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Multas a la donostiarra con label del Vaticano

Un hombre de Bizkaia, residente en Suiza, ha recibido una multa de aparcamiento del Ayuntamiento de Donostia. Hasta aquí todo normal. Lo extraño es que el remitente es una empresa con sede en la Ciudad del Vaticano.

La multa, traducida al alemán. (NAIZ)

Un vecino de Bizkaia, concretamente de Mungia, y que reside desde hace años en Suiza, se topó el pasado mes de octubre con una sorpresa cuando acudió a una oficina de correos de la ciudad en la que vive para recoger una carta certificada.

Lo más llamativo era el origen de la misiva, ya que esta procedía, según se podía ver en el matasellos, de la Ciudad del Vaticano. Abrió el sobre allí mismo con la curiosidad que puede imaginarse, y se encontró con una multa de tráfico del Ayuntamiento de Donostia, perfectamente traducida al alemán y remitida en su nombre por una empresa con sede en ese diminuto país.

El sancionado ha explicado a NAIZ el origen de lo ocurrido. En agosto, estando de vacaciones, se desplazó desde Mungia a Donostia en coche para visitar a su hermano. «Aparqué el coche al parecer mal y me pusieron una multa». Según se puede comprobar, se trata de una sanción de la OTA por aparcar sin permiso en zona reservada a residentes.



Según su versión, llamó por teléfono al Ayuntamiento para pagarla, pero le dijeron que este no cobra directamente las multas a los vehículos de fuera del Estado español y que ya le llegaría el aviso.

Terminaron las vacaciones y regresó a Suiza, donde dos meses y medio más tarde le llegó la carta del Vaticano, ante lo cual se pregunta cómo el Ayuntamiento de Donostia puede trabajar con una empresa con sede en «un paraíso fiscal de primer orden».  

Nueva llamada y varias incógnitas

Intrigado, volvió a llamar a la capital guipuzcoana y finalmente consiguió hablar con una persona del departamento de Recaudación. «Cuando le expliqué toda la historia él mismo no daba crédito a lo que oía. Me dijo que con respecto a esa multa el Ayuntamiento no había iniciado ninguna ejecutoria y que no entendía cómo esa empresa se había hecho con el expediente y comenzado una ejecución de la recaudación», narra.

Tras recomendarle que no pagara, el funcionario le dijo que iba a intentar averiguar algo y que ya le llamaría. «Me contestó un par de días más tarde. Me confesó que estaba alucinando porque todo lo que yo contaba era verdad. Que al parecer hay un contrato o acuerdo o algo así con esta empresa, que la persona que lo gestionó ya no está en el Ayuntamiento y que no tenía ni idea cómo se gestiona y/o contabiliza el dinero que la empresa recauda, ni siquiera si el dinero es ingresado en el Ayuntamiento, ni cuánto se queda la empresa», explica.

Ante esta situación, este vizcaino residente en Suiza se pregunta cómo es posible que un ayuntamiento como el de Donostia subcontrate el servicio de cobro a una empresa con sede en un territorio como el Vaticano, quién controla dichos ingresos y «dónde está la supuesta protección de Datos Personales en esta historia».

Hace unos meses se hizo viral otra historia similar, en la que se reveló que la Policía de Nápoles utilizaba sobres del Vaticano para enviar sus multas de tráfico.

Al parecer, el reclamo de la Ciudad Santa hacía que los infractores fueran menos reticentes a recoger la carta cuando les llegaba la notificación, mientras que si el aviso procedía de una institución napolitana se olían la tostada y no iban a recogerlo.