INFO
Elkarrizketa
Rufi Etxeberria
Responsable del Área de Resolución del Conflicto de Sortu

«No entenderíamos que Urkullu pudiera estar más cerca de Patxi López que de Agirre»

Rufi Etxeberria reflexiona con perspectiva amplia sobre los avances provocados por el cambio de estrategia de la izquierda abertzale, las dificultades del proceso y los próximos retos.


La «Vía Vasca» que plantean necesita acuerdos y acumulación de fuerzas. ¿Que expectativas tienen con el PNV?

Primero habría que matizar que esa vía debe tener base social amplia, creciente y activada, más allá de la dinámica de o entre fuerzas políticas. Una base social que llegue incluso a condicionar a los partidos. A partir de ahí, no cabe duda de que un compromiso mayor del PNV supondría una aportación importante. Sería nuestro deseo, tanto en el campo de las consecuencias del conflicto como en el de las causas, que nos debería llevar a buscar entendimiento sobre el derecho a decidir.

De todo ello pensábamos que íbamos a tratar cuando PNV y Sortu establecieron relaciones de forma oficial, incluso hubo declaraciones en ese sentido, pero en estos últimos tiempos el PNV no ha terminado de arrancar e incluso ha ido para atrás respecto al punto de partida.

Sortu trasladó al PNV su disposición a trazar los carriles de una vía compartida para buscar la resolución integral del conflicto político. Esperamos y deseamos que se inicien las tareas de desbroce que nos lleven hasta una vía de actuación común.

Entre otras cosas, portavoces del PNV dicen que hay involución en la izquierda abertzale...

Necesitan alimentar ese discurso para situarse en medio, aunque para ello haya que inventarse cosas e, incluso, agravios. Cuando las embestidas del Estado, que crean alarma también en su base social, le achican el campo, su actitud es la de denostar al independentismo vasco para aparecer en un supuesto centro, entre dos polos que alimentan la involución. La realidad es que el PNV tiene miedo a que una apuesta decidida, que podría tener un amplio respaldo en Euskal Herria, como está sucediendo en Catalunya, les pusiera en riesgo eso que llaman hegemonía y centralidad. Así, tiende a bascular hacia las fuerzas estatalistas al hacer acuerdos, y cuando mantiene relaciones con las fuerzas y agentes que impulsamos el proceso democrático siempre acude con rebajas, para después, además, ni siquiera comprometerse realmente con la resultante que toma en consideración sus reservas.

Entendíamos, y entendemos, que ese sector político puede jugar un papel muy importante, y que también su máximo exponente político y simbólico, como es el lehendakari, podría tener un protagonismo central. No entenderíamos que, en esta coyuntura histórica, Iñigo Urkullu pudiera llegar a estar más cerca de emular a Patxi López, en su penosa imagen del tren en EEUU, que a José Antonio Agirre a la hora de estar a la altura de lo que necesita su pueblo.