El incendio en la pensión Eslava visibiliza la alta exclusión de Iruñea
Un total de 34 personas fueron realojadas tras el incendio de la pensión Eslava de Iruñea, donde falleció un hombre de 54 años y que alberga a personas en situación de «alta exclusión».
La pensión de la calle Eslava, ubicada en Alde Zaharra de Iruñea, mantiene como otros hostales de la capital vasca un acuerdo de servicios con el Ayuntamiento para acoger a personas que se encuentran en una situación de «alta exclusión».
El jueves por la tarde, numerosos vecinos y huéspedes alertaban al 112 del incendio que provocó la muerte de una persona. El fuego comenzó a expandirse sobre las 18.22 en una de las habitaciones del inmueble, de donde fueron evacuadas por los bomberos varias personas que pedían ayuda en los balcones, así como a otras dos que se encontraban en el interior de sus habitaciones.
Seis personas fueron atendidas con síntomas leves de intoxicación por inhalación de humo, y varias perdieron el único sitio disponible para pasar la noche. Ayer, según informó el Consistorio iruindarra mediante una nota, un total de 34 personas, entre adultos y menores, fueron realojadas en distintos hoteles y albergues de la capital.
La Policía Municipal se encarga ahora de investigar las causas del siniestro y de identificar a la persona fallecida en esta pensión privada a la que se derivan personas en alta exclusión. De hecho, el Consistorio explicó que treinta de las personas realojadas han estado relacionadas con los Servicios Sociales y a catorce de ellas se les sufragaba el alojamiento.
Según se recoge en la ordenanza reguladora del programa municipal de alta exclusión, el Consistorio de Iruñea «trata de resolver, de manera puntual, la necesidad urgente y excepcional de alojamiento de algunas personas que acceden a los Servicios Sociales Municipales y/o a Policía Municipal».
Así, el uso de estos vales de pensión, que se suelen combinar con el del comedor social, señala la ordenanza, pretende ser un complemento a otros recursos de alojamiento –personales o institucionales–, cuando no hay plazas disponibles en albergues, se incumple alguno de los requisitos o porque se valora que este es el recurso más adecuado para un determinado usuario.
Fuentes consultadas por GARA próximas al sector señalan que hay entre tres y cuatro pensiones en toda Iruñea que acogen a personas derivadas por los servicios sociales de la ciudad, siempre «como última opción», tras comprobar que estas «no tienen recursos ni redes de apoyo». Antes de llegar a esa situación, explican, tratan de que estas personas sin hogar accedan a recursos normalizados como albergues, que «cuentan con un programa para empadronados y otro para los que no lo están».
«Cuando ya no hay nada más que se pueda hacer, se deriva a adultos y niños a estas pensiones; muchos suelen ser migrantes que no tiene derecho a renta garantizada ni a ningún tipo de ayuda», añaden. Un «recurso de paso» hasta que «se encuentra una habitación compartida».
De acuerdo con el protocolo, la estancia en estas pensiones se puede prorrogar hasta los catorce días, aunque se puede alargar «porque a una familia no la vas a echar a la calle», manifestan las mismas fuentes.
«Es difícil concretar el número de personas que se encuentra en esta situación porque es muy cambiante, depende de barrios y zonas, pero puede ser que durante la pandemia se hayan producido situaciones más complicadas, lo que pasa es que nos acordamos de esto cuando ocurren episodios como estos», remarcan.
Cada pensión prioriza perfiles.
En la de la calle Eslava se encuentran personas solas o familias con o sin menores, las habitaciones son compartidas, no disponen de cocina, y los servicios son comunes. Según explicó el Ayuntamiento, de las 34 personas realojadas tras el incendio, quince se distribuyen en cinco unidades familiares compuestas por la madre y entre uno y cuatro hijos con «edades comprendidas entre los 3 y los 45 años». El resto son 19 adultos.
Exclusión en Nafarroa
Según un informe de la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, que recoge los últimos datos del INE en relación a la tasa de población en riesgo de pobreza o exclusión social, también llamada AROPE, Nafarroa alterna con la CAV «las mejores posiciones en la mayoría de los indicadores de pobreza, exclusión y vulnerabilidad» pese a que no dejan de ser altos. Y es que el efecto de la pandemia «resulta claro» al observar un empeoramiento en todos los componentes del AROPE alcanzando para 2020 el 12% de la población.
También crece la tasa de población en riesgo de pobreza, que solo contempla los ingresos y que se situaba en 2020 en el 9,9%, más de dos puntos superior a la de 2019 (7,7%).
El impacto de la pandemia se ha agravado para las personas cuya situación era precaria de partida y «sobrevivir se torna mucho más difícil», advierten.