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Elkarrizketa
Joaquin Calderón y Agus Barandiaran
Director y músico

«Si tiramos para delante sin pensarlo, nos quedaremos sin nada de nuestra identidad»

El trikitilari Agus Barandiaran vio cómo el progreso se llevaba por delante parte de su identidad, junto al rerribo del baserri familiar. Joaquín Calderón tuvo conocimiento de la historia y decidió que tenía que contarla en 'Basque Selfie' (Zinemira), pues para el pueblo vasco un baserri es mucho más que una casa.

Gorka RUBIO | FOKU

¿Hablamos de un documental de ficción?
Joaquín Calderón: ¿Qué es un documental? ¿Qué es un documental creativo? ¿Qué es una historia real? ¿Qué es una ficción? ¿Qué es una ficción basada en hechos reales? Hay veces en las que las líneas entre una y otra son muy finas. En este caso la idea empezó tratando de hacer un documental, porque había un montón de cosas que había vivido Agus que queríamos contarlas y queríamos ser fieles a la realidad. Y para eso lo normal es hacer un documental. Pero a la hora de ponernos a trabajar y a darle forma al guion vimos que nos venía bien hacer unas secuencias, sobre todo porque eran imposibles de documentar en el momento, porque había gente que ya no estaba aquí, había que recrearlas. Fue cuando decidimos hacer algunas escenas de ficción basadas en la realidad. Al final fueron tantas secuencias basadas en la realidad que decidimos que fuera una película de ficción basada en hechos reales, pero tiene mucho de documental.

La historia que se cuenta es la del derribo del baserri de Barandiaran.
Agus Barandiaran: A mi me tocó vivir una época bastante dura en mi vida. Durante 500 años todas las generaciones anteriores de mi familia habían vivido en un caserío y de repente, un bien histórico, que los propios historiadores consideraron que no se podía tirar, estaba amenazado. Yo luché porque ese caserío estuviera en pie. Además existe la paradoja de que donde yo tenía mis raíces, donde yo había adquirido mis conocimientos del euskara, de la danza, de la música (porque yo toco la trikitixa en un montón de países con Korrontzi), todo eso que me daba identidad y tradición, lo que me daba algo para contar y enseñar, me lo iban a arrebatar. 'Basque Selfie' es una lucha durante los cuatro o cinco años que duró ese proceso resumida en una película de Joaquin Calderón.

El título es bastante representativo, ¿hablamos de una fotografía de la cultura vasca?
J.C.: O una autofotografía. Agus es él mismo, que también es un personaje de la cultura vasca, para mí el mejor trikitilari de los que conozco. La idea parte de que me parecía una ironía enorme que alguien como él, que está de gira por todo el mundo, siempre mostrando la música, la idiosincrasia del pueblo vasco, su humor, le toque padecer una expropiación, la amenaza de la destrucción de su caserío, que al final es su raíz.

Hablan del baserri como algo más que una casa.
A.B.: Totalmente. El historiador Antonio Santana cuenta en la película que los baserris son los que nos dan apellidos a nosotros. Nos dan nombre. El baserri es el que en Euskal Herria da nombre e identidad a quien lo habita, no al revés. Para mí el baserri es algo que me da identidad y tradición. Imagínate que te quitan todo eso y ves a tu familia sufrir. Para mí es una historia muy triste.
Primero estaba el baserri, hace 500 años, y porque estaba allí el baserri hicieron una carretera para llevar carros, y hoy en día es la carretera la que se come al baserri. Es una crítica a la sociedad. Cuando me pasó esto yo pensé en el diente por diente, en que quien me hizo eso se lo tenía que hacer pagar. Pero pasó el tiempo y me di cuenta de que simplemente hay que hacer una denuncia a la sociedad, a que le damos demasiada importancia a cosas que realmente no la tienen tanto, y corremos el riesgo de perder nuestra identidad, esa que nos hace tan diferentes y exclusivos. Únicos en el mundo. Cuando enseño la trikitixa por todo el mundo lo que quieren es verme hablar euskara o ver nuestra danza, no quieren que hable en inglés, no quieren que toque una canción de pop-rock, quieren que enseñe mi cultura.
J.C.: La globalización de la que estamos más que hartos de escuchar globaliza la cultura. La música es un ejemplo claro; todo el tema latino ha entrado tan fuerte que arrasa con todo y se está perdiendo otro tipo de música. Si seguimos así tendremos todos lo mismo, no habrá identidad. El avance y la tecnología están bien, pero hay que cuidar un poco. Como decía Santana, hay que elegir qué queremos preservar y de cuales queremos prescindir, pero hay que pensarlo, porque si tiramos para delante sin pensarlo nos quedamos sin nada.

¿Cómo ha integrado a los actores?
J.C.: A partir de la historia que queríamos contar, decidimos arropar a Agus, que no es un actor profesional, con actores y actrices vascos que sabíamos que nos podían ayudar porque es una producción humilde que tira de muchos favores. Hemos ido haciendo el guion, del cual es responsable Izaskun Iturri, y hemos trabajado algunas escenas de ficción que nos venían bien para contar la historia. Por ejemplo, al constructor real de la carretera no lo tenemos, no le vamos a invitar a que venga porque nos vamos a meter con él y no iba a querer.

¿La música corre a cargo de Korrontzi?
A.B.: Sí. Cuando perfilamos la película yo le dije a Joaquin que si iba a contar mi día a día, la música de Korrontzi tenía que estar presente. Se oye esa música porque vamos a un concierto, porque venimos de otro…