Lluís Llach rememora el poder de la espada y la cruz en su nueva novela, ‘Escac al destí’
El pasado 20 de agosto, Lluís Llach publicó ‘Escac al destí’. En esta su cuarta novela, el cantautor catalán invita al lector a viajar hasta un reino imaginario de la Edad Media en la que un asesinato destapa una serie de conjuras políticas y eclesiásticas. Según Llach, «me fascina lo caótico de aquella época, regida por los poderes de la espada y la cruz».
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‘Escac al destí’ es la cuarta novela de Lluís Llach, una obra que entraña un punto de inflexión editorial, ya que no ha sido publicada por Empúries, del Grupo Planeta, sino por Univers, del Grup Enciclopèdia.
El cantautor catalán aseveró que toda la gente que trabaja en su antigua editorial son «maravillosos, pero me condicionaba mucho el hecho de que una empresa tan parafascista, familiarmente hablando, como Planeta, me diera cobijo».
Finalmente, y tras publicar ‘El noi del Maravillas’, en 2017, se dijo que no podía continuar en la editorial Empúries «porque entraba en una contradicción personal, no por la gente de esa editorial, sino porque no quería estar bajo el paraguas del grupo. Hubo un momento en que se me hizo insoportable».
Publicada en catalán el pasado 20 de agosto, ‘Escac al destí’ contará con una versión en castellano que llegará a las librerías el próximo 5 de octubre y supone un cambio de registro con respecto a sus anteriores títulos, como la exitosa ‘Memòria d'uns ulls pintats’, porque guia al lector hasta el ficticio reino de Magens, en un país indeterminado, en una época medieval que tampoco se concreta y donde se escenifica una serie de conjuras políticas y eclesiásticas que serán reveladas a partir de un asesinato.
Roma, cosechadora de secretos
En relación a la época en la que transcurre la acción, Llach reveló que «quería escribir algo que me alejara de mi zona de confort para visitar lugares que comporten un aprendizaje. Dudé en situar la trama entre una época del futuro o en el pasado, y cuando fui hacia lo más antiguo, la época que más me fascinó, por lo caótica que era, fue la de la Edad Media».
El lector no debe esperar mucho tiempo a que se encienda la mecha que dará sentido al polvorín de la trama. En el segundo capítulo asoma el cadáver de la reina Bal de Guifort, segunda esposa del rey Ebrart d'Albir, y se concreta la tarea detectivesca que debe emprender el hijo bastardo del monarca, el joven preboste Orenç, canónigo de la Capilla Real.
En palabras del escritor, «en la Edad Media hay dos referentes que dominan toda la situación: el poder de la espada y el poder de la cruz. Quiero que el lector se vea sorprendido por cosas que seguramente desconoce y que, de vez en cuando, diga, ‘¡ostras!, esto viene de muy lejos’».
Llach incidió en la importancia capital que tenían el poder político, representado por los reyes, y el de la Iglesia en unos tiempos de «ignorancia e incertidumbres», y agregó que la Iglesia todavía fue más poderosa gracias al paso de la confesión pública a la privada, porque «a cambio de dar la salvación, todo el mundo le revelaba sus secretos y ello propició que en Roma tuvieran la información más secreta de toda la humanidad, porque sabían lo que pensaban los reyes, con quién copulaban, con quién conjuraban o a quién mataban», y añadió que «los reyes sabían que la Iglesia contaba con ese poder, que lo utilizaba siempre para que las cosas fueran a su favor. La colaboración entre el poder de la espada y el poder de la cruz es lo que llevaba al éxito».
El poder, por tanto, era «la información, la comunicación, y si esto lo cambias ahora por la economía y la tecnología, que es la vigilancia de todo lo que hacemos, lo que somos o lo que compramos, resulta que tienes una equivalencia bastante grande entre una época y otra».
Para Llach, «el poder de la espada cada uno lo entiende a su manera, pero en el mundo actual, si lo miras bien, los más poderosos son los Putins, los Xi Jinpings o los Trumps».
Respecto al proceso de escritura, Lluís Llach reveló que empezó a crear este artefacto literario, que también quiere ser un homenaje a Occitania, en otoño de hace tres años, y que en prácticamente un año tuvo la estructura conformada, pero «me gusta más corregir que escribir. Creo que corregir es la parte más importante de mi escritura».