El presidente de EEUU, Donald Trump, ha insistido en exigir el desarme de Hamas tras recibir al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en su residencia de Mar-A-Lago, en Palm Beach. Lo ha hecho en forma de ultimátum, afirmando que «tendrá un plazo muy breve» para llevar a cabo el desarme y que, en caso de que no entreguen las armas, pagará «un precio muy alto».

«Si no se desarman, se desatará un infierno», ha insistido Trump, que ha asegurado que la fase de reconstrucción en el enclave palestino empezará «muy pronto», en contra de la evidencia del estancamiento del acuerdo del alto el fuego.

En una de sus habituales hipérboles ha sostenido que «tenemos 59 países que quieren entrar y eliminar a Hamas, y dijeron: ‘Déjennos hacerlo por ustedes’».

Trump ha ignorado las vulneraciones sistemáticas del alto el fuego por parte de Israel y apoyo a su aliado como «un héroe».

Aunque se esperaba algún tipo de presión del presidente estadounidense a Netanyahu para que el alto fuego avance, se limitó a indicar que ambos líderes «no coinciden en un 100%» en sus posturas sobre Cisjordania. «Hará lo correcto», expresó, dirigiéndose al primer ministro israelí.

Israel ha vulnerado la tregua desde el 10 de octubre matando a más de 420 personas –más de cinco cada día– al mantener las operaciones militares, incumplir la retirada pactada e impedir la entrada de la ayuda comprometida. EEUU lo ha permitido sin reproche alguno.

Netanyahu mantiene su estrategia de sabotear cualquier avance para acabar en un escenario de ocupación o reanudar los ataques masivos; Trump quiere presentar algún avance  que le permita presentarse como «pacificador».

La población palestina, mientras tanto, tiene la urgencia de sobrevivir. Desplazada entre ruinas y frágiles tiendas de campaña inundadas por los últimos temporales, se encuentra a merced de los disparos de las tropas israelíes y de la falta de alimentos y recursos básicos, todavía restringidos por Israel.

Hamas esperaba presión de Trump

Por parte de la resistencia palestina, solo queda la entrega de los restos del último prisionero israelí que permanecen en la Franja. Con ella, debería iniciarse la segunda fase que aborda, entre otras cuestiones, el desarme palestino, la retirada de las tropas, el despliegue de una fuerza internacional y la formación de una junta de gobierno. 

El portavoz de Hamas, Hazem Qassem, ha mostado cierta esperanza en que Trump presionara a Israel para que se ajuste al plan de paz, pero la resistencia palestina no cuenta ya con la baza de los prisioneros para ejercer presión y tampoco puede contar con mucho apoyo de Estados árabes o musulmanes. Antes de que comenzara del encuentro en Mar-A-Lago, Hamas ha insistido en que no se desarmará mientras continúe la ocupación. 

El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, había sugerido que podría haber cierta flexibilidad y que la «base de referencia» debería garantizar que el grupo no represente una amenaza para Israel en lugar de eliminar sus armas.

Amenaza a Irán

Trump también ha vuelto a amenazar a Irán, haciendo suya la intención de Netanyahu de continuar los ataques contra el país persa tras los de este año, en los que le acompañó EEUU con el bombardeo de las instalaciones nucleares de Teherán. Ahora reclama volver a bombardear con la excusa de su programa balístico, pese a que fue debilitado en la «guerra de los doce días».

Trump ha menazado con lanzar más ataques a Irán «rápidamente» si intenta reactivar su programa nuclear, y aconsejó a Teherán que opte por cerrar un acuerdo con Washington.

Viaje con impunidad
El prófugo del Tribunal Penal Internacional (TPI) Benjamin Netanyahu sobrevoló el espacio aéreo de Grecia, Italia y Estado francés, según FlightRadar. Los tres miembros del TPI permitieron que el avión de Netanyahu cruzara su espacio aéreo rumbo a EEUU, a pesar de la orden de arresto en su contra.