Pello Guerra
Redactor de actualidad / Aktualitateko erredaktorea
Elkarrizketa
Joxe Lacalle
Víctima de la violencia estatal reconocida en Nafarroa

«Revivir todo lo sufrido ha sido muy duro y lo he pasado mal, pero merece la pena sin duda»

Entre las nuevas víctimas de violencia estatal reconocidas por el Gobierno navarro figura el fotógrafo de ‘Egin’, Joxe Lacalle, quien señala que recordar las terribles experiencias sufridas ha sido «muy duro, pero merece la pena». Así que anima a otras personas afectadas a pedir ese reconocimiento.

Joxe Lacalle posa junto al local donde se encontraba el bar en el que fue atacado varias veces por parte de los Guerrilleros de Cristo Rey.
Joxe Lacalle posa junto al local donde se encontraba el bar en el que fue atacado varias veces por parte de los Guerrilleros de Cristo Rey. (Idoia ZABALETA | FOKU)

«Revivir todo lo sufrido ha sido muy duro y lo he pasado mal, pero merece la pena sin duda». Con esta contundencia se expresa Joxe Lacalle, conocido fotógrafo de ‘Egin’ que acaba de ser reconocido oficialmente por el Gobierno de Nafarroa como víctima de violencia estatal.

Lacalle explica para NAIZ cómo ha sido este proceso, que arrancó cuando desde la Red de Personas Torturadas de Nafarroa, le plantearon la posibilidad de acogerse al procedimiento para ser reconocido como víctima de violencia estatal tras haber denunciado torturas a manos de la Guardia Civil cuando fue detenido en 1981 y de haber sido blanco de ataques y de un atentado con bomba por parte de los Guerrilleros de Cristo Rey en 1978 y 1979.

En primer lugar, «me reuní con personas de la Red y estuve haciendo unas declaraciones que me grabaron. Al poco tiempo, ya me comentaron que tenía que ir a declarar de manera oficial».

De salida, «me plantearon la posibilidad de que fuera escribiendo todo lo que me pasó, pero empezaba a recordar y no podía escribirlo. Me ponía, pero al final, lo rompía». Así que, su testimonio fue grabado directamente «en compañía de un médico y un abogado. Me hicieron preguntas y fui respondiendo a todo».

Torturado

En el caso de Lacalle, se trataba de varias situaciones diferentes. La relacionada con las torturas comenzó cuando fue detenido el 15 de mayor de 1981 en el portal de su domicilio en la calle Jarauta de Iruñea.

La detención tuvo lugar delante de sus hijos y mientras dos miembros de la Guardia Civil de paisano le apuntaban con pistolas. El fotógrafo jubilado todavía se estremece al recordar «ese momento. Mi hijo mayor tenía 6 años y se les quedó mirando con una cara, con una mirada, que siempre la tengo muy presente».

En su declaración, explicó que fue trasladado a la Comandancia de la Guardia Civil de Iruñea y «nada más llegar, comenzaron los golpes y las amenazas». Fue «obligado a realizar ejercicio físico y a mantener posturas forzadas, a desplazarse en cuclillas mientras era golpeado y pateado por miembros de la Policía».

Además, «en otra ocasión fue obligado a permanecer esposado de manera que quedaba colgado de una barra colocada entre dos mesas. Le hicieron varias veces la bolsa». En otro momento, «le sacaron al patio de la Comandancia y le hicieron pasar por un pasillo formado por varias personas, mientras estas lo golpeaban».

Tras ocho días en régimen de incomunicación, fue trasladado a la Audiencia Nacional en un autobús junto a otros detenidos.

Objetivo de los Guerrilleros de Cristo Rey

Estos hechos tuvieron lugar después de que Lacalle y su familia fueran objetivo de los Guerrilleros de Cristo Rey. En septiembre de 1978, miembros de ese grupo de ultraderecha atacaron su bar de la calle Jarauta, mientras todos ellos estaban dentro para celebrar una merienda-cena con cinco amigos. Los guerrilleros destrozaron el bar y dieron una paliza a los presentes.

Y en marzo de 1979, un individuo, que posteriormente se supo que era Leoncio Castro, puso un artefacto en el bar que regentaba y que al explotar provocó tantos daños que estuvo cerrado un mes y medio.

Aunque puso una denuncia, «no recibió la atención que el suceso requería y no se procuró hallar a la persona que había cometido los hechos». Es más, «me estuvieron machacando con llamadas telefónicas al bar diciéndome que ojalá nos hubieran matado a todos los que estábamos y con sus vivas a España».

Una vez explicados en detalle todos estos acontecimientos sufridos en el plazo de tres años, Lacalle firmó «unos papeles y ya se trataba de esperar la respuesta a la solicitud», que finalmente ha recibido el visto bueno.

Este proceso de sacar a la luz unas experiencias tan extremas le ha resultado «muy duro y pasé unos días malísimos. Le daba mil vueltas pensando en mis hijos. Revivir todo aquello me puso muy nervioso y muy acelerado, y cuando estaba declarando, tuve que descansar un rato. Y después de todo el proceso, tuve que ir a terapia de grupo porque me encontraba mal».

Por lo tanto, fue un trago amargo, pero asegura convencido que «merece la pena, porque supone mucho que nos vayan reconociendo, que ya era hora, porque se ha tardado muchísimo tiempo. Es una cosa grande y buena, y cuando me han avisado de que iba a tener ese reconocimiento, he dicho ‘Por fin’ y he empezado a relajarme y a estar más tranquilo».

Así que, desde su experiencia en primera persona, Lacalle anima «a quienes han sufrido situaciones semejantes a que den el paso para conseguir el reconocimiento como víctima. Algunas personas no quieren hacerlo, pero les animo y les digo que, por favor, vayan y lo hagan, porque es muy importante y aunque se pase mal, merece la pena».

Javier Casado, «brutalmente agredido»

Otra de las víctimas de violencia policial que acaba de ser reconocida por el Gobierno de Nafarroa es Javier Casado Viejo. En su caso, ha recibido ese reconocimiento por la paliza que sufrió a manos de la Policía española el 26 de mayo de 1990 en Iruñea.

Según el relato que realizó entonces ante el Juzgado y que fue recogido por el diario ‘Egin’ en su edición del 30 de mayo, Casado señaló que había sido agredido «brutalmente por un grupo de policías nacionales uniformados a la altura de la Casa Seminario», cuando iba a recoger su vehículo y sin que en ese momento se registrase incidentes de ningún tipo.

Debido a los golpes y culatazos recibidos, continuaba el relato de ‘Egin’, tuvo que ser trasladado al Hospital Virgen del Camino, donde se le apreciaron «varios dientes fracturados, lesiones y contusiones en la cara, cabeza y resto del cuerpo», heridas que le obligaron a permanecer de baja laboral un tiempo.

La de Casado era una de las tres nuevas denuncias que se habían presentado en el Juzgado de Instrucción número 3 de Iruñea por las heridas y agresiones sufridas durante la carga policial del sábado 26 de mayo de 1990 en las calles de Alde Zaharra de la capital navarra.