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El último gran asalto de Erdogan

Mientras el presidente turco se encamina a la reelección, la oposición busca la manera de reconducir la situación hurgando en un votante panturco incompatible con los objetivos prokurdos con los que Kemal Kiliçdaroglu ya se ha comprometido.

Simpatizantes del candidato presidencial del Partido Popular Republicano (CHP) de Turquía, Kemal Kilicdaroglu, saludan durante un mitin de campaña en el teatro municipal de Adana. (Can EROK | AFP)

De lo que decían las encuestas, a lo que ocurrió, hay diez puntos de diferencia: cinco hacia arriba para Recep Tayyip Erdogan y cinco hacia abajo para el opositor Kemal Kiliçdaroglu. La primera vuelta de las elecciones fue un golpe de realidad para una oposición turca que llegaba hinchada a las presidenciales, e incluso a las legislativas. Porque pese a tener el 49% del apoyo de la ciudadanía, la coalición de los partidos pro-Erdogan consiguió una mayoría parlamentaria suficiente: 322 asientos –de 600– caen del lado del actual presidente y favorito para reelección. Y como si la sociedad se preparase para recibirle de nuevo, los estands de su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), antes ignorados por los peatones, ahora son una fiesta: días antes de la primera vuelta, nadie se paraba, pero en los días previos a la segunda cita con las urnas, que tiene lugar hoy, han estado constantemente rodeados de gente que no deja de sonreír.

Sin embargo, a pocos metros, el puesto del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), a diferencia de hace quince días, cuando todo el mundo se amontonaba para escuchar los discursos grabados ofrecidos a través de sus pantallas, ahora lucía medio vacío. En el mismo barrio de Kadiköy, el más anti-Erdogan de la ciudad de Estambul, las camionetas de los partidos políticos engalanadas con sus siglas y música a todo trapo han circulado por las calles durante todo el día. Pero si hace quince días no había ni rastro de los vehículos del AKP, ahora ya sí. Son más de 27 millones de votos, traducidos en el 49,5% del apoyo, lo que Erdogan logró el 14 de mayo. Aliado con panturcos e islamistas, el presidente no solamente se ha asegurado la Asamblea, también buscará la victoria en la segunda vuelta de las presidenciales gracias a una pequeña parte del electorado.

Entre «lobos»

Es justamente el nicho ultra el que arbitrará la segunda vuelta y quien ya ha tenido un candidato por bandera, Sinan Ogan. El ya expresidenciable, que recibió el 5% de los votos en primera vuelta, no se tomó su eliminación de la carrera presidencial como una derrota. Más bien al contrario: su escalada en las encuestas a pocos días de los comicios provocaron la renuncia de un cuarto candidato, el también panturco Muharrem Ince, quien ya se batió con Erdogan en 2018. Y es el sector al que representan el que ha sido objetivo de los dos candidatos que restan de cara a esta segunda vuelta.

Erdogan, que ha salido victorioso en la puja, ha hecho que el Ogan pida el voto para él. «Invito a nuestros votantes a apoyar a Erdogan», declaró Ogan en medio de una gran expectación. Pero, pese a liderar este sector, no es el guía de sus votantes, como ocurre –por ejemplo– con el prokurdo HDP, que cuando pide el voto para un candidato suele ejercer una fuerte influencia. El panturquismo parece estar dividido y Kiliçdaroglu se ha decidido a pactar con otra destacada personalidad de este sector político: Umit Ozdag, líder del partido Zafer, que también formaba parte de la fallida coalición de Ogan de cara a las elecciones parlamentarias, le ha tendido la mano. Sin embargo, la obtención de estos votos no finaliza publicando una foto con una de sus caras visibles.

Por eso, el líder opositor ha tenido que subir el tono esta última semana y ha hecho suy el discurso de los panturcos en contra de los refugiados. «Todo aquel que ame su patria que acuda a las urnas», dijo Kiliçdaroglu. Y fue a más: «No abandonaremos nuestra patria a esta mentalidad que permitió que 10 millones de migrantes irregulares vinieran entre nosotros». El dato es totalmente falso: Turquía alberga a cuarto millones de refugiados, siendo el país del mundo donde más refugiados viven, según las Naciones Unidas.

En estas dos últimas semanas desde que Turquía votó para las legislativas y envió a Erdogan –por primera vez– a una segunda vuelta en las elecciones presidenciales, la oposición ha olido la derrota y se ha metido en las turbias aguas panturcas y ultras. Por el contrario, el máximo mandatario ha continuado con su agenda de compromisos de campaña y también de presidente, por ejemplo, mediando entre Rusia y Ucrania para prolongar el acuerdo de grano. Porque, por el momento, Erdogan sigue caminando por los pasillos de palacio. Y como si el día de hoy fuera un mero trámite, sus partidarios ya empezaron a mostrarse y a pasear sus coches de campaña por las calles más opositoras de la ciudad. Kiliçdaroglu, en cambio, sigue intentando domar a las bestias de su circo. Ahora se ha visto obligado a tender la mano a los panturcos, y los «lobos» se han sumado para intentar detener el gran asalto de Erdogan.