«Seríamos mucho más felices si integrásemos la derrota como algo natural en nuestro día a día»
Nacido en Irun, este 2025 ha sido su año más prolífico en lo profesional con el estreno de hasta tres series. La última de ellas, ‘Yakarta’, es una mirada compasiva y lúcida sobre la figura del perdedor a través de las vicisitudes de un entrenador de bádminton que sueña con alcanzar la gloria.
El estreno de ‘Yakarta’ pone fin (de momento) a un año frenético en la trayectoria de Diego San José. Revestido con galones de showrunner, el guionista irundarra ha conseguido ir definiendo un estilo y una personalidad muy marcada en cada una de las series que ha impulsado. Tras la consagración que logró con el tríptico integrado por ‘Vota Juan’, ‘Vamos Juan’ y ‘Venga Juan’, en estos últimos doce meses ha encadenado los estrenos de ‘Celeste’, ‘Su majestad’ y ‘Yakarta’. Esta última (integrada por seis episodios de media hora de duración) acaba de aterrizar en Movistar Plus tras su estreno, hace apenas una semana, en la SEMINCI de Valladolid.
‘Yakarta’ marca además el reencuentro de San José con Javier Cámara, acaso el actor que más le inspira y al que, para la ocasión, le ha confeccionado un traje a medida. El personaje encarnado por el actor en la serie, Joserra, un ex jugador de bádminton, que malvive como profesor de educación física tras ser expulsado de la Federación Española y que intenta redimirse hallando y moldeando a un joven talento para convertirlo en campeón, se cuenta entre las creaciones más complejas y conmovedoras del intérprete riojano.
«Las derrotas necesitas digerirlas, la mayoría de las veces en soledad, y creo que uno se hace mayor e incluso más inteligente gracias a la gestión que hace de las derrotas»
Un personaje que, al mismo tiempo, resulta un destilado (en clave trágica) de todos esos antihéroes que pueblan el universo creativo de Diego San José, tal y como él mismo explica: «Casi todos mis trabajos anteriores están protagonizados por perdedores pero ‘Yakarta’ es una serie que habla directamente sobre la derrota. Aquí, el gran tema sobre el que se articula el relato es esa sensación de perder permanentemente en la vida. Y es algo que me gusta reivindicar porque creo que la victoria rara vez conlleva un proceso de transformación interno, con lo cual narrativamente no resulta interesante. Pero las derrotas necesitas digerirlas, la mayoría de las veces en soledad, y creo que uno se hace mayor e incluso más inteligente gracias a la gestión que hace de las derrotas. Lo que pasa es que, culturalmente, nos invitan permanentemente a ganar, nos bombardean con mensajes sobre la necesidad de pelear por nuestros sueños haciéndonos creer que está en nuestra mano alcanzar lo que deseamos. Todo eso es falso y creo que seríamos mucho más felices si integrásemos la derrota como algo natural en nuestro día a día».
Semejante declaración de intenciones da la medida de una serie donde los elementos más reconocibles del guionista irundarra emergen de un modo más oscuro que en sus anteriores trabajos, quizá porque el protagonista de ‘Yakarta’ dista de tener un valor ejemplarizante: «Joserra es un personaje frustrado que, de manera inconsciente, traslada esa frustración a todos quienes le rodean haciéndoles partícipe de ella. Pero sobre todo es alguien movido por el rencor. El rencor suele llevarnos muy lejos. Las motivaciones positivas son mucho más entrañables de cara a justificar nuestras acciones, pero luego te das cuenta de que las personas damos lo mejor de nosotros mismos movidas por el rencor. Es un combustible acojonante. La gente por odio llega a hacer cosas que no haría por amor y eso es algo que, a nivel narrativo, es muy interesante».
En este sentido, tanto Diego San José como Elena Trapé (directora de cuatro de los seis capítulos de los que consta la serie) coinciden en que, a la hora de armar el relato, su mayor desafío fue no caer en la tentación de redimir al personaje, por mucho que su relación con Mar (la joven jugadora a la que encarna Carla Quílez, ganadora de la Concha de Plata en Zinemaldia por su papel en ‘La maternal’) abra el relato a un escenario donde podrían caber esa épica redentora tan habitual en este tipo de narraciones: «Queríamos distanciarnos de la retórica típica de las ficciones deportivas, de esas películas donde ganar resulta algo épico. Para nosotros, la victoria de estos personajes estaba en otro lugar, de ahí que no mostremos el desarrollo de ningún partido y la participación de Joserra y Mar en los distintos campeonatos las narremos mediante elipsis».
«Las personas damos lo mejor de nosotros mismos movidas por el rencor. Es un combustible acojonante. La gente por odio llega a hacer cosas que no haría por amor»
En ese deseo de construir una ficción sobre el fracaso apegada a una mirada costumbrista, Diego San José reivindica los espacios de ambigüedad por los que transitan ambos personajes en la relación que mantienen entre sí y sobre la que descansa toda la fuerza de la serie: «Escribir sobre personajes que pierden permanentemente, a los que todo les sale mal, es muy fácil. El reto está en acercar a esos personajes a la realidad, en mostrar su vulnerabilidad pero también sus fortalezas. No se trata de convertirlos en ganadores pero sí de narrar un proceso de aprendizaje que culmine con un final que sin ser un final feliz, tampoco sea del todo amargo. Esa ambivalencia es la que me interesa cultivar».
Uno de los mayores aciertos de ‘Yakarta’ es el carácter orgánico que adquieren sus dos protagonistas al contacto con aquellos escenarios por los que transitan. Planteada como una road movie de tonos grises, la serie se ambienta en entornos anodinos. Barrios periféricos, polideportivos semivacíos, moteles de carretera y polvorientos pueblos de la meseta que han ido perdiendo brillo con el paso del tiempo (si alguna vez lo tuvieron) son algunos de los escenarios por los que se mueven Joserra y Mar en su quimera de llegar hasta la capital de Indonesia (considerada la meca del bádminton). La elección de dichos entornos fue deliberada ya desde el guion, según cuenta el propio Diego San José: «Yo soy de Irun, que es un lugar que, más o menos, a todo el mundo le suena pero que nunca va a aparecer en la lista de los cien pueblos más bonitos de España. Cuando veo esas listas yo siempre pienso en los otros novecientos pueblos que nunca van a salir ahí. Son esos lugares los que me inspiran y me interesan como narrador, lugares como Totana o Ponferrada que aparecen en la serie. Ningún país se resume en sus pueblos más bonitos, sino en el resto, son en esos lugares sin aparente atractivo los que guardan la esencia de la gente que habita un territorio. Tanto Joserra como Mar son como una ciudad de provincias: no tienen un carisma especial, nadie les va a recordar por ningún rasgo singular... Son personas absolutamente normales y hasta cierto punto anodinas como otras mil que hay. Y a mí ese tipo de personas y de ciudades me caen bien y me interesan».
El otro gran activo de ‘Yakarta’ son las estremecedoras interpretaciones tanto de Javier Cámara como de Carla Quílez y la química que desprenden en una relación que aúna elementos de humor costumbrista junto a una intimidad de cariz trágico. Para Diego San José resulta esencial que, a través de los actores, sus ficciones encuentren un anclaje en la realidad social: «Si había algo que me encantaba de las películas de Berlanga era que las caras de los protagonistas me recordaban a mis tíos, a mis vecinos y creo que eso, en las ficciones de los últimos veinte años, igual lo hemos perdido un poco. De hecho, las películas de ahora están llenas de gente demasiado guapa. Por eso me aporta tanto alguien como Javier Cámara, porque como pasaba hace años con López Vázquez, tiene esa cosa como de español medio, de tipo gris, anodino... Cuando el espectador le ve a él, no está viendo a un actor sino a su vecino del tercero».

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