Estados Unidos recupera el trono
Un gol de Mallory Swanson ha dado a las norteamericanas su quinto oro olímpico frente a Brasil en la final femenina de fútbol.
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Emma Hayes devuelve a Estados Unidos a lo más alto. La entrenadora británica, que llegaba al banquillo norteamericano a final de temporada tras su larga y prolífica etapa al frente del Chelsea, se ha llevado la varita que no encontró Vlatko Andonovski. Fuera del podio del Mundial por primera vez en su historia hace un año, en Tokio se había tenido que conformar con el bronce en la última gran cita de su generación dorada. Tampoco le había ido bien en Rio, entonces todavía a las órdenes de Jill Ellis, con lo que la espera olímpica se prolongaba ya doce años. Frente a uno de sus rivales fetiche, una Brasil a la que ya había derrotado en otras dos finales, se ha reencontrado con la victoria para elevar a nueve sus títulos intercontinentales –cinco oros olímpicos y cuatro victorias en el Mundial–.
No le ha resultado fácil. Brasil, que superó la fase de grupos a duras penas como mejor tercero, ya firmó un partidazo frente a España en semifinales y hoy ha rondado la campanada en el Parque de los Príncipes con otra gran actuación. Con Marta suplente aunque de vuelta en la convocatoria tras cumplir dos partidos de sanción, el equipo sudamericano ha sido mejor en el primer tiempo, en el que incluso ha marcado un gol con la firma de la incisiva Ludmila. Pero un fuera de juego ha impedido que subiese al marcador. Han tenido más motivos las brasileñas para mosquearse con la actuación arbitral porque lo que parecía un claro penalti de Dunn sobre Adriana no ha merecido ni la revisión del VAR.
Tampoco el gol de Mallory Swanson –Pugh hasta su matrimonio– a los diez minutos de la reanudación pese a que Sophia Smith parecía estar fuera de juego cuando ha recibido el balón que ha convertido en asistencia para el tanto de su compañera, el cuarto en estos Juegos. Las estadounidenses se han sentido mejor con la ventaja aunque han tenido que tirar de la veterana Naeher para evitar el empate de un rival que no se ha rendido pero que se ha tenido conformar con su tercera plata, tras las que consiguió en Atenas y Pekin, también ante Estados Unidos.