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El cobro del gas en rublos debilita al euro y empuja los precios al alza

La decisión de Moscú de exigir el pago del gas en rublos refuerza a la divisa rusa que ya había recuperado gran parte del valor que perdió los primeros días de la guerra. Una decisión que debilita el euro, añade más presión a la inflación en Europa y pone en cuestión la efectividad de las sanciones.

La estación compresora OGE en Werne, es el eje central de la red de gas natural de Alemania. (Ina FASSBENDER | AFP)

El Consejo de Ministros ruso terminó el miércoles con la decisión de cobrar el gas en rublos a los países que Moscú ha definido como hostiles, básicamente a los países europeos, EEUU y Japón, Australia, Singapur y Corea del Sur. La decisión no afecta ni al volumen ni al sistema de precios acordado en los contratos, únicamente al medio de pago. Putin argumentó que tras congelar los activos rusos «suministrar nuestros bienes a la Unión Europea, a EEUU y recibir el pago en dólares, euros y en algunas otras monedas, ya no tiene ningún sentido para nosotros». Asimismo, en esa reunión se decidió establecer el mecanismo para que los compradores extranjeros puedan adquirir rublos en el mercado de divisas ruso.

La decisión tiene consecuencias en múltiples planos. En primer lugar, fortalece el rublo ya que obliga a todos los importadores de gas a hacerse con la divisa rusa para poder pagar su factura, lo que crea una demanda de rublos en todos los países que apoyan las sanciones y que importan gas. Pero no se trata de una medida desesperada, como podría parecer a primera vista. Es cierto que la cotización del rublo cayó estrepitosamente al comienzo de la guerra, sin embargo, a mediados de la semana pasada ya había recuperado prácticamente todo su valor, lo que significa que pese a todo sigue habiendo demanda de rublos. Además, algunos analistas han señalado que no ha observado signos en el mercado internacional que indiquen que Rusia esté vendiendo sus reservas de oro para sostener la cotización del rublo.

La explicación de que a pesar de todo se mantenga la demanda de rublos y se sigan intercambiando por dólares con relativa normalidad tiene que ver con la principal función de una divisa, que no es otra que la de posibilitar los intercambios comerciales internacionales. Y a pesar de las sanciones, el comercio con Rusia continúa, tanto desde Europa como desde el resto del mundo. Es cierto que en este lapso de tiempo algunas empresas han decidido no vender más mercancías en Rusia: Apple, por ejemplo, ha retirado sus productos. A pesar de ello, la salida de esas empresas no tiene entidad suficiente para hacer crujir el comercio internacional ruso. En ese sentido, los balances de divisas del banco central de Rusia ofrecen una fotografía bastante clara: los flujos monetarios siguen siendo positivos para Rusia, con lo que tiene una entrada de divisas adecuada como para seguir comprando en el exterior.

La revalorización del rublo y la obligación de pagar los contratos en la divisa rusa se traducirá en un encarecimiento del gas que compra Europa, tanto por la pérdida de valor relativo del euro con respecto al rublo como por el encarecimiento que acarrea buscar proveedores alternativos que además suministran gas licuado, que es siempre más caro. De resultas de estas decisiones se producirán a medio plazo cambios en los precios y los flujos del gas: Europa comprará gas licuado de EEUU o Catar y el gas ruso irá a los países que dejen de recibir el gas estadounidense o catarí.

Por otra parte, al comienzo de la guerra, el Gobierno ruso estableció que todas las empresas exportadoras estaban obligadas en el plazo de tres días a cambiar sus divisas por rublos para que puedan estar a disposición de las empresas importadoras rusas. Una medida que también refuerza la cotización del rublo. 

En principio, el banco central no podría gestionar esas cuentas en divisas a causa de la exclusión del dólar decretada por EEUU, sin embargo, de alguna manera las está gestionando. Es posible que simplemente estén en cuentas de algún banco que no ha sido sancionado, como Gazprombank. Una muestra más de la dificultad que entraña intentar excluir del mercado mundial a un país con un importante peso internacional.

Las sanciones cambiarán los flujos comerciales pero no los romperán. Además, empujarán a los precios al alza, algo que pagará, como siempre, la gente más humilde.