
En pleno Casco Viejo bilbaino, en la calle Sombrerería, está situada la bombonería Le Chocolat, que abrió sus puertas en los años 80. La familia que puso en marcha la empresa tuvo el suficientente éxito como para diversificar el negocio, y una de sus empleadas pudo emprender en uno de sus locales. Recientemente, ella decidió afrontar nuevos retos empresariales y traspasar su bombonería.
La nueva dueña desde hace menos de dos meses es Lianella González Mena, que acudió a la Cámara de Comercio interesada por el programa "Berriz Enpresa" con la intención de tomar el mando de un negocio que funcionara. En cuanto vio Le Chocolat supo que era eso a lo que quería dedicarse. «Conocía más o menos la famillia, sabía que tenía buena trayectoria y además es un producto que es muy amable, que a la gente le gusta mucho. No tienes que andar detrás de la gente para venderle bombones y cosas ricas», comenta desde su paraíso de dulces, coquetamente organizado para mostrar sus delicias.
«Aunque implique mucha carga de trabajo y muchas horas, me daba la posibilidad de llevarlo yo sola –explica–. Automáticamente se puso en marcha la transmisión tutelada, me puse en contacto con la persona que llevaba esta tienda, y estuve un par de meses aprendiendo el funcionamiento de la tienda, conociendo el producto, familiarizándome con la clientela...». González está muy contenta con la ayuda recibida. «Fue un ejercicio de generosidad muy grande porque me dio esa seguridad de que no iba a entrar en frío en un negocio».
La emprendedora asegura que estar respaldada por la Cámara de Comercio «te da la seguridad de que es un negocio que da rentabilidad y que está bien posicionado. Otra cosa es que yo sepa mantener ese nivel, pero al menos partes de una base bastante sólida». Su experiencia ha sido muy positiva; primero hacen perfil y tienen en cuenta los intereses de los futuros propietarios. Después hacen un cruce entre los negocios disponibles y las personas interesadas. La idea de este programa es poner en contacto a la persona que traspasa el negocio y la persona interesada para que haya una especie de formación previa. «A finales de julio fui a la Cámara de Comercio. En agosto y septiembre estuve en contacto con la dueña, al mismo tiempo que yo montaba mi plan de negocio y buscaba financiación. Para el 1 de octubre habíamos firmado. Aunque acabo de arrancar, he tenido tiempo de hacer mío el espacio introduciendo los cambios que quería hacer», asegura.
Nunca ha trabajado con nada relacionado con venta de alimentos al por menor, pero considera que sus experiencias laborales previas son «perfectamente extrapolables».
«Estoy cuidando su marca»
Actualmente sigue contando con el apoyo de la familia que inició el negocio. «Al principio estaba un poco perdida, pero la familia con la que estoy trabajando también me ayuda mucho. Además, tienen confianza en mí, porque yo no estoy pagando ningún canon, es simple confianza en que, aunque no estoy obligada a nada, estoy cuidando su marca». La marca tiene su obrador propio y es quien provee a Le Chocolat de bombones, chocolate, pastas y bollería artesanal, aunque cada una de sus tiendas tiene también sus espacios de producción artesanal.
En cuanto a la situación del pequeño comercio, no oculta su preocupación y opina que fomentarlo o no es una apuesta política. «En el Casco Viejo los vecinos están perdiendo sus referentes de negocios de toda la vida», afirma esta emprendedora que, no obstante, con su apuesta decidida, está contribuyendo a mantener esos referentes que durante generaciones han marcado la personalidad del comercio bilbaino.

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