
La cuestión palestina, o la cuestión israelí, monopolizó, como cabía esperar, la charla que se celebró el martes en el Palacio de Miramar bajo el título ‘Retos derivados de la inestabilidad política en Oriente Medio’, en el marco de un Curso de Verano de Euskal Herriko Unibertsitatea (EHU) que durante dos jornadas abordó ‘Los grandes retos actuales de la Unión Europea’. Un ciclo que cumplía su quinta edición, por lo que casi se puede hablar de un clásico.
Tras el micrófono dos expertos que pusieron sobre la mesa un diagnóstico con semejanzas –la solución pasaría por dos estados que tengan garantías de seguridad y supervivencia– pero que discreparon sobre la receta, mano de hierro o guante de seda. Por un lado Haizam Amirah Fernández, director del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos; y por otro Stefano Sannino, director general de la Comisión Europea para Oriente Medio, África del Norte y el Golfo Pérsico.
El primero remarcó que resulta complicado abstraerse de su identidad hispano-jordana y llevar a cabo un análisis aséptico cuando suma «653 días viendo imágenes de un extrema dureza desde que me despierto hasta que me acuesto», y denunció la «impunidad» con la que Israel aplica «un castigo colectivo» ante los ojos de «el mundo entero».
Haizam Amirah Fernández definió el Mediterráneo como un «patio de vecinos» al que se asoman tanto la UE como los países de Oriente Medio , y recordó que la inestabilidad en esa región «no es nada nuevo» y que «hay una cuestión de fondo que envenena toda evolución natural, la cuestión palestina».
El trilema de Israel
A su juicio, Israel afronta desde 1967 «un trilema que no puede resolver entre ser un estado democrático, ser un estado judío y mantener el control de los territorios y poblaciones» que conquistó tras la Guerra de los Seis Días. Es posible compaginar dos de esas tres condiciones, pero «todo a la vez no puede ser, por lo que las contradicciones estallan».
En ese marco, resaltó el papel de una UE que «trata a Israel como un estado normal, pero no lo es». Recordó que durante el primer mandato de Trump se trató de modificar el modelo de resolución, «cambiando la secuencia. Primero que Israel normalizara relaciones con los estados árabes, y así al final los palestinos no tendrían a nadie que les apoyara y firmarían cualquier cosa». Fueron los llamados Acuerdos de Abraham, suscritos en primera instancia por Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos, en este último caso «para lograr a cambio la aceptación de la marroquinidad del Sahara Occidental».
«Se marchó Trump y llegó Biden, cuatro años en los cuales la agenda de EEUU en Oriente Medio giraba en torno a un ítem, que Arabia Saudí normalizara relaciones con Israel. ¿Alguien pensó que esto se podía hacer sin más?», se preguntó. Este es el contexto en el que se produjo el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, cuando Israel contaba con un Gobierno de ultraderecha liderado por un Netanyahu al que la situación desde entonces ha permitido «hacerse perenne en el poder y blindar su inmunidad».
Rusia ahora o en su día Sudáfrica
Haizam Amirah Fernández denunció que frente a las brutales imágenes que llegan desde la Franja de Gaza, con «pelotones de fusilamiento a la vista del mundo entero», y de la opinión pública mayoritaria respecto a la actitud de Israel, «la Unión Europea no hace nada», a pesar de que «tiene un acuerdo de asociación con Israel cuyo artículo 2 habla del respeto a los Derechos Humanos». Comparó además esta actitud con las sanciones adoptadas contra Rusia por el conflicto de Ucrania.
«Si la UE quiere realmente un sistema internacional basado en normas, que esto no sea la jungla, que se respeten valores, que no se incumplan tratados y acuerdos básicos, la pregunta es por qué está sacrificando lo que dice representar haciendo la vista gorda», se cuestionó.
Denunció asimismo la «falta de empatía» de algunos dirigentes comunitarios «con civiles que están muriendo por hambre, enfermedad o bombardeos», y remarcó que «Sudáfrica empezó a cambiar cuando su política de apartheid empezó a tener un coste», por lo que reclamó que se apliquen sanciones a Israel y no se le permita participar en eventos como Eurovisión o diferentes competiciones deportivas.
División en el seno de la UE
Stefano Sannino asumió que «todo lo que sucede en esa región mediterránea es nuestro vecindario y nos afecta» y que «lo que estamos viviendo no es fácil, es duro y complicado», pero además incluyó en la ecuación un factor relevante, las diferencias respecto a esta cuestión entre los estados miembro de la UE.
En algunos casos se trata de políticas de estado que comparten da forma transversal los diferentes actores políticos del país, como en Alemania, que aporta el 30% de las armas de Israel.
El diplomático italiano pidió asimismo que se amplíe el foco hacia un marco más extenso. «Si no miramos al entorno no tenemos un cuadro completo de la situación», apuntó, al tiempo que citaba como ejemplo la influencia de Irán en la zona.
Ambos coincidieron en que el ataque de Hamas del 7 de octubre hizo que la ciudadanía israelí se uniera en torno a un Gobierno que «se mantiene en el poder por la guerra. No digo que me guste, pero mi trabajo es encontrar soluciones», apuntó Sannino. «No hay un ‘silver bullet’ que vaya a solucionar todo, tengo que trabajar con lo que tengo, no con lo que me gustaría tener», añadió más adelante.
Explicó que en estos momentos las prioridades de su oficina son conseguir un alto el fuego que incluya la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamas y abrir paso a la ayuda humanitaria en Gaza, y al mismo tiempo «mantener la perspectiva de los dos estados». En este punto, destacó que «la seguridad de Israel es un punto esencial en esta ecuación, al igual que el futuro del pueblo palestino», y abogó por «fortalecer la Autoridad Palestina como interlocutor», en detrimento de Hamas.
«Entiendo que es duro, complicado, muy fuerte, pero tenemos que seguir hablando con Israel. Si empezamos con sanciones, no cambiará el destino de los palestinos», aseveró Sannino, quien prefiere hablar de «incentivos».
¿Un cambio desde dentro?
En el turno de preguntas, plantearon a los dos intervinientes si «podemos esperar algún cambio desde dentro de Israel». Stefano Sannino consideró que es el «punto central» de la cuestión, porque las presiones exteriores blindan al actual Ejecutivo de Benjamin Netanyahu.
Menos confianza mostró Amirah Fernández, quien rememoró cómo el primer ministro Isaac Rabin murió en 1995 por los disparos de un extremista israelí por sus intentos de alcanzar la paz. «La diana se la pusieron los que se sientan en el actual consejo de ministros israelí, al que la Comisión Europea no quiere sancionar», sentenció.
El analista auguró que las actuales políticas «no van a funcionar, vamos a seguir teniendo esto, y lo que hoy es Hamas mañana será otra cosa. O una parte aniquila a la otra o tendrá que haber un acuerdo con unas mínimas garantías».

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