
El temporal que está afectando a los campamentos de refugiados de Gaza ya se ha cobrado su primera víctima mortal. Se trata de una bebé de apenas ocho meses de edad que habría fallecido como consecuencia de una hipotermia.
Así lo ha denunciado el servicio de emergencias de la Defensa Civil de Gaza, quien ha señalado que la niña «murió a causa del grave frío que azota a la región, a falta de refugio, calefacción y la protección más básica para niños».
Dicho servicio ha especificado que ha recibido más de 2.500 llamadas de auxilio de gazatíes «cuyas tiendas de campaña y refugios se habían dañado», como consecuencia de las fuertes lluvias. «Hemos registrado la inundación de campamentos enteros en la zona de Al Mawasi en Jan Yunis, las de Al Bassa y Al Baraka en Deir al Balah, la del mercado central en Nuseirat y Yarmouk y el puerto en la ciudad de Gaza», enumera.
«Los equipos de Defensa Civil en la Gobernación Norte, en cooperación con la Empresa Municipal de Agua de los Municipios Costeros, están nivelando el terreno en el campamento de Halawa (en la localidad de Yabalia) y construyendo barreras de arena para evitar que el agua entre en las tiendas de campaña de los residentes», ha ampliado.
Desde la madrugada, distintos canales palestinos y perfiles individuales en redes sociales han publicado vídeos de gazatíes tratando de sacar el agua de sus tiendas de campaña con escobas y otros objetos, bajo la lluvia, mientras esta inunda sus campamentos y les llega por encima de los tobillos.
Según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), al menos 761 alojamientos para refugiados que albergan a más de 850.000 personas en Gaza (de una población de unos 2,1 millones) son vulnerables a inundaciones.
«Los días 7 y 8 de diciembre se registraron más de 3.500 movimientos de desplazamiento, probablemente en previsión de las fuertes lluvias que se esperaba que llegaran el 10 de diciembre», ha asegurado OCHA en un informe este jueves.
Con sandalias entre el lodazal
Casi la totalidad de la población gazatí continúa desplazada, mientras Israel domina aún militarmente más del 50 % del territorio. Muchos de esos habitantes siguen residiendo en tiendas de campaña que han sufrido filtraciones de agua, en campamentos con suelos de tierra que se enfangan fácilmente con las lluvias y sin calefacción a las puertas del invierno.
Así, en la capital gazatí, en el norte de este territorio palestino, una mujer conversa con EFE entre lágrimas mientras trata de retirar el agua del techo de su tienda de campaña, que se ha vencido por el peso del agua: «No pido nada, sólo una tienda de campaña. Que me traigan una tienda para que mis hijas y yo podamos relajarnos».
Algunos desplazados tratan de sacar las colchonetas sobre las que duermen y extenderlas sobre el tejado de la tienda para que se sequen. Otras mujeres tienden en la calle las alfombras con las que cubrían los suelos de tierra sobre los que tienen que asentar su campamento.
Las improvisadas calles de estos campamentos son ahora lodazales, por lo que niños, ancianos y el resto de desplazados se ven obligados a caminar (en muchos casos en sandalias) con los pies dentro del agua, que les alcanza sobre los tobillos.

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