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La apertura de terrazas hace que Iruñea recupere parte de su paisaje habitual

Iruñea está recuperando parte del pulso de su vida habitual gracias a la apertura de las terrazas, una medida que ha tenido una buena acogida siguiendo las restricciones sanitarias establecidas por el Gobierno navarro.

La apertura de las terrazas está teniendo una buena acogida en Iruñea. (Iñigo URIZ/FOKU)

Más de 35 días después, las terrazas de los bares vuelven a recibir clientes ansiosos por recuperar aunque sea parte de esas costumbres habituales que la pandemia de coronavirus ha puesto patas arriba, como tomarse un café en condiciones.

El primer día de apertura ha contado con una buena acogida y se ven bastantes clientes en las terrazas de la plaza del Castillo, el paseo de Sarasate, la avenida de Orreaga u otras plazas más pequeñas como la Consistorial o la del Consejo, que también cuentan con esa opción.

Los clientes esperan a que el camarero de turno les dé el visto bueno para sentarse y solicitar su consumición. Es el caso de tres amigas que, tras dar esos pasos, conversan animadamente en una de las terrazas de la plaza del Castillo. Lucía se muestra muy contenta de que hayan abierto y que se pueda «socializar un poco, eso si, con responsabilidad».

Marga añade que «sobre todo es la sensación de que la vida sigue y de que hay más ámbitos y no solo el de tu casa», mientras Lucía recuerda que hasta ahora «tomábamos el café metidas en la oficina y poder salir, aunque solo sea quince minutos, es de agradecer».

Especialmente agradecida se muestra Lurdes, camarera del café Iruña, quien destaca «las ganas de la gente que está viniendo. Están volviendo los clientes habituales y también tenemos gente que no es tan habitual, y estamos teniendo un gran recibimiento».

Medidas a tener en cuenta

Antes de que arrancara la actividad, han estado muy pendientes de las medidas que ha establecido el Gobierno de Nafarroa para volver a abrir las terrazas. Aunque se permite que su aforo sea del 100%, se han marcado una serie de condicionantes a tener en cuenta. Así, en el suelo de la terraza deben existir unas marcas que señalen dónde deben estar las mesas y las sillas en todo momento para evitar que se pierda la distancia de seguridad, que es de dos metros desde los extremos de las mesas.

A la hora de ocupar las mesas, en las que tengan menos a 80 cm. de lado solamente podrán sentarse dos personas y en las que cuenten con esa medida mínima, un máximo de cuatro. La distancia entre las sillas debe ser de 1,5 metros y solo se permite fumar en el caso de que esa separación sea de dos metros. Los clientes deben estar sentados mientras toman su consumición.

Al respecto, Lurdes señala que «antes de abrir, hemos medido las distancias y colocado todo de acuerdo con la normativa que nos han marcado. Estamos muy pendientes, porque las normas van cambiando y si surge una nueva, nos avisa el jefe y así la cumplimos».

Otra de las medidas se centra en aquellas terrazas que cuentan con techo y paredes. En este caso, solo se permite la instalación de dos de esas paredes para que no se convierta en un espacio cerrado y pueda correr el aire.

Esta normativa se cumple en las terrazas ubicadas en el paseo de Sarasate, como la de Basoko Taberna. Su responsable, Santiago Salguero, señala que la apertura supone que «veamos un poco de luz, aunque tiene pinta de que esto va para largo. Al final, teniendo el bar cerrado, tampoco podemos hacer mucho, porque nuestra fuente de ingresos de verdad es el bar y más en invierno».

En este sentido, recuerda la sustancial diferencia meteorológica que supone abrir las terrazas en noviembre o en mayo, como cuando terminó el confinamiento domiciliario, porque «al final, la terraza, en primavera y verano se explota bien, y en el invierno algo menos. Pero por lo menos podemos facturar algo, porque está siendo un año terriblemente horrible».

Salguero puntualiza el hecho de que se pueda abrir al 100%, ya que «con las distancias de seguridad, se queda en un 50% o algo menos. Pero por lo menos trabajamos. Todo lo que nos digan que tenemos que hacer, lo vamos a hacer, porque lo que queremos es trabajar».

Mientras para sus responsables supone volver a trabajar, para otros, la terraza representa un descanso «como debe ser» en la actividad laboral. Como señala David, «por fin nos podemos tomar un café y un pincho en condiciones. Estaba más que harto de tener que hacerlo en un banco o donde buenamente se pueda». «Así sabe el doble de bueno», añade su compañero de mesa Pablo, mientras da buena cuenta de un pincho de tortilla.

Aunque esta posibilidad está en la mano, en otros locales, mesas y sillas siguen recogidas, como sucede en la plaza del Vínculo, donde los habituales siguen tomándose su café de pie o apoyados en los bancos próximos. Para otros establecimientos hosteleros, ni siquiera existe esa opción, ya que no cuentan con un espacio así.

Para ellos tiene un recuerdo Lurdes, quien señala que «es una pena que haya compañeros que tengan que seguir en el ERTE y bares que no van a poder superar esto y van echar la persiana definitivamente. Es una pena, pero con esto del coronavirus, es lo que toca».

Todos esperan que las cifras de casos de covid sigan descendiendo y que finalmente en diciembre se pueda aspirar a una apertura general de la hostelería. Entonces es cuando se habrá dado otro paso más en la ‘nueva normalidad’.