Isidro Esnaola
Iritzi saileko erredaktorea, ekonomian espezializatua / Redactor de Opinión, especializado en economía

Las renovables apenas han cambiado la estructura energética

El último informe del Instituto de Energía muestra que, más allá de los discursos, la situación energética mundial apenas ha cambiado. Los combustibles fósiles siguen dominando el suministro y el aumento de las fuentes renovables no cubre ni siquiera los nuevos incrementos del consumo

Suministro global de energía
Suministro global de energía (GARA)

El Instituto de la Energía (EI) acaba de publicar su informe anual correspondiente a 2025 (Statistical Review of World Energy). El documento recoge la evolución en el suministro y el consumo de energía durante el pasado año y constata que el consumo sigue creciendo y no se han dado cambios estructurales reseñables.

Conviene puntualizar que, por primera vez, el Instituto abandona la práctica de convertir toda la energía a toneladas de petróleo. En su lugar, utiliza una medida de energía física: el julio. La transformación tenía sentido cuando la aportación de las renovables era mínima, pero a medida que han ganado peso, no tiene sentido traducir a toneladas de petróleo una energía que se obtiene directamente del sol.

De este modo, las cifras reflejan el coste de convertir los combustibles fósiles en electricidad. Los autores calculan que en 2024, gracias a la mayor aportación de las energías renovables, la eficiencia general del sistema energético ha mejorado en un 7%.

Conviene asimismo señalar que el documento considera dentro de las renovables a la energía nuclear. Un criterio cuando menos discutible.

El cuadro general

En cuanto a los datos recogidos en el informe varias cuestiones llaman la atención. En primer lugar, el documento ofrece un cuadro general del uso de energía en el mundo que a menudo queda desdibujado y oculto. El primer dato muestra que el dominio de los combustibles fósiles es absoluto: aproximadamente el 87% del suministro de energía proviene de estas fuentes de energía, casi nueve de cada diez unidades. Bien es verdad que no todos los combustibles fósiles emiten la misma cantidad de CO2, pero todos contribuyen al calentamiento global. El petróleo sigue siendo la principal fuente de energía, responsable de una tercera parte del total consumido. Le sigue el carbón que, a pesar de los intentos para reducir su presencia, todavía representa el 28% del total mundial. Por último, el menos contaminante de todos, el gas natural supone el 25% del consumo total de energía.

Las energías renovables, incluida la nuclear, representan la mitad de la contribución del gas natural, alrededor del 13% del total. Si se resta la parte que proporcionan las nucleares, el peso de las renovables no llega ni al 10%, aunque desde el 3% que representaba en 1990, el avance es importante. Los esfuerzos realizados hasta ahora para promover las energías limpias apenas han transformado el panorama, las renovables continúan teniendo un peso muy exiguo en el suministro general de energía. El cuadro general muestra claramente que la actual civilización industrial se basa en los combustibles fósiles y, más allá de los discursos, esa continúa siendo su matriz energética.

No hay sustitución

El informe señala que, por primera vez desde 2006, todas las fuentes de energía registraron incrementos en 2024, sin embargo, apenas han cambiado su cuota en el total general. Las renovables crecieron más de un 9% en 2024, la hidroeléctrica un 4,5% y la nuclear casi un 3%. Por contra, la extracción de petróleo ha crecido por debajo del 1% (0,83%), el carbón, un poco por encima (1,17%) y el gas natural casi un 3% (2,81%). Sin embargo, la desproporción y el escaso peso de las renovables hace que, aunque su ritmo de crecimiento sea grande, apenas sirva para alterar la estructura del suministro.



De hecho, de los aproximadamente 12 exajulios de aumento registrados en 2024, casi 8 exajulios provienen de combustibles fósiles: 4 del gas natural, casi 2 del carbón y algo más de 1,5 del petróleo. Las renovables aportan 2,77, la hidroeléctrica un 0,69 y la nuclear un 0,88. De este modo, a pesar de los espectaculares crecimientos de las renovables, dos terceras partes del aumento de la demanda se han cubierto con combustibles fósiles.

A menudo se olvida cuando se habla de porcentajes que una proporción grande aplicada a una base pequeña no supone un aumento significativo. Pero quizás lo más importante es que no se está dando una sustitución de las fuentes fósiles de energía por las renovables, sino que estas últimas simplemente se agregan a la estructura general. En realidad, ni siquiera son capaces de absorber todo el crecimiento del consumo de energía, por lo que el objetivo de sustituir los combustibles fósiles queda lejos todavía.

Energía y fabricación

El suministro de energía por regiones muestra que en 2024 el uso creció en todo el mundo. Los menores incrementos se registraron en Europa y América del Norte, un 0,7% y un 0,4% respectivamente. Por contra en la Comunidad de Estados Independientes, en Oriente Medio y en Asia-Pacífico se dieron los mayores aumentos en el uso de energía 2,55, 2% y 2,6% respectivamente. Mientras las dos primeras regiones carecen de restricciones para aumentar el uso de energía, ya que cuentan con importantes reservas de hidrocarburos, en la región de Asia-Pacífico, el incremento en el consumo refleja la pujanza industrial de China que condiciona el consumo total de la región.

Más significativo que el cambio en el último año es la dinámica de la última década. Entre 2014 y 2024, Europa redujo su consumo de energía en un 1% anual y América del Norte en 0,1% anual. El informe no refleja si la reducción del consumo se debe a una mayor eficiencia o, lo más probable, al proceso de desindustrialización del Norte Global. Han aprovechado la globalización para centrar sus economías en las fases más lucrativas del proceso productivo, esto es, han abandona la fabricación y se han concentrado en las actividades financieras, comerciales y de diseño. Los mayores aumentos en el consumo de energía se ha registrado en Asia-Pacífico, con nada menos que un 2,6% anual gracias a la industrialización china. En menor medida ha crecido el consumo en la región de Oriente Medio, un 2% anual, donde la explotación de combustibles fósiles conforma la estructura básica de la economía de los países de esta región.

Consumo per capita

La dinámica del consumo general no ofrece grandes claves. Mucho más significativo es el consumo de energía per capita. En este caso, las magnitudes absolutas muestran unas diferencias de consumo abismales. América del Norte encabeza el listado con un consumo por persona de 216 gigajulios (GJ) anuales, casi veinte veces más que África que contabiliza algo más de 13 GJ. La Comunidad de Estados Independientes y Oriente Medio le siguen con 162 y 140 GJ respectivamente. Europa queda a medio camino con un consumo de 105 GJ, muy por delante de la región de Asia Pacífico (64 GJ), a pesar de que esta región se ha convertido en la fábrica del mundo, su consumo energético queda todavía muy alejado del de Europa. Por debajo de la media mundial (73 GJ) queda también Centro y Sudamérica.

Unas diferencias que gradúan la responsabilidad de cada región del mundo en el calentamiento global y muestran dónde residen las mayores obligaciones con respecto a la reducción de las emisiones de CO2.

Por otra parte, el consumo de energía por persona refleja que las emisiones no son consecuencia solamente de un mayor o menor desarrollo industrial, que evidentemente tiene su peso, sino que en el uso de energía hay unas pautas que son inherentes a la acumulación de riqueza. Las regiones del mundo más opulentas son las que, con diferencia, más consumen, y por tanto, son también las más contaminantes.

En la transición energética las responsabilidades de ricos y pobres son muy diferentes.