Demanda al historiador Fernando Mikelarena por informaciones sobre el requeté Del Burgo
Arturo del Burgo ha presentado una demanda al historiador Fernando Mikelarena porque en sus libros sobre la Guerra del 36 en Nafarroa apunta que su abuelo Jaime del Burgo era el jefe del Requeté cuando se produjo la saca de Tafalla, que terminó con el fusilamiento de 64 personas en Monreal.
Arturo del Burgo ha llevado a los juzgados al historiador Fernando Mikelarena por unas informaciones sobre su abuelo requeté, Jaime del Burgo, en las que cita que este último era jefe del Requeté en octubre de 1937, cuando se produjo la saca de Tafalla, que terminó con el fusilamiento de 64 republicanos en la Tejería de Monreal.
A preguntas de NAIZ, el historiador señala que afronta la demanda «con la mayor tranquilidad, porque digo lo que digo con el respaldo de datos, no digo lo que no puedo decir ni digo lo que otros sospechan que digo».
Señala que «en principio es una demanda de conciliación promovida con carácter previo a una posible interposición de una querella criminal por calumnias e injurias que dicha persona ha percibido de forma sumamente subjetiva y parcial en los contenidos de mi libro ‘La (des)memoria de los vencedores. Jaime del Burgo Torres, Rafael García Serrano y la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz’ (Pamiela, 2019)», así como en un artículo en prensa sobre la saca de Tafalla-Monreal del 21 de octubre de 1936, en el que «se recogían testimonios e informaciones sobre aquella masacre en la que 64 izquierdistas fueron asesinados y de la que se ha responsabilizado a requetés».
Además, «de algunas cuestiones de ellas ya hablé en mi libro ‘Sin piedad, limpieza política en Navarra 1936. Responsables, colaboradores y ejecutores’, que ganó el Premio Euskadi de Literatura», en su modalidad de ensayo en castellano.
En concreto, en la demanda presentada por Arturo del Burgo se le solicita que «reconozca que no he encontrado prueba alguna que implique a Jaime del Burgo, ni directa ni indirectamente, en la comisión de ningún asesinato ni acto alguno de represión, incluidos los asesinatos conocidos como la saca de Tafalla de octubre de 1936. Y que reconozca que no era mi intención dañar el honor y buen nombre de Jaime del Burgo, implicándolo en unos hechos que le fueron del todo ajenos».
El propio Mikelarena ya ha remarcado que, «según los testimonios existentes, nadie vio a Del Burgo allí [en la matanza]. Simplemente digo que Jaime del Burgo estaba al frente de la Jefatura de Requetés de Navarra, en el cuartel del colegio de Escolapios, donde había una cárcel requeté».
Añade que «la única persona que los testimonios identifican como presente en los asesinatos era Luis Fernández Magaña, coadjutor de Murchante pero en aquella época capellán de dicha Jefatura de Requetés, donde también había una cárcel específica carlista y una policía secreta».
Además, ha aportado «testimonios que he localizado sobre si el Tercio Móvil, la unidad represiva de los requetés ubicada en el mismo colegio, participó o no, y sobre la actitud de la Junta Central Carlista de Guerra, de quien dependía aquella Jefatura».
En cualquier caso, apunta que «en el libro y en el artículo concluía diciendo que, por haber sido el suceso represivo de mayor gravedad ocurrido en Navarra durante el proceso de limpieza política registrado en 1936-1937, la saca de Tafalla y los subsiguientes asesinatos de Monreal merecen una atención mucho mayor que la que se les ha prestado, ya que siguen siendo algo oscuro sobre lo que flotan demasiados interrogantes fruto de una escasa voluntad de esclarecimiento».
Jefe temporal de Requetés
Mikelarena recuerda en esos textos que Jaime del Burgo fue «jefe de Requetés de Navarra de manera temporal durante unos diez días, desde el día 18 de octubre hasta, como mínimo, el 27 del mismo mes, días entre los que se produjo la saca de Tafalla. Fue designado por parte de Esteban Ezcurra, que lo nombró sustituto temporal suyo en dicho cargo por marcharse temporalmente de la ciudad, tal y como se publicó 18 de octubre de 1936 en ‘Diario de Navarra’ y en ‘El Pensamiento Navarro’».
El historiador detalla que en la orden de nombramiento, «Ezcurra señaló ‘con plena representación de las facultades que me han sido conferidas (…) Lo que comunico a los señores jefes, oficiales, clases y soldados, para su conocimiento y demás efectos’. Ese mismo día se publicó una orden firmada por el Capitán de Requetés, que en virtud de aquel nombramiento era Jaime Del Burgo Torres, con fecha del mismo día 18 «p. o.», es decir, ‘por orden’».
Además, Mikelarena añade que el domingo 25 se publicaba en ‘Diario de Navarra’ también una orden del 24, «constando explícitamente su nombre (El jefe de Requetés. P. O. El Capitán, Jaime del Burgo). También el 28 consta otra orden del día 27, figurando en la firma ’El capitán jefe accidental, Jaime del Burgo’. Hay que decir que en sus diversas obras, Jaime del Burgo nunca habló de que hubiera ostentado ese cargo. Por otra parte, Esteban Ezcurra, por su cargo, emitió repetidas órdenes a los requetés bajo mando, como la publicada en ‘Diario de Navarra’ de 29 de agosto de 1936 en la que subrayaba que debían abstenerse de prestar ningún servicio no ordenado por él».
«Con la mayor tranquilidad»
En vista de los datos que aporta, Mikelarena señala que afronta la demanda «con la mayor tranquilidad. En mi trabajo como historiador, considero que me caracterizo por ser tremendamente empírico y por sostener mis afirmaciones con testimonios y documentos que pueden ser contrastados por cualquiera. Yo digo lo que digo con respaldo de los datos, no digo lo que no puedo decir ni digo lo que otros sospechan que digo».
Recuerda que «cuento con el aval de mi media docena de libros, de mi casi centenar y medio de artículos publicados en revistas científicas y del reconocimiento de cuatro tramos de investigación por parte de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora».
Y apunta que «solo me reconozco como un profesor universitario y un historiador que trata de servir a la comunidad en la que ha nacido tratando de esclarecer su pasado con la finalidad de que aprendamos de él de cara al futuro a construir».
Así que «por diferentes motivos», cree que «la querella no tiene recorrido alguno».
Aunque sus documentados trabajos sobre la Guerra del 36 han levantado ampollas, ya que ha puesto nombre y apellidos a los autores de la sangrienta represión vivida por Nafarroa en ese momento, hasta ahora «nunca había recibido ninguna querella».
Exonera a Del Burgo de una muerte
Una circunstancia que se explicaría porque «al documentar todas mis afirmaciones, que todo el mundo puede confirmar yendo a los archivos, no hay ningún motivo para ello. Incluso me gustaría señalar que, en relación con el mismo Jaime del Burgo, hay una parte de mi libro en la que lo exonero de una acusación que lo vinculaba con el asesinato de una persona en Pamplona. Él no pudo tener relación con ese caso porque, en ese momento, Del Burgo ya había partido hacia el frente de Somosierra. Estoy siempre muy pegado al dato y no hay animadversión alguna por mi parte».
Las querellas contra las personas que trabajan en el terreno de la memoria histórica se ha convertido en una constante, un modo de proceder que Mikelarena considera que «busca condicionar y coartar la labor investigadora y la libertad de investigación del historiador, con el fin de que esta se limite a hablar de las víctimas, pero no a ir más allá». Y concluye subrayando «la irracionalidad de pretender una revisión judicial de una cuestión que solamente puede ser examinada historiográficamente por parte de historiadores. El ejemplo de lo que está sucediendo en Polonia no puede repetirse aquí».