China sobrevuela con drones el cielo de Okinawa y otras islas
La creciente actividad militar de China en el espacio aéreo cercano a Japón ha cruzado otro rubicón con la incursión de drones en la prefectura de Okinawa. Tokio ha confirmado la primera detección del dron GJ-2, una aeronave de reconocimiento y ataque.

El dron GJ-2, fácilmente identificable por su diseño en forma de 'V', fue interceptado sobrevolando el área entre Okinawa y la isla de Miyako, antes de dirigirse hacia el océano Pacífico. Tras acercarse a la isla de Amami Oshima, la aeronave emprendió el regreso hacia el mar de China Oriental. En respuesta, las Fuerzas de Autodefensa de Japón (FAD) movilizaron cazas de combate para escoltar al dron fuera del espacio aéreo nipón.
Junto al GJ-2, la fuerza aérea china desplegó otro dron de reconocimiento y dos aviones tripulados Y-9, uno especializado en inteligencia electrónica y otro en patrullaje marítimo. Esta demostración de fuerza ha provocado una respuesta contundente por parte de Tokio y Washington. Ya en la reciente cumbre entre el primer ministro japonés, Ishiba Shigeru, y el presidente estadounidense, Donald Trump, ambos líderes emitieron una declaración conjunta donde se hacía referencia explícita al «aumento de la presencia bilateral en las islas del suroeste de Japón» como parte de una estrategia para fortalecer la alianza y hacer frente a los «desafíos de seguridad» en la región.
Toma de decisiones vía IA
En la base aérea de Naha, en Okinawa, el contraalmirante Takuhiro Hiraki, comandante de la 5ª Ala Aérea de la Fuerza de Defensa Aérea del Sudoeste, asegura en entrevista a GARA que las operaciones de las Fuerzas de Autodefensa se rigen por «normas y protocolos establecidos, priorizando la desescalada y una respuesta mesurada y adecuada». Sin embargo, Hiraki evita ofrecer detalles concretos sobre las medidas preventivas ante posibles conflictos.
«Nuestra misión principal es la vigilancia y la seguridad de las aguas territoriales de Japón», afirma. «Adaptarnos a las nuevas tecnologías es una prioridad para nosotros; aunque seguimos utilizando de manera eficiente los sistemas convencionales, también estamos formando al personal para gestionar tecnologías avanzadas», añade Takuhiro Hiraki.
Fuentes del Ministerio de Defensa japonés señalan que «factores como la toma rápida de decisiones mediante inteligencia artificial, la capacidad de intercepción no cinética, incluyendo láseres de energía dirigida y microondas de alta potencia, la respuesta a armas hipersónicas, la protección frente a la guerra electrónica y los ciberataques, así como la tecnología relacionada con vehículos aéreos no tripulados, tendrán un gran impacto en la construcción de sistemas de defensa aérea multicapa».
Plan de contingencia
A poco más de 100 kilómetros de Taiwán, en la isla de Yonaguni, la calma es solo aparente. En esta isla, la más occidental del país con casi 1.700 habitantes, Shigenori Takenishi, jefe de la cooperativa de pescadores, confirma el aumento de la presencia naval y aérea china en los últimos meses. Takenishi relata cómo los barcos del Ejército chino se acercan cada vez más a sus zonas de pesca entre Yonaguni y las islas Senkaku, ricas en marlín y atún rojo, generando inquietud entre los pescadores. «Intentamos ser pragmáticos y evitamos salir cuando detectamos su presencia, especialmente si se trata de grandes buques», explica. «Por supuesto que es amenazante, no hay duda: en los últimos tiempos, hemos visto muchos barcos, incluyendo algunos portaaviones», añade, señalando el horizonte desde el puerto de la isla.

El alcalde de la isla, Kenichi Itokazu, comparte las mismas impresiones respecto a la amenaza china. En un despacho repleto de recuerdos y placas con banderas taiwanesas y niponas, fruto de sus históricas relaciones amistosas con Taipei, Itokazu se muestra satisfecho de disponer de una guarnición con un contingente de unos 200 soldados en la isla, ya que el aumento gradual de barcos y aviones militares chinos en los alrededores provocaba cierta incertidumbre .«Cuando se trata del Ejército chino... Es bastante aterrador, lo percibimos como una amenaza», exclama el regidor.
Respecto a sus vecinos taiwaneses, el sentimiento es diametralmente opuesto. «Antes de que el área para las prácticas navales sea designada por el Ejército de Taiwán, se nos comunica a través de la agencia oficial y quedamos avisados para no utilizar esa área para la pesca», explica el alcalde, que reitera que «en este sentido, realmente no sentimos ningún antagonismo contra Taiwán». Sin embargo, revela que disponen de un plan de contingencia y evacuación por vía aérea a Fukuoka -fuera de la prefectura de Okinawa- en caso de ataque, que prevé desalojar la isla en pocas horas.«Sabemos que no todo el mundo querrá marcharse, pero quien quiera, podrá hacerlo», apunta.
Reclamación histórica
Desde Pekín, las incursiones en el espacio aéreo cercano a Okinawa y las islas Senkaku -conocidas como Diaoyu en China- forman parte de una reclamación legítima, histórica y soberana. China sostiene que estas islas han sido parte de su territorio desde tiempos antiguos y ocupadas ilegítimamente por Japón durante la expansión imperialista del siglo XIX. Así, Pekín argumenta que sus actividades militares y de vigilancia son «normales y legítimas» realizadas dentro de su jurisdicción y con el objetivo de proteger sus intereses nacionales.
Además, China considera que la presencia militar de Japón y EEUU en la región, especialmente en Okinawa, es una amenaza para su seguridad y una provocación que justifica sus medidas defensivas. El Gobierno chino sostiene que sus acciones son «patrullajes de rutina» dentro del ámbito de su jurisdicción, y considera que las maniobras militares son una demostración de fuerza para disuadir cualquier intento de «violación de su soberanía». Esta posición ha sido reiterada en diversas ocasiones por el Ministerio de Defensa chino, que argumenta que las actividades de sus fuerzas aéreas y marítimas están orientadas a garantizar la estabilidad regional y a reforzar las capacidades defensivas frente al aumento de la presencia militar estadounidense y japonesa en la región.
En este contexto, el despliegue de tecnología avanzada, como el dron GJ-2, refleja la voluntad de Pekín de intensificar su capacidad de vigilancia y respuesta rápida en una región estratégica. El GJ-2 está diseñado para operaciones de largo alcance y alta precisión, lo que permite a China monitorear actividades militares y civiles en áreas clave, como las cercanías de las islas Senkaku y Okinawa. Este tipo de tecnología no solo mejora la capacidad de inteligencia de China, sino que también le permite actuar de manera más ágil ante cualquier contingencia.
El uso de vehículos aéreos no tripulados ofrece a China una ventaja significativa, ya que le permite mantener una presencia constante en la región sin exponer a personal militar a situaciones de riesgo directo. Esto reduce la posibilidad de bajas humanas y permite operaciones prolongadas que serían difíciles de sostener con aeronaves tripuladas. Además, los drones como el GJ-2 pueden ser desplegados rápidamente para responder a movimientos inesperados de fuerzas extranjeras.
Esta estrategia tecnológica también refuerza la postura de China como una potencia militar moderna y avanzada, capaz de competir con otros actores globales en el ámbito de la defensa y la seguridad. Desde la perspectiva china, con el uso de sistemas no tripulados y otras tecnologías de vanguardia, Pekín no solo busca proteger sus intereses territoriales, sino también proyectar su influencia en el Indo-Pacífico, una región cada vez más disputada por potencias como Estados Unidos, Japón y sus aliados.

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