La Roma, una «Maggica» con mucho corazón y poco título para la Real
La Roma es uno de los dos grandes equipos de la capital italiana, un club casi centenario que ha ganado bastante poco pero que al mismo tiempo ha dejado muchos episodios y jugadores que recordar.
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El sorteo ha dictado sentencia y será la Roma, «La Maggica», el rival de la Real Sociedad en los octavos de final de Europa League. Imanol contra Mourinho, lo que para el técnico de Orio podría ser como una especie de trabajo fin de master, porque ‘The Special One’ es sin duda uno de los mayores expertos de eliminatorias europeas.
Pero la Roma no es solo Mourinho, sino un club que suma 96 años de historia y que para el calcio es pieza imprescindible. Cómo no, si se trata de uno de los dos grandes equipos de la capital italiano junto al Lazio.
Ocurre que Roma es eterna e imperial, pero en el fútbol mandan los del norte: Juventus, Milán e Inter. Y esto porque jugar en Roma no es nada facil: hay muchos tifosi presionando y la rivalidad entre los dos clubes de la ciudad incluso supera la pelea para los títulos. Especialmente cuando tanto la Roma como la Lazio han ganado poquísimas ligas.
Los giallorossi, los amarillo-rojos, en concreto solamente tres. El primero fue en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, con el fascismo hundiéndose y la Serie A, la liga italiana, disputándose con clubes que tenían el nombre italianizado para no parecer «extranjeros»: el Milán era Milano, el Inter Ambrosiana, el Genoa llevaba el nombre de la ciudad, Génova...
La Roma tenía entonces 15 años de vida y puede decirse que había nacido en el barrio de Testaccio. No es un lugar muy turístico, había un gran matadero y unos mercados populares. Hoy se puede llegar allí después de haber visitado el cementerio «acatólico» donde están sepultados intelectuales como Antonio Gramsci (fundador del Partido Comunista), escritores como Andrea Camilleri (el «inventor» del personaje de Montalbano) o poetas ingleses como el romántico John Keats.
Todo esto se puede visitar bajando por ejemplo en la parada Pirámide del metro, y es que efectivamente ahí se ubica este monumento funerario de Gaio Cestio, un político romano enamorado de Egipto, muerto en torno al año 15 antes de Cristo.
Testaccio y la Garbatella, el barrio de Meloni, son los dos pulmones de la hinchada romanista, que deja las afueras a la Lazio
Testaccio y también la Garbatella, el barrio de Giorgia Meloni, son los dos pulmones de la hinchada romanista, que en general se reúne en las zonas del centro, dejando las afueras a la Lazio. La mismísima «doña Giorgia» sería «tifosa» de la Roma, a pesar de un enamoramiento juvenil por la Lazio, equipo notoriamente de extrema derecha, si no directamente post-fascista.
Maticemos que la primera ministra italiana ha mantenido siempre un perfil bajo con respecto al fútbol. Nada que ver con otros líderes políticos del Belpaese claramente romanistas, como Giulio Andreotti, unas cuantas veces primer ministro, la cara más reconocible de la Democracia Cristiana y del poder.
En general muchísimos famosos han sido o son hinchas de «la Loba», uno de los apodos de la Roma además del de «Maggica», escrito con dos «g», a la romana. Actores como Alberto Sordi, Carlo Verdone, Vittorio Gassman, Nino Manfredi o Anna Magnani; artistas como Ennio Morricone; cantantes ultrapopulares como Antonello Venditti, cuyo ‘Grazie Roma’ ha sido elegido himno oficial del club...
Se puede concluir que la Roma es un equipo «más romano» que la Lazio. Es el símbolo de una clase social muy habitual en la capital, que en italiano se llama ‘Il generone‘’, es decir, los burgueses enriquecidos que viven de sus rentas y aspiran a acceder al poder estatal.
Romanos en el poder
Para convertirse en ídolo de la hinchada, un plus es seguramente haber nacido en la ciudad o en sus alrededores. Oír hablar a los jugadores con ese acento particular, casi arrastrando las palabras, con el tono de quien parece estar tomándote el pelo (con el máximo respecto para los romanos, claro), es fundamental. Por eso muchos símbolos de la historia de la Roma son realmente gente de barrio.
Ahí encajan entrenadores como Claudio Ranieri (nacido en Testaccio) o Carlo Mazzone, que es de Trastevere, probablemente el lugar más romano de todos. Entre los jugadores destacan otros nombres propios muy conocidos. Empezando por Amedeo Amadei, hijo de un panadero, durante décadas pichichi del club, teniendo a su lado a Fulvio Bernardini, el cerebro del mediocampo del scudetto del 1942.
El equipo que ganó su segunda liga italiana, en 1983, tenía como jefe absoluto el brasileño Paulo Roberto Falcao, como referencia al delantero genovés Roberto Pruzzo, y también a un joven Carlo Ancelotti en la medular, pero sus órganos vitales eran el capitán Agostino Di Bartolomei (romano de Tor Marancia, no muy lejos de la Garbatella) y sobre todo Bruno Conti, regateador imparable nacido en Nettuno, cerca de la capital, y campeón del mundo con Italia en 1982.
Aquel fue un equipo sinceramente único en la historia del calcio, que tuvo su máxima ocasión de entrar en la leyenda el 30 mayo de 1984, cuando perdió en casa la final de la Copa de Europa (hoy Champions) contra el Liverpool. Fue un partido tremendo donde fueron decisivos los penaltis, con la inolvidable escena del portero de los reds, Bruce Grobbelaar, «haciendo el borracho» y condicionando los errores de los rivales.
Totti, como un rey
Sin embargo el símbolo quizás de toda la historia de la Roma es un chaval obviamente nacido en la capital, en la zona de Porta Metronia, cerca de la Basílica de San Giovanni in Laterano, que se ha convertido en un nombre que no necesita presentación alguna: Francesco Totti.
Resulta sinceramente difícil explicar a una persona extranjera este fenómeno casi cultural. Porque ‘Il Pupone’ (‘El chavalote’), con su cara limpia, de angelito, ha sido uno de los jugadores más grandes en la historia del calcio, y al mismo tiempo una estratosférica contradicción.
Capitán del equipo durante dos décadas, debutante jovencísimo y capaz de jugar por lo menos en cuatro posiciones en el campo (interior, extremo, mediapunta, delantero centro), nunca ha querido salir de su huerta capitolina. Totti ha preferido ser el rey absoluto de un equipo no-ganador, aunque fuera capaz de conquistar el scudetto en 2001, en vez de intentar otras aventuras, por ejemplo en el Milán o en el Real Madrid.
Cada movimiento suyo, cada cotilleo, han acabado en temas de portada, empezando por su matrimonio y su reciente divorcio, o cuando escupió con la camiseta de la selección en la cara del danés Christian Poulsen. Allí se movilizaron hasta los líderes polìticos para defender a Totti.
«Speravo de morì prima», decía una pancarta en la despedida de Totti, en 2017: «Esperaba morirme antes»
Luego sería campeón del mundo en 2006, aunque con un rol menos fundamental que con la Roma, donde compartí el liderazgo con otro giallorosso de pura cepa como Daniele De Rossi. Totti es un fenómeno todo romano: ídolo deportivo, rostro hipermediático y protegido en los ambientes político-institucionales como si fuera realmente un monumento. Se retiró en 2017 con casi 41 años, dejando un vacío sin precedentes. «Speravo de morì prima», decía una de las pancartas más potentes en el Estadio Olímpico el día de su despedida, tremendamente sentida: «Esperaba morirme antes».
Ningún otro club en Italia como «la Maggica» tiene un desequilibrio más grande entre ligas ganadas y segundas plazas conseguidas: Y es que la Roma llega catorce veces a ese puesto de honor y es cuarta en el ranking absoluto detrás de las tres superpotencias del norte (Juventus, Milan, Inter), pero solo tiene tres scudettos. Un «equipo Poulidor» que en estos últimos años al menos está subiendo nivel gracias al equipo femenino, clasificado para los octavos de Champions League, y que con el masculino ha llegado la primera edición de la Conference League.
Hoy el capitán de la Roma es otro hijo de la ciudad, Lorenzo Pellegrini, pero el símbolo es un perfecto gladiador como José Mourinho
Hoy el capitán de la Roma es otro hijo de la ciudad, Lorenzo Pellegrini, pero el símbolo es un perfecto gladiador como José Mourinho, que disfruta de sus capacidades actorales para ejercer de genio y figura de un equipo que vive esta situación muy particular, la de outsider cargado de historia.
«Are you entertaining?», les gritaba Russell Crowe en su película mas famosa, ‘Gladiador’, a los espectadores en las gradas: «¿Os estáis divirtiendo?». Pues eso es Roma y la Roma.