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MICHEL FRANCO
Director de ‘Nuevo orden’

«Las distopías más increíbles están cerca de materializarse»

Michel Franco ha logrado imponerse como una de las voces más personales del cine de su país con filmes como ‘Después de Lucía’ o ‘Chronic’. Estrena ‘Nuevo orden’, una distopía sobre el estallido de una revuelta en el México de hoy. El filme fue distinguido con el Gran Premio del Jurado en Venecia.

El director de cine mexicano Michel Franco. (J. DANAE)

En un México dominado por el clasismo, una boda de la alta sociedad es interrumpida por un comando armado, el pueblo ha tomado las calles en una suerte de revuelta de inspiración incierta que le sirve de coartada a las élites para implantar la ley marcial. Sobre este punto de partida Michel Franco reflexiona sobre el modelo de sociedad que estamos construyendo.

​En ‘Nuevo orden’ refleja las tensiones de clase que se dan en la sociedad mexicana, un tema que ha inspirado muchas de las más recientes películas que se han rodado en su país.
Esas tensiones, por desgracia, son el pan de cada día en mi país. La gran mayoría de los mexicanos no se ven representados en los medios ni en las series de televisión que se ruedan allá. El clasismo y también el racismo son un mal endémico en la sociedad mexicana y a mí es algo que como mexicano me avergüenza profundamente y que, como tal, no puedo ignorar. Mi manera de confrontarme con ello y de cuestionar su alcance es mostrarlo en mis películas.

Eso le ha valido para ser reconocido como uno de los cineastas más políticos de entre la nueva generación de directores mexicanos. ¿Es una etiqueta en la que se siente cómodo?
A mí como cineasta me interesa más lo social que lo político. Me interesa entender quienes somos como individuos y cómo estamos funcionando como sociedad, qué cosas estamos haciendo mal. Lo político tiene una vigencia corta y termina por reducir la dimensión de los conflictos sociales. Con “Nuevo orden” muchos espectadores se frustran porque no acaban de ubicar mi punto de vista político, pero yo no quiero hacerlo evidente porque eso facilitaría la labor de interpretación del público. Pero para mí resulta muy clara mi posición y yo creo que está en la película: si no cambiamos el rumbo, si no hay mayor igualdad, si no hay empatía, estamos contribuyendo a crear una bomba de relojería cuyo estallido puede producirse en cualquier momento.

Supongo que al espectador lo que le puede llegar a frustrar del filme es, sobre todo, la falta de esperanza que transmite.
Es que todo eso que te acabo de comentar, y que está reflejado en el filme, que habla muy mal de nosotros como sociedad. Porque si las clases privilegiadas y los gobiernos, que son los que tienen el poder y los que, como tal, podrían empezar a cambiar las cosas apostando por un modelo social más equitativo, en lugar de eso se dedican a ejercer un mayor control y una mayor censura y a militarizar el país, ¿qué esperanza se vislumbra?

Ese retrato de las clases dirigentes que acomete en ‘Nuevo Orden’, ¿cree que tiene un alcance global?
Sí, porque si bien en México el clasismo se manifiesta de manera hiriente no creo que sea un fenómeno exclusivo de mi país. De hecho, cuando nos aprobaron los fondos franceses de coproducción nos dijeron ‘esta no es una historia que concierna únicamente a México, bien podría ocurrir aquí también, no en vano ya tuvimos el fenómeno de los chalecos amarillos’.

Algunos han definido ‘Nuevo orden’ como una distopía, pero, ¿la historia que cuenta en ella describe un futuro cercano o más bien nuestro presente?
Vivimos en un mundo donde las distopías más increíbles están cerca de materializarse. Empecé a escribir el guion de ‘Nuevo orden’ hace seis años y lo terminé hace tres. En ese lapso hubo conflictos sociales en Chile, en Hong Kong y en Colombia que me demostraron que lo que yo imaginé como un escenario futuro, poco a poco estaba haciéndose presente con lo que rodar esta película se convirtió casi en una urgencia. Llegados a ese punto, ya me daba igual que la historia pudiera interpretarse en clave distópica o no.

¿Cree que la experiencia que llevamos vivida a lo largo del último año, confiere un valor adicional a la película?
Nosotros rodamos ‘Nuevo orden’ hace casi dos años y ahora ves ciertas cosas en la película que entonces nadie imaginaba y que hoy están en todos los informativos. Yo creo que todo esto se veía venir a poco que uno estuviera atento a ciertas señales. Lo que ocurre es que preferimos cerrar los ojos ante aquello que nos incomoda. Sin participar en modo alguno de las teorías de la conspiración, lo que es evidente es que la pandemia ha servido para implementar un nuevo escenario de control de la población donde a través de la tecnología se nos puede localizar, dirigir y hasta saber cómo pensamos. Un escenario aterrador que anuncia muchas de las cosas que van a definir nuestro día a día en los próximos años. En este sentido, mi película es una voz de alerta.

¿Cree que ese replegarnos sobre nosotros mismos nos hace perder conciencia colectiva? Porque esa también es una idea que subyace en el filme.
Es una película que atiende muchas de las preocupaciones, los miedos y las obsesiones que tengo acerca de cómo estamos viviendo y lo que está claro es que en el aislamiento y en el egoísmo todos vamos a salir perdiendo. Hay varias situaciones en la película que inciden en esa idea, aunque no las llevé hasta sus últimas consecuencias porque tampoco quería hacer un filme de ciencia ficción.

¿Fue difícil materializar todas esas ideas? Porque me imagino que fue un rodaje complejo.
Es una película donde intervienen casi 3000 extras y cuenta con unos efectos digitales muy complejos en su hiperrealismo. Luego, aparte, para rodarla tuvimos que cerrar las principales arterias de Ciudad de México. Pero para mí el mayor reto fue conseguir que la cámara fuera siguiendo paralelamente hasta a ocho protagonistas y que sus movimientos se sintieran naturales y no solo eso sino, además, conferirles una dimensión a cada uno de ellos a pesar del poco tiempo que aparecen en pantalla. Para mí el trabajo con los actores es primordial, buscar con ellos lo que representa cada personaje y llevarlo a la práctica es lo que da sentido a mi trabajo.

En este sentido, ¿la protagonista de la película representaría una esperanza de futuro?
Ella al menos tiene empatía y voluntad de ayudar a los demás pero también es muy ingenua y, en ocasiones, las buenas intenciones no solo no bastan sino que pueden ser peligrosas. En ese deseo de que todo vaya bien lo que hacemos muchas veces es cerrar los ojos ante lo que acontece a nuestro alrededor y eso, lejos de arreglar las cosas, las empeora porque además implica una deshumanización tremenda. No querer reconocer que el otro merece lo mismo que tú nos lleva a aislarnos en nuestro entorno inmediato.

Esa incapacidad para confrontarnos con realidades incómodas, ¿hasta qué punto nos está llevando a fortalecer los mecanismos de censura?
Yo creo que es algo evidente. Por ejemplo, en el cine, la retirada de circulación de películas que se hicieron hace ochenta años atendiendo a que participan de un discurso racista responde un poco a eso ¿no? Estamos en una época muy oscura donde en lugar de darle un tratamiento inteligente a determinados conflictos nos esforzamos por ocultar su existencia. Es una locura. Para cambiar las cosas hay que dialogar en lugar de borrar el rastro de aquello que nos incomodan. Es una tendencia que me preocupa muchísimo.

Usted pertenece a una generación de directores que ha revitalizado la cinematografía de su país. ¿Es un buen momento para el cine hecho en México?
En México somos muy conscientes de la potencia que tiene nuestro cine y del esfuerzo que nos tomó levantar esto. Cuando yo filmé mi primera película se hacían diez títulos al año, ahora producimos unos 190. Pero también estamos en un momento delicado para la cultura y los fondos estatales que han sido la clave para este renacimiento de nuestro cine están más amenazados que nunca. Dicho lo cual, las películas mexicanas más reconocidas son aquellas que atienden la realidad de un país que es muy complejo, muy rico y al que queremos mucho, y eso es lo que le confiere pujanza a nuestro cine.