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Junts, abocada a definirse tras derivar en crisis de partido la tensión con ERC

Junts inicia hoy la consulta interna para decidir si seguir en el Govern. La crisis del Ejecutivo ha derivado así en una crisis interna de Junts, con el sector encabezado por Borràs y Puigdemont defendiendo la salida, pero con consellers y cargos relevantes apoyando la permanencia.

Laura Borràs y Jordi Turull, presidenta y secretario general de Junts, el pasado lunes antes de la Ejecutiva del partido. (David ZORRAKINO | EUROPA PRESS)

No parece que el órdago le haya salido mal a ERC. Hace una semana hablábamos de la crisis del Govern y ahora mismo estamos hablando de la consulta interna que un Junts dividido ha organizado para decidir si, finalmente, sale o no del Ejecutivo catalán. Mañana conoceremos el resultado, pero las cartas ya están encima de la mesa, o casi, porque la opinión del secretario general, Jordi Turull, sigue siendo, oficialmente, una incógnita.

El órgano interno encargado de la consulta pidió ayer a los cargos del partido que mantuviesen la neutralidad, pero la presidenta, Laura Borràs, sobre cuya posición tampoco había muchas dudas, salió con todo: «La salida es un acto de coherencia y responsabilidad». También el expresident Carles Puigdemont, desde Bruselas, apoyó los argumentos de la salida.

Turull decidió ayer no posicionarse, pero cabe seguir algunas pistas. Por un lado, confesó su obsesión al presentar la pregunta de la consulta interna: que Junts no se divida. Si apoyase la salida del Govern, no hay razón para no explicitar su posición, dado que junto a Puigdemont y Borràs, son el tronco de ese artefacto político que ocupa el espacio posconvergente. Por otro, figuras relevantes, cercanas más o menos a Turull, se han manifestado a favor de la permanencia en el Govern, como es el caso de varios consellers o del propio Josep Rull.

Dos almas

No es difícil encontrar la falla que divide al partido. Permítase una simplificación que admite muchas excepciones y matices: A un lado, un grupo de independientes incorporados a la política al calor del procés, sin militancia de partido a sus espaldas, que cree que es posible articular un espacio que supere al que representaba la vieja Convergència, para lo cual estima imprescindible mantener la conexión con el sector del independentismo más activo, defraudado por el desenlace de 2017. Aunque eso suponga mantener una devaluada retórica a favor de la aplicación de la DUI.

Al otro lado, cuadros políticos provenientes de Convergència conocedores del frío que cualquier partido sufre fuera de las instituciones, así como de la importancia de articular orgánicamente un espacio político para perdurar en el tiempo.

Los primeros han llevado su discurso tan lejos que, prisioneros de su retórica, no pueden seguir en el Govern sin caer en una incoherencia flagrante. Los segundos creen que el partido no está maduro como para aguantar una travesía del desierto fuera de las instituciones.

Más que el futuro del Govern, que seguirá a trancas y barrancas como pueda –como, por otro lado, ya lo venía haciendo– es el futuro del espacio posconvergente el que se va a decantar en los próximos días, con varias cuestiones abiertas: si gana la salida del Govern, ¿aguantará Junts sin tocar poder ni siquiera de refilón? Si gana la permanencia, ¿qué va a hacer el sector encabezado por Borràs?

Junts esquivó el choque entre las dos visiones lideradas por Turull y Borràs en su último congreso, en el que se repartieron la Presidencia y la Secretaría General. Desde entonces Turull se ha hecho con los mandos del partido en el territorio, pero las consultas, ya se sabe, las carga el diablo.