Los primeros detenidos por los incidentes racistas en el norte de Irlanda han comenzado a comparecer ante los tribunales. Un total de treinta y una personas han sido detenidas, y ya hay 23 encausados, incluyendo una niña de 13 años que fue arrestada y acusada de participar en los disturbios el 11 de junio. Junto a ella, su madre, acusada de crueldad infantil. Un menor de la misma edad fue detenido en Derry, por participar en la revuelta no solo atacó a inmigrantes, sino también a dos jóvenes católicos. El domingo pasado, la policía reveló que en Lurgan, dos jóvenes de 12 y 14 años fueron arrestados bajo sospecha de daños criminales tras denuncias de lanzamiento de botellas contra propiedades de la localidad. Posteriormente, fueron puestos en libertad bajo fianza.

Aquellos que se niegan a reconocer la realidad de la cultura de discriminación, racismo y xenofobia en el norte de Irlanda insistirán en que todo se debe a la detención de dos menores de 14 años de origen rumano por una presunta agresión sexual el 9 de junio. Pero centrar lo que está ocurriendo en este hecho, pasa por ignorar la historia pasada de discriminación contra los católicos y la más reciente, contra los inmigrantes.

En junio del 2023, la Comisión de Igualdad en el norte de Irlanda denunció que  las personas de minorías étnicas y grupos migrantes vivían actitudes racistas como parte de su vida cotidiana, con las mujeres siendo el colectivo más expuesto a este tipo de violencia. Aunque se apuntaba al impacto del Brexit a la hora de dar alas a aquellos individuos y grupos que integran el racismo en parte de su identidad e ideología para manifestarse violentamente contra sus conciudadanos, Geraldine McGahey, Comisionada jefa de la Comisión de Igualdad, apuntó a que «el racismo no es nuevo en Irlanda del Norte y su impacto es devastador».

Los paramilitares lealistas han decidido reforzar su ideología de extrema derecha, lo que los ha llevado incluso a superar su desprecio por los católicos y El estado irlandés para alinearse con grupos fascistas en el sur de Irlanda

«Un año de odio»

En mayo de este año, y según cifras publicadas por el Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI), los delitos de odio racial han aumentado con respecto a los dos años anteriores. Las estadísticas muestran que se cometieron 1.188 delitos de odio por motivos raciales, lo que supone un aumento de 349 respecto al último año y la cifra más alta desde que inició la recogida de datos en 2004. Amnistía Internacional en el norte de Irlanda ha descrito los últimos doce meses como un «año de odio».

Protestantes-lealistas

Tanto los medios de comunicación como la policía han mantenido un silencio atronador en una cuestión clave sobre estos incidentes. Estos se están produciendo en áreas con mayoría protestante y presencia lealista: Portadown, Ballymena, Lurgan, Larne, Nailors Row en Derry. No se puede ignorar que los paramilitares lealistas han decidido reforzar su ideología de extrema derecha, lo que los ha llevado incluso a superar su desprecio por los católicos y El estado irlandés para alinearse con grupos fascistas en el sur de Irlanda.

Por ahora, el SDLP ha exigido claridad sobre la implicación de paramilitares lealistas «formal o informalmente» en los disturbios, denunciando cómo políticos unionistas han evitado condenar los incidentes y, particularmente, en el caso del ministro de comunidades, el unionista del DUP Gordon Lyons, publicó en las redes que las víctimas de la violencia en Ballymena habían sido acogidas en un polideportivo en Larne, que fue posteriormente incendiado.

Aunque el Servicio de Policía en el norte de Irlanda (PSNI) afirma que, por el momento, no hay pruebas de participación de paramilitares unionistas en los disturbios, el Comité de Administración de Justicia (CAJ), grupo independiente de derechos humanos, apunta a una conexión.

Extrema derecha

El estudio, titulado ‘Mapeo de la Actividad de la Extrema Derecha en Línea en Irlanda del Norte’, analizó siete incidentes de protestas antimigrantes ocurridos en el norte de Irlanda desde 2023. Daniel Holder, director de la organización apunta a un cierto «grado de control paramilitar» y que coincide con la temporada de marchas lealistas, unos meses en los que las organizaciones paramilitares se preparan para reclamar, a través de los desfiles de la Orden de Orange, la supremacía del protestantismo. Holder también desestimó las informaciones de que nacionalistas católicos podrían haber participado en la revuelta racista, ya que considera que una «unión» más amplia entre los dos rivales históricos es improbable.