Mauricio Morales

La flotilla humanitaria continúa navegando hacia Gaza

A bordo de la Flotilla Global Sumud, voluntarios navegan hacia Gaza entre olas y fallos técnicos, y aseguran que la misión busca llevar ayuda humanitaria con determinación.

Imagen de la Flotilla.
Imagen de la Flotilla. (Mauricio MORALES)

«Somos unos civiles unidos de manera precaria; me río de quienes nos llaman terroristas», dice una profesora y música irlandesa de 36 años que forma parte de uno de los barcos de la flotilla que navega hacia las costas palestinas de la Franja de Gaza.

Las acusaciones de funcionarios del Gobierno israelí, que tildan a la expedición de “flotilla yihadista” e intentan vincularla con Hamas, no inquietan demasiado a los voluntarios y organizadores de la Flotilla Global Sumud. Para ellos, se trata de un intento de propaganda para deslegitimar la acción humanitaria y preparar el terreno para una posible excusa que permita atacar o interceptar los barcos, como ya ha ocurrido antes en aguas internacionales del Mediterráneo.

La flotilla navega actualmente sobre olas de un metro, con pronóstico de que el oleaje y los vientos aumenten en los próximos días. El cronograma sufre retrasos por fallas técnicas y dificultades logísticas propias de una misión de esta envergadura, pero la mayoría de los voluntarios ansiaba izar anclas y seguir adelante. La ofensiva israelí sobre la ciudad de Gaza, que ha dejado incomunicada a gran parte de la población al bloquear el acceso a internet, incrementa la sensación de urgencia.

Más allá de los eslóganes que suelen acompañar acciones de este tipo, cada milla náutica navegada revela el peso real de la misión: trabajo físico intenso, condiciones precarias, embarcaciones al límite de su capacidad y la posibilidad de un asalto en alta mar, factores que ponen a prueba las emociones y la resistencia de todos a bordo.

Muchos voluntarios han tenido que abandonar, incluidos periodistas. Otros fueron apartados por considerarse un «riesgo de seguridad». Varias embarcaciones que partieron desde Túnez resultaron ineficaces o inseguras para la navegación, y quedaron atrás.

Bajo el sol ardiente del Mediterráneo, los tripulantes -con chalecos salvavidas, mochilas de emergencia y ropa larga para protegerse- se reúnen en el punto designado para un entrenamiento para una eventual interceptación. Brazos levantados y visibles, adoptan posturas lo más cómodas posible ante la posibilidad de pasar largas horas bajo el sol detenidos en cubierta.

«Tenemos que decidir, colectivamente, si en caso de interceptación intentaremos frenar a los soldados si golpean a uno de nosotros», plantea la coordinadora. Tras una breve deliberación, los voluntarios de uno de los barcos acuerdan que lo mejor es no intervenir de ninguna manera, manteniendo la no violencia como estrategia fundamental.

Un altavoz pasa de mano en mano. Cada voluntario reafirma en voz alta su compromiso: «Si un soldado me golpea o me agrede, no quiero que nadie intervenga». El consenso es claro: si alguien intenta detener la agresión, podría convertirse en la siguiente víctima y provocar una escalada de violencia.

«No cumplir este acuerdo es poner en riesgo a las compañeras, a uno mismo y traicionar el deseo personal de cada compañera con la no intervención», concluye la coordinadora del entrenamiento. La reunión termina y todos regresan en silencio a sus tareas, mientras un aire de calma tensa envuelve la tarde.

Las cartas están echadas. La misión continuará pese a posibles retrasos por mal tiempo o problemas técnicos. Quienes siguen a bordo saben quiénes son y hacia dónde van: a Gaza. Todo lo que ocurra en el trayecto escapa a su control.

Chris O'Moore reflexiona sobre los escenarios que podrían enfrentar: «Todos a bordo somos conscientes de lo que puede pasar, pero no deseamos esperar lo peor. Estamos preparados para recibir el peor trato por parte de los soldados israelíes, quienes han demostrado su desprecio absoluto por los derechos humanos de los palestinos y por la legislación internacional. Sabemos a lo que vamos y creemos que esta misión es necesaria para llevar ayuda humanitaria. Cualquier acción ilegal de las fuerzas israelíes será su responsabilidad, no la nuestra».