INFO

Un total de 117 cardenales elegirán al sucesor de Benedicto XVI

Tras la renuncia de Benedicto XVI por «falta de fuerzas», ahora arranca la carrera por buscar un sucesor. Un total de 117 cardenales serán los responsables de elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica.

Imagen tomada en abril de 2005, con ‘fumata negra’, durante el proceso de elección del nuevo Papa. (Patrick HERZOG)

Los cardenales electores, según el continente de proveniencia, serán 61 europeos, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y 1 procedente de Oceanía. Estas cifras pueden variar según la fecha de inicio del cónclave: el cardenal Walter Kasper, por ejemplo, cumple 80 años el 5 de marzo.

El país con mayor número de cardenales electores –es decir, todos aquellos que no hayan cumplido los 80 años antes del día de la muerte del Papa, o día en el que la Sede Apostólica quede vacante, que será el próximo 28 de febrero– es Italia, un sector dentro de la Iglesia que desea recuperar el papado tras la renuncia de Benedicto XVI.

Otro de los factores a tener en cuenta entre los cardenales reponsables de elegir el nuevo líder de la Iglesia será la edad de los papables y si optarán por elegir a un representante de mayor o menor edad.

Los cardenales tienen estrictamente prohibido presentar su candidatura o hacer propaganda de sí mismos. Eso sí, la elección se realiza mediante escrutinio, el voto debe ser secreto, donde el ‘auto-voto’ es válido, aparte de que debe decidirse por una mayoría de dos tercios del colegio cardenalicio que sea elector.

El futuro cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI se regulará por el ‘Ordo Rituum Conclavis’, establecido por la Constitución Apostólica de Juan Pablo II 'Universi Dominici Gregis0 en su párrafo 27. El Cardenal Camarlengo, que tiene un papel fundamental en el período de sede vacante, es el cardenal Tarcisio Bertone, y fue nombrado por Benedicto XVI el 4 de abril del 2007.

Generalmente, el cónclave se convoca 15 ó 20 días después del fallecimiento del Santo Padre pero, en este caso, se congregará nada más producirse la renuncia del Sumo Pontífice.

Así, a partir de ese 28 de febrero, fecha en la que Benedicto XVI renuncie, será el cardenal Camarlengo o secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, el que convoque en un breve espacio de tiempo el cónclave para nombrar a su sucesor. Es el que se encarga de la administración de los bienes y de los derechos temporales de la Santa Sede desde que fallece el Pontífice y hasta que se elige a uno nuevo.

Si al cabo de tres días no se ha conseguido el sucesor se convoca un día para el retiro y la oración de los cardenales, pudiendo llegar hasta las 21 votaciones. En el caso de que no se pongan de acuerdo, el escrutinio vuelve a interrumpirse y se prosigue con los dos cardenales que hayan obtenido mayor número de votos.

Para la elección del nuevo Pontífice todos los actos deben desarrollarse dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano, en lugares y edificios determinados, cerrados a los extraños y sin contacto con el exterior.

A la conclusión de cada votación, las papeletas serán quemadas. Si el resultado no es fructífero, los votos se queman con paja húmeda, lo que provoca una negra columna de humo, conocida como ‘fumata negra’.

Sin embargo, si existe unidad entre los votos para elegir al nuevo Papa, una blanca cortina de humo saldrá de la chimenea de la Capilla Sixtina, conocida como ‘fumata blanca’.