros necesitados.

Resulta bonito también, o por lo menos irónico, que como núcleo organizativo en la ciudad lombarda se haya elegido un cuadrante del mapa con calles y avenidas que tienen nombres no solo de montes sino de los montes y de las zonas cerca de Cortina: Via Ortles, Via Adige, Viale Brenta, Largo Isarco, Via Pordoi y, por supuesto, Via Cortina d'Ampezzo. Como para tender un lazo virtual entre las dos ciudades.

La tensión institucional

Bromas aparte, si los Juegos empezaran mañana serían un desastre en todos los sentidos a pesar de los 3.500 millones de euros ya gastados también cerca de Cortina d'Ampezzo; por ejemplo, para la construcción de la mini-autopista Variante de Tirano, pueblo cercano a ‘La perla de las Dolomitas’ y para la regulación de ptras muchas infrastructuras. No solamente porque muchas obras no están listas, sino porque en los peores casos ni se sabe qué hacer aún.

Se ha hablado de trasladar algunas competiciones a las estructuras utilizadas en los Juegos invernales de Turín 2006, convertidas ahora en «catedrales en el desierto», nunca más utilizadas. Aunque aún peor es la idea de mover a todo el grupo de atletas a la suiza Sankt Moritz, lo que significaría salir de Italia, el país organizador.  Sería un fracaso enorme, absoluto, que el Belpaese no podría tragar sin caer en la humillación total.

Se ha hablado ya de trasladar competiciones a las infraestructuras de Turín 2006, ahora «catedrales en el desierto», aunque lo realmente dramático sería tener que recurrir a Sankt Moritz, en Suiza

 

Y es que Italia es maestra, sí, en conseguir terminar los deberes en el último momento, pero con una prisa descomunal que va en contra de cualquier tipo de programación. Se le llama “‘Lo Stellone Italico’, la ‘estrella de la buena suerte’ que normalmente toca al país transalpino. Se pueden enumerar otros casos, como el Mundial de Fútbol de Italia '90 que también fue un desastre entre víctimas en accidentes laborales y que nacieron ya vetustos (Bari, Turín...), o los mundiales de natación en Roma, una obra maestra de sobornos y desperdicios.

Así que siempre hay una cierta tensión entre las instituciones antes de estos grandes eventos en Italia y sobre todo ahora que el país transalpino se está jugando su mejor carta: Milán. Cuando Roma renunció a postularse para los Juegos de 2030, muchos «analistas» y dirigentes criticaron la decisión de la Ciudad Eterna, que por aquel entonces tenía como alcalde a Virginia Raggi, representante del Movimiento Cinco Estrellas, considerado un movimiento «antitodo».

Es verdad que Roma tuvo sus Olimpiadas en 1960 y que fueron decisivas para crear la imagen de la ciudad de la ‘Dolce Vita’, como el Maratón corrido por la noche y con la victoria de Abebe Bikila (descalzo). Pero aquella fue una edición casi de cine, perfecta para una ciudad exactamente así, cinematográfica.

Unos Juegos carísimos

Paradójicamente, más de cine aún es Cortina d'Ampezzo, que para los italianos supone el lugar de las vacaciones invernales más elitistas, de auténticos pijos, representada en las películas llamadas ‘Cinepanettoni’, donde varios mundos, diversas clases sociales, se entrecruzan y trapichean de un modo turbio y torpe.

Ir a Cortina no es para nada barato en sí, por tanto, y aún menos lo será dentro de 12 meses, cuando llegarán allí y a los pueblos colindantes los esquiadores y sus equipos, los periodistas acreditados y demás fauna olímpica. Según una búsqueda hecha por NAIZ durante esta semana en páginas web especializadas, en Cortina ciudad ya no se puede reservar nada en los días de la inauguración de los Juegos que valga menos de 600 euros por persona y por noche.

En Cortina ciudad ya no se puede reservar habitación por menos de 600 euros persona/día. Y ver la ceremonia de inauguración costará unos 700

 

Y eso sin olvidar que no se llega a la ‘Perla de las Dolomitas’ mediante teletransporte sino en el mejor de los casos con un avión hasta Venecia y luego alquilando un coche y conduciendo otras dos horas.

En Milán, cómo no, ocurre algo parecido. Habrá que elegir entre gastarse un pastizal en hoteles o en pisos turísticos de la capital lombarda para poder ver el hockey hielo o el patinaje. Eventos que, cabe recordar, todavía no tienen sus sedes. Mejor dicho, las obras están en marcha y la consigna definitiva deberían ser, en diciembre 2025, el Pala Italia en el Barrio Santa Giulia (más al sur de la Villa Olímpica, en un barrio reventado también por la especulación hasta que se descubrió el amianto en el terreno) y el Ice Park en Rho, al noroeste de Milán, donde se ubicó la nueva gran Feria inaugurada en la Expo de 2015.

La entrada más barata de todas es de 30 euros, que permitirá ver en puntos bastante alejados de la pista alguno de los partidos de hockey hielo de la primera fase. Para participar en la ceremonia de inauguración en el estadio de San Siro habrá que tirar directamente los ahorros del bolsillo, puesto que serán como mínimo unos 700 euros. Menos mal que el comité organizador ha matizado que «el 20% de las entradas valdrá menos que 40 euros», como si 40 euros fueran aire.

Milano, Cortina d'Ampezzo... y muchos otros lugares que serán teatro para los eventos olímpicos: Livigno, Anterselva, Bormio y la Arena de Verona, donde se podrá ver la ceremonia de clausura de de los Juegos. Prácticamente un mapa entero de unos de los puntos más coquetos del norte de Italia, una de las pocas cartas que el país transalpino puede presentar a nivel internacional para entrar en estas luchas de la organización de maxieventos, pasteles demasiados grandes como para quedar fuera del apetito de los especuladores.